Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

jueves, 3 de agosto de 2017

Saber perdonar 3

Día 3
En este tercer día, que tu intención sea pedir a Dios que haga crecer tu fortaleza para vencer todo orgullo que te separe del amor.
Reflexión. Cómo será de fuerte el orgullo, hijo de la soberbia, que el mismo Jesús se permitió ser tentado para demostrarnos cómo hay que vencerlo.
El orgullo y el ego van muy de la mano. Podemos caer en la tentación de pensar así: “¿quién se ha creído ese para ofenderme?” Ahora yo te pregunto, ¿quién te crees tú para que no te ofendan? Hay que poner al orgullo en el lugar al que pertenece, al fondo del abismo, madurar y tratar siempre de ver lo bueno que hay en las personas. ¿Que no veo nada bueno? ¡Ah! Pues es entonces cuando debes hacer un trabajo personal profundo y en conciencia reconocer que estás haciendo de la soberbia tu comadre porque de verdad todos tenemos algo bueno. Como decía san Agustín: “Procura adquirir las virtudes que crees que faltan en tus hermanos y ya no verás los defectos, porque no los tendrás tú”.
En pocas palabras: LO QUE TE CHOCA, TE CHECA… En este caso el orgullo no te levanta sino que te hunde aún más.
Se necesita mucha humildad para reconocer todo aquello que Dios merece que yo mejore por amor a Él. Pídele que te dé la capacidad de ver a todos los demás a través de sus ojos, sobre todo a aquellos que más te cuesta tolerar.
Ejercicio: Piensa en esa persona que más te hace perder el control. ¿Qué botón aprieta en ti que hace que no la toleres o pierdas el control? ¿Qué será lo que tú debas mejorar o cambiar para que su acción o actitud te deje de molestar?

Día 4

En este cuarto día que tu intención sea pedir a Dios que haga crecer tu capacidad de controlar cualquier temperamento colérico o iracundo que haya en ti.
Reflexión. Esa bendita ira que nos empuja a decir lo que por misericordia debiéramos callar y a callar lo que por caridad debiéramos decir.
Cuántas veces decimos: “es que fulano me hizo enojar”, “es que él tiene la culpa de que yo reaccione así”. ¿Te das cuenta de que le estás dando total poder a otro sobre ti? ¡Quítaselo! Ese poder es solo tuyo porque Dios te lo dio a ti. Ese poder se llama voluntad y libre albedrío de elegir que nadie te quita tu paz porque como a san Pablo, todo lo puedes en Cristo que te conforta.
Insisto, tu capacidad de perdonar habla mucho del tamaño de tu alma y de tu generosidad. Si no sabes cómo perdonar, simplemente voltea con el “Perdón hecho hombre” (Dios) y dile: -No sé cómo hacerle. Enséñame Tú y dame un corazón hecho a tu medida.
Muchas veces lo que Dios necesita para obrar milagros en tu alma como lo es el perdón, es tu buena disposición a soltar ese “cáncer” como lo es el rencor, la ira y el resentimiento. Dios quiere que tu vida se convierta en una fuente de humildad.

Ejercicio: pon muchísima atención en ti y en tus reacciones. ¿A qué le estás dando poder de quitarte la paz; hacia qué y por qué reaccionas con ira? Cuando sientas que estás a punto de perder el control invoca el nombre de Dios con esta jaculatoria: “Justo juez, justo juez, pon mi alma a tus pies”.

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