Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 3 de enero de 2015

EL ÁRBOL DE NAVIDAD

Quiero un árbol de Navidad y en él colgar, en lugar de regalos los nombres de mis amigos. Los que viven lejos y los que viven cerca

Los antiguos y los más recientes

Los que siempre recuerdo y los que a veces olvido…

Los de las horas difíciles y los de las horas felices…

Los que sin querer herí y los que sin querer me hirieron.

Aquellos que conozco profundamente

Mis amigos humildes y mis amigos importantes.

Los que me enseñaron y los que tal vez  aprendieron un poquito de mí…

Quiero que este árbol tenga raíces profundas.

Para que los nombres de mis amigos  nunca sean arrancados de mi corazón.

Y que sus ramas se extiendan para agregar nuevos nombres
que venidos de todas partes se junten con los existentes

Un árbol de sombra agradable para que nuestra amistad

Sea un momento de reposo en la lucha diaria de la vida.










viernes, 2 de enero de 2015

Empezar el año con sentido común

Janell Burley Hofmann es una madre americana de cinco hijos (Gregory de 13 años, Brendan 10, Ella 8, Lily 6 y Cassidy 5). Ella es escritora y conduce un movimiento que pretende educar en el uso responsable de las nuevas tecnologías en la familia. Amante de la vida y de sus hijos, tiene un blog y es colaboradora habitual de The Huffington Post y de otros medios americanos.
En sus artículos y post, Janell expone sus reflexiones y los métodos educativos que aplica a sus propios hijos. En uno de ellos explica cómo su hijo mayor Gregory (13 años) llevaba suplicando casi un año por tener un iPhone. Consciente de que el uso de esta herramienta tecnológica exige responsabilidad y que existen unos riesgos, Janell exigió a su hijo firmar un contrato para tener su preciado iPhone. Se lo regaló por Navidad, porque se lo merecía, cuenta la madre en su blog. Pero a cambio, estas fueron las 18 reglas que Gregory tenía que cumplir, unas normas que, ella pensó, también le servirán para la vida:
1. Es mi teléfono. Yo lo compré. Yo lo pagué. Yo te lo presto. ¿A qué soy genial?
2. Yo siempre sabré la contraseña.
3. Si suena, cógelo. Di «hola». Sé educado. Coge siempre, siempre, la llamada de mamá y papá.
4. Entregará el teléfono a mamá o a papá a las 7:30 de la mañana cada día de colegio y a las 9:00 de la tarde durante el fin de semana. Estará apagado toda la noche y se volverá a encender a las 7:30 de la mañana. Si no llamarías al teléfono fijo de alguien, porque pueden responder sus padres, tampoco llames o envíes mensajes al móvil. Respeta a las otras familias como nos gusta que nos respeten a nosotros.
5. No te llevarás el iPhone al colegio. Conversa y habla con la gente y con tus amigos en persona. Los días de media jornada, las excursiones y las actividades extraescolares requerirán consideraciones especiales.
6. Si el iPhone se cae, se golpea o se estropea, tú eres el responsable. Por tanto, asumirás los costes de la sustitución o de la reparación. Para ello ahorra dinero de tu cumpleaños o realiza otros trabajos: corta el césped, haz de canguro... Si el iPhone se rompe, tendrás que estar preparado.
7. No uses el iPhone para mentir, hacer tonterías o engañar a otro ser humano. No te involucres en conversaciones que sean dañinas para los demás. Sé un buen amigo.
8. No envíes mensajes, correos electrónicos o digas nada a través del iPhone que no dirías en persona.
9. No envíes mensajes, correos electrónicos o digas a alguien algo que no le dirías en voz alta y en presencia de sus padres. Autocensúrate.
10. Nada de pornografía. Busca en la web información que compartirías abiertamente conmigo. Si tienes alguna duda sobre algo, pregunta a una persona. Preferiblemente, a tu padre o a mí.
11. Apágalo o siléncialo cuando te encuentres en lugares públicos. Especialmente en restaurantes, en el cine o mientras hablas con otro ser humano. No eres una persona maleducada, no dejes que el iPhone cambie eso.
12. No envíes ni recibas imágenes íntimas tuyas ni de otras personas. No te rías. Algún día estarás tentado de hacerlo, a pesar de tu gran inteligencia. Es arriesgado y puede arruinar tu vida de adolescente, joven y adulto. Es siempre una mala idea. El ciberespacio es más poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo de esa magnitud desaparezca, incluyendo una mala reputación.
13. No hagas millones de fotos o vídeos. No hay necesidad de documentar todo. Vive tus experiencias. Quedarán almacenas en tu memoria para toda la eternidad.
14. A veces conviene dejar el iPhone en casa. Siéntete seguro de esa decisión. No es un ser vivo ni una ninguna extensión de tu cuerpo. Aprende a vivir sin él. Tienes que vencer el miedo a perderte algo que está ocurriendo y a estar siempre conectado.
15. Bájate música que sea nueva o clásica o diferente de la que millones de chicos como tú escuchan, que es siempre lo mismo. Tu generación tiene un acceso a la música mayor que cualquier otra de la historia. Aprovécha ese don. Expande tus horizontes.
16.De vez en cuando puedes jugar a juegos de palabras, puzzles y rompecabezas.
17. Mantén tus ojos abiertos. Observa el mundo que te rodea. Mira por la ventana. Escucha a los pájaros. Date un paseo. Habla con un desconocido. Pregúntate sin es necesario buscar en Google.
18. Meterás la pata. Te quitaré el teléfono. Nos sentaremos y hablaremos sobre ello. Volveremos a empezar. Tú y yo siempre estamos aprendiendo. Somos un equipo. Estamos juntos en esto.
El resultado
Un año después, Janell escribió un nuevo artículo en The Huffingon Post reconociendo que el contrato funcionaba, aunque no había sido fácil. Como ella esperaba, le tuvo que quitar el teléfono y comenzar de nuevo. Pero los resultados han sido positivos: ella ha aprendido, gracias a su hijo, sobre nuevas aplicaciones y redes sociales. Aunque no es lo más importante: La familia se ha convertido en usuarios responsables de la tecnología. Dice Janell «todos tratamos de mantener los ojos abiertos. Ver cómo el mundo pasa a nuestro alrededor. Nuestras normas tecnológicas no solo se aplican al iPhone, también a la vida».
Janell da una conclusión final, que parece animar a otros familias. «La tecnología es una hermosa herramienta, emocionante, de nuestro mundo. Deja que sea divetido, que sea una herramienta social, creativa y expansiva. Gregory sabe que nunca podrá sustituir la lectura de un libro o un café con un amigo o un paseo por el bosque, pero ambas cosas puede coexistir».






jueves, 1 de enero de 2015

Una historia real

Desde que murió su esposa el pasado 21 de agosto, Vinto Scarabello, de 93 años, no ha dejado de visitar el nicho cada domingo en el cementerio de San Pedro, en Fresno (California).

Él y Norma Louise Rinetti contrajeron matrimonio el 18 de noviembre de 1950, así que llevaban casados casi 64 años cuando un cáncer fulminante se la llevó. Vivían muy enamorados y, mientras ambos pudieron, no faltaban el sábado de cada mes que tocaba baile. Y hasta en los últimos años pudieron hacer tres cruceros juntos, acompañados de su hija Denise y su marido, de su hijo David y su esposa y de su nieta Michelle, e incluso viajar a Italia, país de origen de los padres de Norma, aunque ella ya había nacido en Estados Unidos
en 1929.

La sorpresa de las flores

Todo hasta aquí era una historia normal de un matrimonio duradero y bien avenido que sufre la inevitable ruptura de la muerte en su momento biológico natural. Pero algo empezó a suceder cada vez que Vinto llevaba flores a la tumba. Fuesen del color que fuesen, ya se tratase de crisantemos o de rosas, compradas o tomadas del propio jardín de Vinto, acababan volviéndose de una intensa tonalidad púrpura... que era el color favorito de Norma.

Su marido lo ha visto como una señal, tal como explica KMPH News, un canal afiliado a la Fox. Una señal ¿de qué? Vinto, católico como Norma, vivía alejado de la iglesia. Su mujer, sin embargo, formaba parte de la Italian Catholic Federation [Federación Católica Italiana], una organización sin ánimo de lucro cuyas actividades tienen como finalidad fomentar la fe y en espíritu de familia entre sus miembros.

Fundada en 1924 por inmigrantes italianos, en los últimos años se ha abierto a todo tipo de personas, siempre con la intención de "mantener y fomentar el espíritu religioso entre sus afiliados y difundir ese espíritu en su comunidad", en colaboración con parroquias y otras instituciones católicas y bajo el patronazgo de Santa Francisca Javier Cabrini (1850-1917), fundadora de las Misioneras del Sagrado Corazón y que, aunque italiana de nacimiento, como adquirió la nacionalidad estadounidense tras muchos años de misión allí, se convirtió en 1946 en la primera persona canonizada de su país de acogida.

Reencuentro con la iglesia

Con estos antecedentes y la profunda religiosidad de Norma (ante cuyo féretro se rezó el Rosario antes del funeral), para Vinto fue fácil interpretar lo que estaba pasando. Aunque los expertos señalan que esos cambios de tonalidad en las flores son frecuentes, para el anciano no es casualidad que suceda justo con ese color, independientemente del tipo de flor, y habla de "milagro", y así lo ha comentado con su párroco.

En cualquier caso, el hecho ha tenido una consecuencia inmediata: Vinto ha vuelto a frecuentar la iglesia. "Estoy muy contento, realmente contento de haber vuelto a la iglesia", confiesa. Y, emocionado, le manda un mensaje a su esposa: "Que la querré hasta que me muera y que la echo de menos, pero que volveremos a encontrarnos".

martes, 30 de diciembre de 2014

Reflexión

Casi acaba el año y con frecuencia se suele comentar sobre lo rápido que ha pasado, y es cierto, la vida pasa a velocidad, cuando nos queremos dar cuenta tanto lo bueno como lo malo han acabado; aunque a decir verdad da la sensación que lo malo pasa más lentamente, pero no deja de ser una percepción subjetiva.

Acaba el año y lo importante es ver como lo hemos aprovechado, los lamentos y las quejas son de ordinario muy poco práctico si no desembocan en rectificaciones y propósitos de mejora.

A mi juicio debemos huir de la tentación más frecuente: echarle la culpa de nuestras desgracias a los demás. Hay un fandango de Huelva que dice así: “pensamientos míos no me traiciones y no culpes a nadie de mis errores”. Pues eso, echarle la culpa a los demás o a las circunstancias más o menos adversas es un claro indicio de inmadurez, ¡balones fuera!, como si porque busquemos chivos expiatorios las cosas se fueran a arreglar…

Estamos en los ultimísimos días del año, vamos a aprovecharlos realizando una especie de examen personal y dejémonos de lamentos, quejas y otras zarandajas y pasemos a la acción, reconocer nuestros errores, aprender de ellos y con la ayuda de Dios tratar de superarlos poco a poco.


Pienso que es la mejor forma de encarar el Año Nuevo para que realmente sea un Feliz Año Nuevo.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Historieta aleccionadora

Una historieta popular del Cercano Oriente cuenta que un joven llegó al borde de un oasis contiguo a un pueblo y acercándose a un anciano le preguntó:
—¿Qué clase de personas vive en este lugar?
—¿Qué clase de personas vive en el lugar de donde tú vienes?, preguntó a su vez el anciano.
—Oh, un grupo de egoístas y malvados, replicó el joven, estoy encantado de haberme ido de allí.  A lo cual el anciano contestó:
 —Lo mismo vas a encontrar aquí.

Ese mismo día otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano, preguntó:
—¿Qué clase de personas vive en este lugar?  El viejo respondió con la misma pregunta:
—¿Qué clase de personas vive en el lugar de donde tú vienes?
—Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado.
—Lo mismo encontrarás aquí, respondió el anciano.

Un hombre que había oído ambas conversaciones preguntó al viejo:
—¿Cómo es posible dar dos respuestas diferentes a la misma pregunta?  A lo cual el viejo respondió:
—Cada cual lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no encontró nada nuevo en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí. Aquel que encontró amigos allá, podrá encontrar también amigos aquí, porque, a decir verdad, tu actitud mental es lo único en tu vida sobre lo cual puedes mantener control absoluto.

Siempre que tengas una actitud positiva hallarás la verdadera riqueza de la vida. Si miras dentro de ti sabrás que posees una gran fortaleza para entregar y para descubrir todas las cosas buenas en los demás. ¡Qué siempre encuentres un oasis de paz!