Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 28 de enero de 2012

¿Violencia de qué?


Acabo de leer en un periódico que estamos en un mes negro, cinco mujeres han muerto a manos de sus maridos y compañeros. Yo diría que se ha comprobado que ni los cambios de nombre, ni la dureza de las leyes, son capaces de acabar con estos asesinatos.
Quizás ha llegado la hora de pensar que está fallando para que todas las medidas “estrella” que nos vendieron en su momento se hayan estrellado contra el muro de la dura realidad.
Daba la idea Tácito que cuanto más leyes da un   gobierno peor gobierna; pienso que estos hechos demuestran lo atinado que estaba Tácito, yo añadiría, sobre todo cuando se legisla con demagogia y se ignora las causas últimas de lo que acontece. Volvemos a lo de siempre, hay que pensar y hay que ser muy recto para llamar a las cosas por su nombre y dejarnos de eufemismos.
La causa de estos asesinatos es el desprecio a la vida humana, a veces sorprende que los motivos son a veces nimiedades; estoy pensando en la noticia de un señor en Bailén dispuesto a matar a su hermana y su cuñado porque se oponían a que pusiera palomos en la terraza de su casa, la tragedia acabó con la muerte de su sobrina.
Desprecio a la vida humana que la tenemos en proporciones alarmantes en el crimen del aborto. Valoramos mas una noche de juerga y sus posibles consecuencias que el hecho de acabar con la vida de la persona concebida y no nacida. Con semejante filosofía no nos puede extrañar que el desprecio por la vida humana vaya en aumento. A veces, para disimular, se saca la “pancartilla del No a la guerra” y seguimos ampliando la base del desprecio a la vida humana porque a lo fácil se suman muchos que no saben ni tienen idea de cosas elementales.
Los medios de comunicación con sus medias verdades y tergiversaciones tienen mucha culpa de que la ignorancia se extienda a velocidades increíbles llegando siempre a los intelectualmente más débiles.
¿Cuál es entonces la verdadera solución?. La primera que pienso es la educación, urge que haya una verdadera Ley de enseñanza, que enseñe a las personas a pensar, volver a las Humanidades. Formar cabezas rectas con argumentos.
La segunda sería hacerles ser conscientes a los medios de comunicación que pueden ayudar con su rectitud en la información a que las personas se den cuenta que así no vamos a ningún sitio, más que a lamentarnos de cada nuevo asesinato, que no violencia y menos de género.
Me gustará acabar haciendo una llamada a la claridad, hablemos todos claro, sin miedos, sin disimulos. La lengua española es muy rica y tiene un nombre para cada cosa, apliquémoslos y contribuyamos entre todos a hacer una apuesta seria por la defensa de toda vida humana, nacida o no.


viernes, 27 de enero de 2012

La libertad, ¿don o castigo?

La palabra mas utilizada probablemente es “libertad”. Todos la reclamamos y la exigimos. ¿Pero que es la libertad?

Ahora en esta España nuestra y en otras partes del mundo no se acaba de ver bien que se hable de Dios, sin embargo yo quiero empezar mi reflexión recordando que el hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza y nos ha dado la libertad y por eso la reclamamos, la tenemos “impresa” dentro de cada uno.

Pero a veces se reclama una libertad que no es tal, no sabemos lo que es la libertad.

Una definición de libertad la he encontrado en un libro buenísimo que se llama “La libertad vivida” de Jutta Burggraf. La libertad es la capacidad radical de ser protagonistas de nuestra vida.

Con nuestra libertad podemos hacer cosas buenas y lo contrario; es el hombre el único ser de la tierra que tiene esta capacidad, es dueño de su destino, por eso decía Agustín de Hipona: “Dios que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti”. Dios respeta porque quiere nuestra libertad.

Pienso que el mérito o el demérito de cualquier acto humano viene dado por dos coordenadas:

a) la libertad
b) el amor

La libertad, porque todo acto humano (no del hombre), tiene que ser una acción querida libremente sin que nadie ni nada nos coaccione;

El amor, porque podemos hacer cosas libremente y sin amor, por obligación, costumbre, aburrimiento o poniendo cariño en lo que hacemos, así nos encontramos a la persona que va al trabajo todos los días refunfuñando, quejándose, o la que va con otro ánimo, depende de cada uno.

La libertad y el Amor a veces, en un tanto por ciento bastante elevado, se confunden; la libertad con hacer lo que me da la gana, sea lo que sea; y el amor lo confunden con la atracción sexual.

 Si la persona ha sido creada a imagen de Dios, es decir, nos parecemos a Dios, conforme mas actos buenos haga, mas se parecerá a Dios;  (ejemplo de unos padres trabajadores y que fueron buenos estudiantes, en la medida que su hija sea buena estudiante, se parecerá más a sus padres que si por el contrario no estudia). Igual nos pasa a nosotros con Dios; a veces reducimos la religión a “cumplir con Dios” y eso no convence a nadie. Por eso la libertad es la capacidad de disponer de nuestra vida conforme al fin para el que fuimos creados. Es verdad que la libertad nos permite hacer el bien o el mal, pero en la medida que hacemos el bien nos parecemos a Dios.

Dios no es enemigo de nuestra libertad, todo lo contrario, nos la ha dado, ha corrido el riesgo de nuestra libertad sabiendo que muchísimas veces íbamos a darle un mal uso.

La formación, la educación no es otra cosa que enseñar a las personas a administrar su libertad, proporcionarles conocimientos, argumentos que les lleven a pensar, a reflexionar para que sepan darle sentido a su vida, pero sin olvidar que a cada una le toca decidir y hay que respetar las decisiones aunque no se compartan.

En definitiva, para vivir la libertad, lo primero saber quienes somos porque la libertad viene unida al ser personas, somos hijos de Dios y como tales tenemos que actuar, me cargo de un plumazo la idea nefasta de que la religión son unas prácticas externas, piadosillas y un mucho aburridas; la religión es coherencia de vida. Tratar de actuar como lo que somos.

Amueblar nuestra cabeza a través de la formación para tener criterio y así sabremos vivir en libertad.

miércoles, 25 de enero de 2012

Coherencia. (Opinión personal)


Me acuerdo de un chiste que dice así: “Iba un hombre todos los días a un bar, pedía varias copas de vino, se tapaba la nariz y se las bebía una tras otra. El camarero intrigado le preguntó cual era el motivo de su forma de proceder, a lo que contestó el hombre: es que mi médico me ha dicho que el vino ni olerlo”.

Ayer publiqué en el blog una frase de Martin Luther King que para facilidad de los lectores la voy a repetir: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena”. Vaya por delante que yo no divido el mundo en buenos y malos, me parece muy simplista, todos hacemos cosas buenas y malas, pero sí que estoy de acuerdo con el famoso líder americano asesinado, lo que verdaderamente da pena es la indiferencia, la apatía de las personas que por sus convicciones no tendrían que serlo.

A veces nos puede pasar como al del chiste narrado, que pensaba que por no oler el vino ya podía beberlo, no conocía o no había querido captar el consejo del médico. Ante las cosas que pasan y que exigirían una actuación contundente, miramos para otro sitio, nos tapamos la nariz.

Quizás tendríamos que mirar en el diccionario el significado de la palabra coherencia, quiero ahorrarle trabajo al lector (parece que hoy quiero hacer buenas acciones y estoy dispuesta a ahorrarle a los que me lean esfuerzos) y la voy a escribir: “Conexión o relación lógica de unas cosas con otras, de la que no se derivan contradicciones”.

Elevada esta definición a la persona, se podría decir que una persona coherente es aquella que actúa conforme a su recto juicio, sin contradicciones, sin decir una cosa y hacer otra.

Les propongo que piensen un poco en comportamientos cercanos, yo solo me voy a fijar en uno porque tengo la intención de volver a hablar de coherencia. Y me refiero al aborto, ¿puede haber alguna razón que permita matar a seres humanos indefensos en el vientre de su madre?, ¿cómo es posible que se oiga el “No a la guerra” y no se oiga el “No al aborto?, ¿cómo es posible que políticos que presumen de humanismo cristiano toleren estos crímenes?.

¿Es eso coherencia?.

El fondo rojo es una alerta para que recordemos la sangre que se derrama en los crímenes, también los del aborto.

martes, 24 de enero de 2012

Mas frases interesantes


No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena…”.(Martin Luther King)

Cada uno en su oficio puede alabar a Dios. (Cervantes)

Buscas la alegría en torno a ti y en el mundo. ¿No sabes que solo nace en el fondo del corazón?  (Rabindranath Tagore)

Muchas personas se pierden las pequeñas alegría mientras aguardan la gran felicidad. (Pearl S. Buck)

Lo difícil no es estar con los amigos cuando tienen razón, sino cuando se equivocan. (André Malraux).


lunes, 23 de enero de 2012

Frases breves



El hombre mas noble a todo se acomoda, aunque no sea obsequioso. El hombre inferior es obsequioso, pero no se acomoda a los demás. (Confucio)

Siempre en nuestra vida hay algo que desearíamos no haber hecho. Pero ya está hecho. Y lo único que podemos hacer es sacar de este error las consecuencias mas favorables. (Ugo Betti)

De nada le sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos. (Thomas Carlyle)

El sabio solo usa de acritud contra sí mismo, y es amable con los demás. (Plutarco)

domingo, 22 de enero de 2012

¿Por qué una opinión va a ser mejor que otras?


—Bien, yo no digo que tener la verdad suponga instintos homicidas, pero la historia nos enseña que los hombres que pensaban que siempre tenían razón han sido causantes de guerras, persecuciones, esclavitud, racismo y otras muchas desgracias.
Debo decir que a mí también me parecen muy peligrosos los hombres que piensan tener siempre razón.
Pero una cosa es pretender tener siempre razón, y otra bien distinta decir que existe una verdad universal sobre el bien y el mal, que todos debemos procurar descubrir.
Hay que decir, además, que esos relativistas light también acuden furtivamente a la verdad objetiva cuando les interesa. Por ejemplo, cuando presentan como malas las guerras, las persecuciones, la esclavitud o el racismo (y supongo que queda claro que estoy de acuerdo en que lo son), están ya dando por establecida una verdad objetiva previa sobre la que no discuten.
—De acuerdo, pero ¿qué derecho tengo yo, o cualquier otra persona, a decidir que mi opinión es mejor que las otras?
Es distinto decir de modo altivo "mi opinión es la mejor" (entre otras cosas, porque puede fácilmente no serlo), a decir que, en esa búsqueda de la verdad en que todos debemos estar empeñados, las opiniones que más se acerquen a ella son mejores que las opiniones que estén más lejos.
Lógicamente, el hecho de que exista una verdad universal no da derecho a nadie para ir por la vida como dando lecciones, como engreído poseedor único y absoluto de la verdad: eso sería fundamentalismo (cuestión que trataremos más adelante). Además, como le dijo el Obispo Ambrosio a Agustín de Hipona, no somos nosotros los que poseemos la verdad, es la verdad la que nos posee.
Y como decía Ortega y Gasset, el hombre necesita absolutamente la verdad; y al revés, la verdad es lo único que esencialmente necesita el hombre, su única necesidad incondicional.
No se puede decir que la verdad no exista, ni que dé igual una verdad que otra, ni que la verdad se vaya a componer entre las opiniones de todos. Pero sí ha de aceptarse –aunque se tenga una firme certeza moral sobre una serie de verdades–, que muchos otros tendrán parte de la verdad en ámbitos muy diversos, y también nos iluminan con sus aportaciones y sus hallazgos en esa necesaria y liberadora búsqueda de la verdad.
—Piensas entonces que el problema se reduce a aficionarse a buscar la verdad.
Sí, y es preciso tener presente que los hombres somos a veces muy aficionados a buscar la verdad, pero bastante reacios a aceptarla.
A los hombres –decía Gilson–, no nos gusta que la evidencia racional nos acorrale. Incluso cuando la verdad está ahí, en su impersonal e imperiosa objetividad, muchas veces sigue en pie nuestra mayor dificultad: someternos a ella a pesar de no ser exclusivamente nuestra.

(Alfonso Aguiló)
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