Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

viernes, 10 de julio de 2015

A tener en cuenta

5 consejos prácticos para dominar las preocupaciones que nos atenazan...


Si nuestra preocupación es por algo presente, es útil el analizar cuidadosamente el problema, luego buscar lo que se puede hacer para solucionarlo, y finalmente decidirse por alguno de los medios que aparecen.

2.- No hacer grande lo pequeño. No agitarse por naderías. Válgase de aquel dicho popular: “Más se perdió en el diluvio”

3.- Alegrarnos de lo que tenemos y no prestar atención fija en lo que no tenemos y que quizá ni falta nos hace. Muchas de nuestras exigencias no nos hacen felices, solo crean servidumbres y preocupaciones.

4.- No hagamos caso de críticas, calumnias o burlas. Hagamos el bien y dejemos que critiquen. Es frecuente que se critique a personas que valen y precisamente porque en algo se están destacando. También a Cristo lo criticaron y aún lo traicionó un amigo. Que las críticas nos ayuden a perfeccionarnos.

5.- El encomendarse a Dios y confiar en su poder y en su amor a nosotros, disipa muchas preocupaciones.
  

jueves, 9 de julio de 2015

Experiencia contada por su protagonista

Yo aborté y digo que el aborto no es una salida, sino la entrada a un camino lleno de sufrimiento»


ReL recomienda, publicado en La Opción V y en Aleteia, este testimonio de una mujer que abortó con 26 años y con sus estudios profesionales ya cursados. Tenía incluso el apoyo de su pareja. Pero aún así el miedo al futuro le llevó a abortar.
"En el instante que salí un terrible arrepentimiento me invadió porque se me abrieron los ojos: ¡había matado a mi propio hijo!", recuerda.
 Estas son sus palabras.

Me animé a redactar este testimonio gracias a que encontré por fin el inicio de la paz y el perdón que tanto andaba buscando desde que, hace un año, opté por la decisión “más fácil”, “más cómoda”, la que “dañaría a menos personas”, y la que al mismo tiempo terminó dañando a la persona que más amé hasta el momento: mi propio hijo.

Hace un año mi novio y yo, que llevamos juntos 7 años, descubrimos que estábamos esperando un hijo. Esto pasó cuando yo no podía seguir tomando anticonceptivos por motivos de salud. Fue una noticia que me dejó sin aliento. Sentí que perdía el juicio. Yo no era una adolescente de 15 o 20 años, ya tenía 26 y una carrera profesional concluida, al igual que él.

Simplemente sentí que no podría con la responsabilidad, que no estaba preparada, que no podría darle todo lo que pensé darle a mi primer hijo. Ahora puedo resumirlo en puro egoísmo. Una de las cosas que más me reprocho es que mi novio había aceptado con alegría la noticia y, al ver mi negativa, me propuso que lo tenga y que después me olvidase de él, que él lo criaría. A eso yo le respondí: “Si tengo este hijo, me perderás a mí, porque no lo voy a soportar. O me ayudas, o lo hago sola”. Y así, en cuestión de horas, terminó aceptando.

Buscar a alguien dispuesto a “ayudarme” no fue difícil. Yo me mostraba muy decidida, aunque en el fondo el miedo me dominaba. Aunque no quería aceptarlo, yo ya lo estaba amando así de chiquito, casi imperceptible como lo vimos en la ecografía. En fin, llegó el día y muy segura fui a la clínica y en cuestión de minutos acabaron no sólo con mi hijo, sino con una parte de mí. Hoy puedo decirles que el dolor físico no es siquiera comparable con el dolor que sentía en el alma.

En el instante que salí un terrible arrepentimiento me invadió porque se me abrieron los ojos: ¡había matado a mi propio hijo! Eso fue peor que arrancarme una pierna o un brazo. Mi novio también experimentó el mismo arrepentimiento y desde entonces solo buscamos formas de evadir el dolor. Nos sumergimos en el trabajo, en la rutina, en las cosas materiales, pero nada hacía que el dolor realmente pasara o mejorara y que volviéramos a sentirnos en paz. No había un solo día que no me sintiera arrepentida, que no llorara. Le pedí perdón a Dios muchas veces, empecé a leer la Biblia en busca de respuestas, iba a Misa, pero no me animaba a confesarme porque pensaba que no me perdonarían.

Recién después de un año tuve el valor de ir y confesarme. Ese día pude redescubrir el amor infinito de Dios, darme cuenta que muy a pesar de lo que pensaba, Él me perdonaba. Sí, Dios me perdonó, pero aún así, algo me pasaba, algo que no comprendía.

Pasaron los días y meses, y mi novio y yo decidimos retomar los planes de matrimonio. Entre los requisitos estaba el curso de novios que teníamos que llevar. Fuimos como quien cumple un requisito más y ya, sin saber que era la oportunidad que Dios estaba poniendo en nuestras vidas para retomar su camino y para no volver a alejarnos de Él.

Sí, ahora comprendo que lo que me pasó fue por eso, porque me alejé de Él, porque las decisiones malas llegan con más facilidad a nuestra mente cuando nuestra parte espiritual está vacía o dormida.

En el curso de novios decidimos volver a confesarnos y fue allí donde descubrí que lo que me pasaba era que yo no había terminado de perdonarme. Si Dios lo había hecho, ¿por qué yo no?

Conversé mucho con el sacerdote, fue una oportunidad de oro que ahora agradezco infinitamente y que desearía tuviesen las personas que alguna vez se hayan sentido perdidos espiritualmente.

En el mismo curso nos dimos cuenta que una cosa lleva a la otra, y que si nos hubiéramos esperado hasta el matrimonio, si hubiéramos cumplido con la parte de la castidad y la pureza, pues nada de esto habría sucedido.

Como el padre me dijo: “Dios escribe derecho con líneas torcidas”. Ahora creo firmemente que tengo un propósito de vida, más aún con lo que me pasó, y si mi testimonio puede ayudar a alguien que esté pensando que el aborto es la salida, pues tenga la seguridad que sólo será la entrada a un camino lleno de sufrimiento y dolor que no se lo deseo a nadie. 

miércoles, 8 de julio de 2015

Aforismos

La pasión de Pascal se contrapone a la frialdad de Descartes. Pero la frialdad de Descartes convirtió a la reina de Suecia.

Kant era un genio y concibió una ética racional que quizá solo él pudo vivir.

Es posible que Kierkegaard estuviera loco porque dijo muchas verdades.

Los cuadernos secretos de Wittgenstein han mostrado su íntimo deseo de ser honesto.


Chesterton decía de algunos poetas, pero sirve para muchos filósofos, que enloquecen intentando meter el universo en su cabeza, en lugar de meter su cabeza en el universo.


lunes, 6 de julio de 2015

Una historia actual esperanzadora

Está revolucionando la política alemana. Hace sombra a la poderosa Angela Merkel y hasta su nombre ha sonado para presidenta del país o futura canciller. Es el caso Úrsula Von der Leyen, una política atípica que está rompiendo moldes en Europa. Precisamente ahora es ministra de Trabajo y Asuntos Sociales en Alemania y en España es conocida por haber venido a ofrecer empleo a 5.000 jóvenes españoles. Esta alemana de 55 años es algo más que política. Los alemanes la llaman “la madre de la nación” pues tiene siete hijos. Durante sus años en la política se ha empeñado en demostrar la grandeza de los hijos, las enormes ventajas de los niños en la sociedad y ha luchado por abrir camino a las familias que quieren tener hijos en una Europa con una histórica crisis demográfica.

La importancia de rezar con sus hijos
Von der Leyen es además una mujer de fuertes convicciones religiosas. Es cristiana y practicante. Cuenta orgullosa lo importante que es desayunar todos los días con sus hijos y rezar con ellos antes de acudir a sus obligaciones en el Ministerio. Del mismo modo hace lo mismo por las noches antes de que sus hijos vayan a dormir. Es una de las principales valedoras en recuperar y poner en valor en Europa los valores cristianos que han forjado el continente siglos atrás. La familia juega aquí un papel esencial. Lo sabe. Y no le importa liderar esta revolución familiar. No es de extrañar, por tanto, que las feministas radicales la tengan en su punto de mira y esté siempre en la diana de  sus críticas e insultos.  “¡Esa mujer!”. Así se refieren a ella con desdén las feministas. Sin embargo, ella les replica que Alemania y Europa irían mejor con más mujeres como ella, es decir, madres.

Luchadora por la familia
Desde 2009 es ministra de Trabajo pero su incansable lucha por la familia viene de atrás pues previamente, de 2005 a 2009, fue ministra de Familia, Mujer y Juventud. Desde ese puesto legisló a favor de este colectivo y ayudó a que las familias puedan conciliar mejor el cuidado de los hijos y el trabajo. Algo básico hoy en día.
Úrsula ha mostrado también al mundo la falacia de que no se puede ser madre y progresar profesionalmente, sin tener que por ello renunciar a tener familia. Estudió Económicas y más tarde se doctoró en Medicina llegando a dedicarse a la investigación. Más tarde se trasladó a EEUU debido a compromisos laborales de su marido. Allí se dedicó a cuidar de sus hijos y a la investigación y vio la importancia de ayudar a la familia. A partir de ahí entró en la CDU alemana y comenzó su meteórica carrera política.

Su carrera contracorriente
Al llegar al Gobierno de Merkel fue consciente de que sus cinco compañeras del Ejecutivo, incluida Merkel, habían renunciado a la maternidad para dedicarse a la política. Ella era el bicho raro y lamenta que en su país “tener siete hijos esté mal visto, se considera casi una provocación”. Como ministra de Familia preparó una mini-revolución que fue hasta mal vista por su propio partido aunque ella siguió adelante. Propuso guarderías gratuitas y ayudas a los padres para el cuidado de sus hijos así como el permiso para que los padres pudiesen quedarse en casa cuidando de los niños. Pese a las críticas ella hablaba de sus experiencias familiares y cómo había podido conciliar trabajo y familia. “Me han llegado a preguntar si quiero encerrar a los padres a latigazos y eso demuestra el desprecio hacia todo lo que tenga que ver con el cuidado de los niños”.

La familia, cuna de valores
En una entrevista en ABC cuando aún era ministra de Familia, Von der Leyen aseguraba que “no soy una superwoman, donde estoy es el resultado de un largo camino de altibajos y decisiones con mi marido, y también de algunos errores”. “La familia recobra su importancia, no sólo como factor de equilibrio, sino como herramienta para transmitir directamente unos valores, una interioridad y una trascendencia. Además, comprobamos que sin niños un país no puede seguir existiendo, por razones económicas  y también emocionales”, afirmaba.

“Los niños no significan pobreza”
En este sentido, agregaba que “estamos en una situación muy crítica, sobre todo psicológicamente. Hay que volver a hablar del pan que los niños traen bajo el brazo: se llama alegría, fuerza creadora, seguridad futura…que los niños no significan pobreza, sino perspectiva”. Del mismo modo, Úrsula Von der Leyen afirma que hay que recuperar los valores de siempre, no existen los nuevos. “La familia, la responsabilidad por el otro, valores cristianos que deben ser traducidos a otros tiempos. La familia no puede pervivir mirando a lo que fue, su economía y la de todos es ya global y la mujer es hoy muy importante. Pero siguen importando que haya niños en las calles, la solidaridad generacional, la buena educación, la subsidiaridad, y hay que preguntarse cómo mantenerlas en un mundo moderno”.

“Tener cuatro hijos es dirigir una pyme”
En su opinión, la familia “recupera importancia frente a la globalización. La familia es donde se aprende la responsabilidad entre hijos y padres, los valores que queremos para mañana. La educación hoy es transfronteriza, pero igual necesita límites, pues de mayor uno encontrará reglas. Los niños siguen necesitando tiempo, y ejemplo: y deben conocer valor del esfuerzo para el éxito”. A pesar de ello ve cambios en el mundo actual. Hay ya empresas que prefieren a personal con familia que a solteros. La ministra responde que es algo normal pues “son las cabezas más flexibles, rápidas y maduras emocionalmente. Piense que tener cuatro hijos es ya dirigir una pyme”. 
Igualmente, cuenta su experiencia personal en Estados Unidos cuando se trasladó allí con su marido.  “Cuando me presentaba a trabajos en EEUU siempre me preguntaban qué hacía además del trabajo, si criaba niños o colaboraba con alguna asociación. ¡Me han dado puestos por tener hijos…En Europa me los darían por no tenerlos!”.