Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

viernes, 22 de enero de 2016

Otro comentario

Cuarto peligro de la naturaleza humana: Negocio sin ética

Busco en el diccionario el significado de la palabra ética y dice así: “Recto, conforme a la moral”. Y una segunda definición: “Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”. Y una tercera: “Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana”.


Y es que para poder vivir en sociedad y vivimos en ella, queramos o no, no nos queda otra que actuar conforme a lo que es propio del hombre, la moral. Y si no lo hacemos o mejor, si no procuramos vivir rectamente pasa lo que pasa y que por desgracia estamos viendo.

La realidad es muy tozuda, por eso pienso que no es necesario añadir más.

jueves, 21 de enero de 2016

Comentario

Tercer peligro de la naturaleza humana: Conocimiento sin carácter

Afirmaba Sócrates la tan conocida frase “solo sé que no sé nada” y como todos sabemos Sócrates era un filósofo sabio; precisamente por ser sabio se daba cuenta que la sabiduría que puede tener una persona es muy poca cosa; siempre es infinitamente mayor nuestro desconocimiento que lo que realmente conocemos. Ir por la vida presumiendo de lo que sabemos o hacemos es bastante ridículo y si los que nos escuchan no se ríen es porque se lo impide la educación o la caridad.


Pienso que es más interesante aspirar a saber lo que podamos con la certeza que siempre es muy poco, pero sobre todo aspirar a ser personas de carácter en las que se pueda confiar porque seamos personas fiables, de palabra, leales y esto conlleva un empeño serio por ir forjando nuestro carácter. 

Y esta tarea la llevamos a cabo todo el tiempo que dura nuestra vida, no nos engañemos, en esta tarea no hay vacaciones y mucho menos pensar que con la edad acaba el afán por mejorar.

miércoles, 20 de enero de 2016

La fidelidad según San Juan Pablo II

La primera dimensión de la fidelidad se llama búsqueda. Quien no busca ardiente, paciente y generosamente a su pareja ideal jamás tendrá a quien serle fiel. En esta dimensión hay que preguntarse a quién debo entregarle el resto de mis años para ser feliz buscando su felicidad.

Acogida, aceptación es la segunda dimensión. El “a quién debo consagrar mi vida” se transforma en un “te acepto”. Aceptar a tu pareja es confesar que estás pronta para todo lo bueno y difícil que venga. El momento crucial de la fidelidad es aceptar al amado como es.

La tercera dimensión de la fidelidad se llama coherencia. Vivir conforme a los compromisos por amor. Ser coherente significa aceptar incomprensiones y buscar soluciones a través del diálogo antes que permitir rupturas. He aquí el núcleo más íntimo de la fidelidad.

Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La cuarta dimensión es la constancia. “Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida”.

Es fiel quien no traiciona en las tinieblas lo que aceptó comprometiéndose. Ojalá que al final de tu matrimonio se pueda decir: “¡Siempre fieles!”
 
 


lunes, 18 de enero de 2016

Placer sin responsabilidad

2º peligro de la naturaleza humana: Placer sin responsabilidad.

Que a todas las personas nos gusta disfrutar es una verdad incuestionable; lo que ocurre que las formas de disfrutar difieren: hay quien disfruta bebiendo, otros paseando, otras leyendo e incluso hay quien disfruta haciendo sufrir a los que le rodean, esta realidad es digna de estudio, pero “haberlos haylos” que dirían en Galicia.

Todo lo que produce placer es apetecible, otra verdad incuestionable. El problema es que el hombre es un ser inteligente y libre pero para ser libre hay que ser responsable. Dicho de otro modo, la libertad y la responsabilidad tienen que ir de la mano: si yo me siento muy libre pero no soy responsable puedo hacer daño a los demás y a mí mismo.


Hay un dicho popular que afirma lo siguiente: “Dios perdona siempre; el hombre algunas veces; la naturaleza nunca”. Esto es conveniente tenerlo en cuenta para no llamarnos a engaño: el que la hace la paga bien en esta tierra, bien en la otra, pero no nos quepa la menor duda si no somos responsables de nuestros actos ante nosotros mismos, la sociedad y Dios, al final tendremos que enfrentarnos con nuestra responsabilidad.