Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 29 de julio de 2017

Reflexiones ajenas

Si quieres hallar en cualquier parte amistad, dulzura y poesía, llévalas contigo. GEORGES DUHAMEL

Me opongo a la violencia porque, cuando parece que hace bien, el bien es solamente temporal; el mal que hace es permanente. Mahatma Gandhi

El liderazgo es una oportunidad de servir, no de lucirse. J. Donald Walters


Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación. Proverbio árabe

viernes, 28 de julio de 2017

Ser feliz depende mucho de cada uno

5 hábitos que te vuelven una persona infeliz y no lo sabes

Una vez me dijeron que ser feliz es una cuestión de elección. Bien, yo estoy de acuerdo, pero es imposible negar que, de vez en cuando, desarrollamos algunos hábitos que nos hacen una persona infeliz. Y nosotros ni siquiera nos damos cuenta que los estamos desarrollando.
La culpa no es nuestra, quédate tranquila. De vez en cuando la gente se auto-sabotea y es normal. Y es por eso que estoy hoy aquí. Quiero que dejes de ser una persona infeliz o al menos que sepas el porqué. Pues de vez en cuando los enemigos somos nosotros mismos, ¿no?
¡Entonces, vamos allá!
Aquí tienes la lista de hábitos que te vuelven una persona infeliz y no lo sabes
1 – Te comparas con los demás
¿Sabes?, la vida no es una competencia. Compararse con otras personas y sus éxitos sólo hará que seas infeliz.
Es necesario entender que cada vida es una y que cada uno de nosotros carga sus propios pesos. ¿Conoces el dicho que dice: “El pasto del vecino siempre parece más verde?”. Pues eso. Mientras te comparas con una amiga y te sientes mal porque ha conseguido un buen trabajo y tú no, ella probablemente esté comparándose contigo también.
Y ahí la gente entra en una espiral de malestar infinito, donde la persona infeliz centra sus objetivos en las realizaciones del otro y no en las propias. Piensa en las cosas que quieres, y no en lo que el otro tiene y tú no. Trabaja en conseguir alcanzar tus propios objetivos, porque la única persona que puede darte felicidad de verdad eres tú misma.
2 – No centrarse en el presente
Una persona infeliz generalmente no logra asimilar que nosotros sólo tenemos el control del presente. Piensa bien: no podemos alterar el pasado y mucho menos prever el futuro.
El problema es que mucha gente se queda presa del pasado, guardando rencores y miedos antiguos, que ya deberían haber sido dejados de lado. Eso impide a cualquiera seguir adelante, ¿sabes? Quien vive del pasado es el museo, recuerda eso.
Y en cuanto al miedo del futuro, existe una metáfora que me ayuda mucho. Es la siguiente: piensa en nuestro futuro como un blanco y en nuestras acciones como un arco y una flecha. La gente mira, enfoca el blanco, posiciona el cuerpo, respira hondo y suelta la flecha. Y ahí, a partir de entonces, el recorrido no puede ya ser alterado por ti, y si se acierta en el blanco o no, sólo lo descubrimos más tarde.
Lo que te digo es lo siguiente: de los comportamientos que te hacen una persona infeliz sin saberlo, el de no enfocarse en el presente es quizás el más perjudicial. ¡Haz lo que puedas para que tu flecha llegue hasta el blanco, esfuérzate mucho, y nunca te aferres al pasado!
Y ahí la felicidad estará cada vez más cerca.
3 – Ser individualista
No saber pensar en el otro, y no querer compartir algunas cosas y momentos con otras personas es sólo un paso más para volverse una persona infeliz. ¿Ya oíste el dicho que dice: “Quien siembra, recoge?”
Pues eso. Recuerda algo fundamental para la felicidad que es la siguiente: si das amor, recibes. Si cuidas, ten la certeza de que cuidarán de ti después.
Si ayudas, serás ayudado, y así sucesivamente. “Es dando como se recibe. Es perdonando como se es perdonado”.
4 – No confiar en uno mismo
La inseguridad es un hábito que te vuelve una persona infeliz rápidamente. Porque te priva de actuar, te impide arriesgar y, peor aún, te hace dudar de ti misma. No dejes que eso suceda, ¿ok?
Recuerda que cuando la gente se cae, no pasa del suelo. Y es equivocándonos que también aprendemos. No tengas miedo del fracaso y mucho menos pienses que lo que haces no es suficiente.
En serio: no te hagas eso. Si no crees en tu propio potencial, qué dirás de los demás, ¿no es cierto?
5 – Pesimismos
Existe una enorme diferencia entre no alimentar expectativas y ser pesimista. Y es esta la diferencia entre una persona infeliz y una feliz.
La gente no alimenta expectativas para no decepcionarse después. Pero no pasa de eso. Cuando somos pesimistas, comenzamos un proyecto pensando que no saldrá bien, y no es así como funcionan las cosas.
Empiezas algo sin tesón justamente por pensar que no se llevará a cabo. Entonces te paseas por los pesimismos ajenos y manos a la obra.
Y, principalmente, esfuérzate en ser feliz
Todo el mundo merece ser feliz en este mundo. Todavía más una persona infeliz que ni siquiera sabe el motivo de tanta infelicidad. Es aprender a mirar dentro de ti misma y cuidar las heridas que te puedes haber causado.
¡Y hacia adelante!
Publicado en www.aleteia.com



miércoles, 26 de julio de 2017

Otra historia con moraleja

LA ROSA Y EL SAPO

Había una vez una rosa roja muy atractiva y bonita. Se sentía orgullosa al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente le miraba de lejos.
Un día descubrió que junto a ella siempre había un sapo grande y oscuro y que por eso nadie se le acercaba.
Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo:
- Está bien, si así lo quieres...
Poco tiempo después el sapo pasó por el lugar donde estaba la rosa y se sorprendió al verle totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.
Le dijo entonces: -¿Que te pasa?
La rosa contestó: -Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca he vuelto a ser la misma.
El sapo le contestó: - Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía las hormigas y por eso siempre eras la más bonita del jardín.


Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más valiosos o simplemente que no nos "sirven" para nada.
Dios no crea a nadie para que esté sobrando en este mundo, todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera somos conscientes.
Nadie está de mas en este mundo...
Sólo tenemos que descubrir el lugar de nuestra pincelada en el cuadro de la vida y respetar la ubicación de la pincelada ajena, porque sin ella, el cuadro queda incompleto

lunes, 24 de julio de 2017

Un poco largo pero interesante

¿Por qué en España abunda el ateísmo… y comienza a brillar la fe católica por su ausencia?

Es la pregunta que intentan resolver los teólogos y los responsables de Pastoral. Cualquier contribución positiva para que ese “problema” español del siglo XXI se resuelva es siempre loable. Lo cierto y curioso es que algunos de esa multitud de ateos tienen padres creyentes, y la inmensa mayoría de ellos tienen abuelos y sobre todo abuelas “católicos muy creyentes” (vamos, de esos de misa y rezo de santo rosario a diario).
¿Y entonces, por qué se ha dado ese bandazo tan negativo para la fe católica en apenas medio siglo?
De las muchas que habrá, relumbran dos poderosas razones:

Primera razón: la ignorancia religiosa casi absoluta a la que hemos conducido entre todos a esos que han acabado en el ateísmo. Nuestros abuelos (fueran más o menos buenos, más o menos practicantes) sabían el catecismo de memoria. Pero muchos de los niños y jóvenes de hoy apenas saben ni qué es eso de “catecismo” (en muchos sitios sustituyeron hace tiempo el catecismo por “cuadernos con dibujos religiosos para colorear”). Y así, infinidad de jóvenes de hoy no sabe qué es un sacramento, ni para qué sirve, ni cuántos sacramentos instituyó Jesucristo, ni qué es un mandamiento, ni para qué sirve... Quien lo sabe, es la excepción. Bueno, el porcentaje de alumnos de Instituto que no saben el Padrenuestro es altísimo. Y casi peor: el porcentaje de alumnos que no saben el Avemaría… es mucho mayor y de vergüenza (dato evidente de la invasión protestante en el catolicismo español, propiciada por los propios católicos españoles). Eso no me lo han contado: lo sé yo por propia experiencia.

De esta ignorancia supina se deduce una consecuencia lógica: Si yo desconozco por completo el Evangelio de Jesucristo, el Depósito de la fe católica, ¿en qué o en quién podré llegar a creer algún día, aunque deseara creer con todo el alma? Desde luego, en el Jesucristo de los Evangelios, nunca. Ahí radica la proliferación de tantas “religiones a la Carta” (como definió Benedicto XVI) que abundan en todas las familias, hasta en las “más creyentes”.

Segunda razón: Junto a esa ignorancia religiosa en cuestiones fundamentales, hay otra razón más básica aún: la educación en valores que estamos transmitiendo a nuestros hijos. Un sencillo ejemplo: Un padre puede incluso enseñar los Mandamientos de la Ley de Dios a sus hijos, y éstos aprenderlos; pero si les da una formación exclusiva en la vida “para que ganen dinero” (como yo he visto que sucede en la inmensa mayoría de los casos que conozco), está inyectando y desarrollando en su alma una pasión que se llama “avaricia”, y de nada le servirá saber los mandamientos y educar en la fe.

Jesucristo mismo me da la razón: «Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero» (Mt 6,24). El dios “dinero” está ocupando muchos corazones, y consecuencia de ello “el odio o el desprecio” (son palabras literales del Evangelio, no mías) al Dios de Jesucristo. Y así es absolutamente imposible alcanzar –y tampoco mantener- la fe católica, pues ésta supone un encuentro personal con el Dios que me están educando, incluso sin pretenderlo, a odiar o despreciar.

Este ejemplo de “avaricia” podría ampliarse y aplicarse con muchos más ejemplos de valores anti-evangélicos, todos ellos incluidos en los siete pecados o pasiones capitales de cualquier ser humano. El principal de todos ellos, en expresión de San Gregorio Magno, la soberbia, que según él es pecado “capitalísimo, pues de él dependen  los otros seis”  (avaricia, pereza, gula, lujuria, ira y envidia). También lo enseña Jesucristo en su santo Evangelio, por ejemplo para la soberbia: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes y se las has revelado a los humildes» (Mt 11,25). Humildad, sencillez, es exactamente el reverso de soberbia.

Mientras estas pasiones del alma aniden en el corazón de una persona, y no se la eduque justamente a lo contrario (es decir, a ser humilde, desprendido, etc.), estamos impidiendo la posibilidad de que encuentre a Dios, y así lo afirma el Evangelio.

Y a un descreído lo que menos le preocupa y le interesa es saber algo de Dios, y cuál es el comportamiento moral que Dios reclama, y cuáles son los mandamientos o los sacramentos, y qué enseña la Iglesia sobre paternidad responsable, y…

Para que todo esto y más cosas le preocupen y le interesen de verdad a alguien, antes debe germinar en su corazón una humilde semilla de fe cristiana católica. Y eso solamente es posible cuando su educación se fundamenta en unos valores evangélicos que no son patente de personas religiosas, sino de gente sencillamente honesta.

Porque luchar contra la soberbia para ser humilde, no es un asunto religioso, sino natural y humano; como lo es el combatir la lujuria, la pereza, la ira, la envidia, la gula y la avaricia. Esa lucha nos lleva a una educación en valores que nada tiene que ver con lo que sobreabunda en la actualidad.  Estos valores, que brotan del Evangelio de Jesucristo y brillan con luz propia, consiguen hacernos mejores personas. Y de paso, predisponen el alma para que encuentre al Señor de la Vida.

El tema de los pecados capitales es apasionante; y bastante desconocido para la catequesis actual, a causa de la persistente marginación que sufre en la mayoría de los programas de formación moral. Y lo cierto es que sin profundizar en este asunto, sin un examen minucioso para que del mismo surja una lucha ordenada contra las cegueras del alma, es imposible el mejoramiento de la calidad de vida de la persona humana, tan relajada y hasta masacrada por las olas de las pasiones que siempre se suscitan...

Conociendo bien las pasiones, percatándose de cómo actúan en el alma y, sobre todo, cómo se combaten con éxito, se mejorará sin duda el nivel moral de vida, exigencia que ya evocó Juan Pablo II: «Queridos hermanos: tened auténtico impulso profético al ayudar a los hombres de nuestro tiempo, que muchas veces caminan a ciegas en lo que se refiere a valores morales... En un mundo que brinda placeres fáciles e ilusiones falaces, es preciso saber caminar contra corriente, inspirándose en los valores morales esenciales, los únicos que permiten llevar una vida armoniosa, próspera y serena».

Manuel Arnaldos Martínez








domingo, 23 de julio de 2017

Otra historia con moraleja interesante

¿Alguna vez has visto un cachorro de erizo?.
Aunque sea en foto, me ha gustado y mucho más la moraleja. 

La fábula del erizo

Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.
Los erizos dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se  abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o  desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.
De esa forma pudieron sobrevivir.
Moraleja de la historia
La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con  los defectos de los demás y admirar sus cualidades.