Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

viernes, 20 de julio de 2012

Paradojas

Mucha gente dice que quiere ir al Cielo; sin embargo poca quiere morirse.

Mucha gente está ansiosa de ser amada, pero son pocos los que están dispuestos a dar su amor a los demás.
Mucha gente quiere que se la perdone; sin embargo, muy pocos están dispuestos a olvidar el daño recibido.

Mucha gente quiere tener amigos, pero pocos están dispuestos a establecer una relación duradera.
Mucha gente dice que quiere ayudar a los pobres; sin embargo, son muy pocos los que están dispuestos a compartir con ellos lo que tienen.

Mucha gente se asusta de las consecuencias del consumismo; sin embargo, son muy pocos los que deciden optar por un estilo de vida sobrio y responsable.
Los cristianos tendrían que imitar a Jesús; sin embargo, poco están dispuestos a ser crucificados.

miércoles, 18 de julio de 2012

Frases sobre la felicidad

La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.

La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar. Thomas Chalmers (1780-1847) Ministro presbiteriano, teólogo, escritor escocés.
Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.
Jean Paul Sartre (1905-1980) Filósofo y escritor francés

Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas. Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.
La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.
Henry Van Dyke (1852-1933) Escritor estadounidense

Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo. Leon Tolstoi (1828-1910) Escritor ruso.
El verdadero secreto de la felicidad consiste en exigir mucho de sí mismo y muy poco de los otros. Albert Guinon (1863-1923) Dramaturgo francés.

La felicidad es la certeza de no sentirse perdido. Jorge Bucay (1949-?) Escritor y psicoterapeuta argentino


lunes, 16 de julio de 2012

La patente de corso volteriana

Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net

Voltaire dedica todo el capítulo 8º de su tratado sobre la tolerancia a alabar el espíritu tolerante del pueblo romano. Cuando llega la hora de hablar de la crueldad de las persecuciones contra los cristianos, lo justifica (aparte de señalar que el número de los mártires no fue tan elevado como suponen los católicos, un curioso argumento) diciendo que fueron los cristianos quienes violentaron el culto tradicional, y que por tanto son ellos los verdaderamente intolerantes. Y que como intolerantes que eran, fueron justamente reprimidos de modo intolerante.
En otro momento, refiriéndose a Japón, justifica la atroz persecución contra los jesuitas en ese país, diciendo que los japoneses practicaban en su imperio doce religiones pacíficamente, y llegaron los jesuitas queriendo introducir la decimotercera. Y hablando sobre una situación similar en China, dice que "es verdad que el gran emperador Tont-Ching, el más sabio y magnánimo, quizá, que haya habido en China, ha expulsado a los jesuitas, pero no porque fuese intolerante, al contrario: porque los jesuitas lo eran".
Una y otra vez sale a relucir una intolerancia visceral hacia todo lo católico. A la hora de justificar la intolerancia, suele presentar precisamente casos en que es ejercida contra los católicos. Y cuando se trata de poner ejemplos de atropellos y de actitudes intolerantes ridículas, suelen aparecer siempre católicos como culpables de ellas.
Cuando habla sobre la discriminación de los católicos ingleses, comenta: "Yo no digo que los que no profesan la Religión del Príncipe (o sea, los que no son anglicanos) deban compartir los puestos y los honores con quienes profesan la religión dominante (los anglicanos). En Inglaterra, los católicos (...) no tienen acceso a los empleos públicos, y pagan el doble de impuestos, pero por lo demás gozan de todos los derechos de los ciudadanos". Es un consuelo –habría que decirle– que solo les hagan pagar el doble de impuestos, y que al menos les permitan vivir, aunque sin muchas facilidades para el empleo.
Como se ve con solo estos pocos ejemplos, la idea de que "hay que ser intolerante con el intolerante" es para Voltaire una patente de corso que le permite justificar actitudes intolerantes que difícilmente aprobaría un observador sensato.
Un eficaz artificio con el que el intolerante suele disfrazarse de hombre tolerante: él mismo juzga quién es el intolerante y qué castigo merece recibir en nombre de "su" concepto de tolerancia.
En los siglos anteriores, la intolerancia había sido cierta y lamentablemente frecuente en la historia, pero hasta entonces nadie se había atrevido a ejercer esa intolerancia en nombre de la mismísima tolerancia.