Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 31 de agosto de 2013

Contestador telefónico de los abuelos

Contestador telefónico de los abuelos
 
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viernes, 30 de agosto de 2013

Frases sobre la amabilidad y la afabilidad


El término amabilidad tiene su origen en el latín, concretamente toma como punto de partida el verbo “amare”, que es sinónimo de amar, y el sufijo “idad”, que es equivalente a cualidad. Una persona amable es aquella que por su actitud afable, complaciente y afectuosa es digna de ser amada. La amabilidad es siempre un claro exponente de madurez y de grandeza de espíritu, dado su carácter universal, integrador y de cálido acercamiento. La verdadera es la que surge de los sentimientos, la “otra” amabilidad, que se crea a partir de una obligación, tiene que ver con las formalidades y normas de conducta. Ésta solo sirve para seguir la corriente de lo que es socialmente aceptado.

Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien.  Antonio Machado

La inteligencia es un don, la amabilidad es una elección.  Jeff Bezos

Trata a tu inferior como quieras ser tratado por tu superior.  Séneca

El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen.  Johann W. Goethe

Cualquier hombre, en cualquier momento de la vida, puede ser tu amigo o enemigo, según te conduzcas con él.  Cleóbulo

Que el hombre sea noble, caritativo y bueno, puesto que sólo esto lo distingue de todos los otros seres.  Johann W. Goethe

jueves, 29 de agosto de 2013

La coherencia


Es el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros principios. Añadiría que la coherencia es el soporte humano de la fidelidad porque nos lleva a tener una conducta recta basada en principios firmes que los adquirimos a través de la formación que toda persona debe recibir.

La coherencia nos obliga a que tengamos una unidad entre nuestro comportamiento y nuestras creencias. Da autoridad.

Decía JPII: “En un mundo secularizado, ¿quién ayudará a los que dudan y están tentados de indiferencia, sino los cristianos transparentes, felices de creer y valientes para manifestar su fe?”.

Tenemos que ser personas fiables, convencidas de lo que creemos y procuramos vivir y eso siempre, en nuestro trabajo, con nuestra familia, amistades, etc., solas o acompañadas.

“El lenguaje comprensible para todos es el testimonio”, dijo Benedicto XVI. Se podría cambiar la palabra testimonio por coherencia y la frase no perdería su sentido.

Esforzarnos por ser coherentes porque lo necesita la sociedad en la que vivimos; la coherencia hace que se fortalezca el carácter y como abunda la blandenguería, la falta de fortaleza, el venirse abajo por cualquier cosa, el sentimentalismo que no tiene nada que ver con el querer de verdad, urge que tratemos de ser coherentes.

La frase de Gabriel Marcel: “Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive”, por desgracia sus efectos están a la vista y eso hace que haya un ambiente en el que la verdad está oculta muchas veces y esta realidad dificulta la convivencia en esta sociedad en la que vivimos, nadie se fía de nadie, nadie confía en nadie. Y al final la soledad.

Buscando en internet ideas sobre este tema encontré que en cardiología hay un término que se llama coherencia y que según decía elimina el stress. Quizás nos pueda servir, muchas veces lo que nos quita la paz son las consecuencias de nuestra falta de coherencia.

Y acabo con una pregunta, ¿nos animamos a intentar ser coherentes?

 

 

 

 

miércoles, 28 de agosto de 2013

La sabiduría de conocerse a sí mismo


Sobre la puerta del templo de Apolo se puede leer una inscripción que es el resumen de la sabiduría clásica: “Conócete a ti mismo”…

La sabiduría de la vida había enseñado a aquellos griegos qué gran don es conocerse tal y como uno es… Se ha dicho que el mayor negocio del mundo es comprar a un hombre por lo que vale y venderlo por lo que el cree que vale: los beneficios serían enormes, porque la vanidad tiende siempre a ponernos por encima de nuestra realidad; de ahí vienen los agravios, rencores, tristezas, iras, venganzas, insolencias, disputas…; en una palabra, casi todos los motivos que quiebran la paz de las familias. Casi todos los litigios tienen que ver con que hay hombres que se han sentido peor tratados de lo que creían merecer.
Mientras esa ceguera respecto a lo propio es un perenne motivo de discordia, el propio conocimiento es el mejor camino para comprender a los demás.

Las personas aprendemos a valorar las reacciones humanas, a investigar sus causas, a intuir los sentimientos a partir de nuestra propia experiencia interior. Quien ha experimentado el dolor, entiende al que se duele, quien se ha sentido abandonado, comprende la soledad, etc…
Hay que conocerse y, además, hay que conocerse como lo que somos: como hombres que cometemos errores… no es malo advertir las realidades buenas que hay en nuestra vida, pero no pueden llevarnos a la vanidad porque son prestadas… Dios nos creó y participamos en cierto modo de los dones de Dios, pero sería absurdo presumir de lo que no es nuestro.

Para conocernos a nosotros mismos hay un camino, la sinceridad con nosotros mismos y estar dispuestos a admitir los propios fallos que todos tenemos y pedir perdón si es el caso; el empecinamiento es similar al callejón por donde tienen que discurrir los toros, acaba en la plaza y allí morirá; plaza más o menos grande, de mayor o menor categoría, pero en ella el toro no tiene futuro. Igual pasa a la persona que se empeña en pensar que sólo ella tiene razón, al final la soledad de la muerte.

 

martes, 27 de agosto de 2013

Historieta didáctica


El viejo Haakon cuidaba cierta Ermita. En ella se veneraba un crucifijo de mucha devoción. Este crucifijo recibía el nombre, bien significativo, de "Cristo de los Favores". Todos acudían allí para pedirle al Santo Cristo. Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodilló ante la imagen y le dijo:

"Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la Cruz." Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Sagrada Efigie, como esperando la respuesta. El Crucificado abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
"Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición."
"¿Cuál, Señor?", preguntó con acento suplicante Haakon.
"Es una condición difícil", dijo el Señor.
"Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor", respondió el viejo ermitaño.
"Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar siempre silencio".  Haakon contestó:
"Os, lo prometo, Señor". Y se efectuó el cambio. Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al ermitaño colgado de cuatro clavos en la Cruz.


El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada. Los devotos seguían desfilando pidiendo favores. Pero un día llegó un rico, después de haber orado dejó allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla pensó que el muchacho se la había apropiado. El rico se volvió al joven y le dijo iracundo:

"¡Dame la bolsa que me has robado!". El joven sorprendido, replicó:
"No he robado ninguna bolsa".
"No mientas, ¡devuélvamela enseguida!.
"Le repito que no he cogido ninguna bolsa", afirmó el muchacho.
El rico arremetió, furioso contra él. Sonó entonces una voz fuerte:
"¡Detente!"  El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. Este quedó anonadado, y salió de la Ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje. Cuando la Ermita quedó a solas Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:
"Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio".
"Señor", dijo Haakon, "¿cómo iba a permitir esa injusticia?" Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño que quedó ante el Crucifijo. El Señor, clavado, siguió hablando:
"Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabías nada. Yo sí sé. Por eso callo". . . Y la sagrada imagen del crucificado guardó silencio.


¡Cuántas veces pretendemos dirigir nuestro destino creyendo que es lo mejor para nosotros!.  Sólo Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Hay que aprender a aceptar su Santa voluntad, aunque a veces no la comprendamos.

 

lunes, 26 de agosto de 2013

Conocer el pensamiento de Juan Pablo I



 Hoy lunes 26 de agosto fue la elección del Papa Juan Pablo I, cardenal Albino Luciani, patriarca de Venecia. Fue el Papa n.º 263 de la Iglesia Católica desde el 26 de agosto de 1978 hasta su muerte, ocurrida tan sólo 33 días después el 29 de Septiembre del 1978. Con este motivo traigo hoy frases suyas que nos pueden ayudar a conocer mejor el pensamiento de este Papa que nos dejó tan buen recuerdo.

Procuremos que haya más oraciones y menos batallas.
No es la violencia la que puede todo, sino el amor.

Amar significa viajar, correr con el corazón hacia el objeto amado.
El señor nos ha dado este cuerpo, animado de un alma inteligente, y una bella voluntad. Y ha dicho: esta máquina es buena, pero trátala bien.

No realizo una acción, si antes no la quiero; no la quiero, si antes no la deseo; no la deseo, si antes alguien no me la ha presentado como deseable y simpática.
“El amor a Dios es también viaje misterioso, es decir, uno no lo emprende si Dios no toma la iniciativa primero. Ésto quiere decir, amar a Dios no poco sino muchísimo; no detenerse en el punto a que se ha llegado sino, con su ayuda, avanzar en el amor”.

“El poder político, católico o no, ni puede obligar a abrazar la fe religiosa que no gusta, ni puede impedir abrazar y profesar una fe que gusta”.
“Después del tercer escrutinio, me habría gustado desaparecer sin llamar la atención”.

“Usted, Eminencia, ha sido un profeta pero mi pontificado será breve”.
“Estoy pensando en estos días que conmigo el Señor actúa un viejo sistema suyo: toma a los pequeños del fango de la calle y los pone en alto; toma a la gente de los campos, de las redes del mar, del lago, y hace de ellos apóstoles. Es su viejo sistema”.

“Personalmente, cuando hablo solo con Dios y la Virgen, más que adulto prefiero sentirme niño. La mitra, el solideo, el anillo desaparecen; mando de vacaciones al adulto y también al obispo, para abandonarme a la ternura espontánea que tiene un niño delante de papá y mamá. El rosario, oración simple y fácil, a su vez, me ayuda a ser niño y no me avergüenzo de ello en absoluto”
“Amar significa viajar, correr con el corazón hacia el objeto amado. Amar a Dios es, por tanto, viajar con el corazón hacia Dios”.