Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

viernes, 12 de diciembre de 2014

Otras dos historias

El caso de Stepinac en Yugoslavia
El encuentro de Zagreb coincidió con el aniversario de la beatificación del cardenal Alojzije Stepinac, arzobispo de la capital croata, a quien Pío XII definió como «el prelado más grande de la Iglesia católica».

Durante 15 meses, las autoridades comunistas intentaron convencerlo para que liderara la separación de la Iglesia católica y la formación de una especie de Iglesia patriótica, más cercana al Partido Comunista. Finalmente, ante sus reiteradas negativas, fue detenido el 18 de septiembre de 1946, y fue condenado a 16 años de trabajos forzados.
El caso suscitó multitud de protestas a nivel internacional, y el Gobierno de Tito le ofreció la posibilidad de dejar la prisión a cambio de abandonar el país, pero el cardenal Stepinac se negó.

Al final, se decidió que quedara bajo arresto domiciliario, custodiado por una treintena de policías. Así pasó 9 años, hasta que, el 10 de febrero de 1960, murió, entre graves sospechas de haber sido envenenado por los comunistas. Juan Pablo II lo beatificó en 1999.

El cardenal Mindszenty en Hungría
Al cardenal Alojzije Stepinac, el cardenal Mindszenty le llamaba mi cardenal hermano, por los sufrimientos compartidos que habían tenido que padecer ambos bajo el dominio comunista.

Nacido en Hungría, József Mindszenty llevó una vida de película de terror; de hecho, en 1955 se estrenó The prisoner, protagonizada por Alec Guinness y basada en la vida del purpurado, por aquel entonces recluido en la cárcel por el régimen comunista húngaro.

El cardenal Mindszenty se enfrentó con los invasores nazis, primero, y con el régimen comunista, después, lo que le llevó a la cárcel, apenas tres años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

El 26 de diciembre de 1948, le detuvieron. Nada más llegar a la cárcel, le quitaron el traje talar, le desnudaron y le dieron un traje a rayas, mientras le decían entre risas: ¡Eh, perro, hemos estado esperando esto desde hace mucho tiempo!

Se negó a firmar una declaración que le autoinculpaba, y los guardias le desnudaron y comenzaron a golpearle
con porras hasta que perdió el conocimiento.

Mientras le pegaban, el cardenal Mindszenty rezaba los salmos: ¡Señor, que me acosan, sal fiador por mí! Así pasó el primer día de cautiverio.
Lo que siguió fue un largo período de siete años de acoso, humillaciones y falsos juicios, pero en sus Memorias, el cardenal Mindszenty define la cárcel como una escuela de oración: «En el interior de los hombres recluidos en las celdas alienta en lo más profundo la nostalgia de Dios».

En 1956, durante la revolución contra el régimen comunista, fue liberado, y Mindszenty se refugió en la embajada de Estados Unidos en Budapest hasta 1971.

De allí saldría con lágrimas en los ojos: Pablo VI le pidió prestar un servicio a la Iglesia en Hungría abandonando la embajada y saliendo al exilio, para así atender a una mejor relación de la Iglesia con las autoridades húngaras.

Mindszenty no quería abandonar su país ni a sus fieles, en un momento en que la guerra fría hacía sentir con más fuerza la bota soviética. Pero al final obedeció, y el 28 de septiembre de 1971 partió rumbo al exilio. Nada más llegar a Roma, Pablo VI le recibió en el Vaticano, y al verlo se quitó la cruz pectoral y se la colgó sobre los hombros al cardenal húngaro, un homenaje al nuevo sacrificio que había tenido que hacer.

Durante toda su reclusión, llevó consigo una estampa que representaba a Cristo con la corona de espinas, y la siguiente leyenda: Devictus vincit (Vencido, vence). En sus Memorias, escribe: «Aún hoy esta imagen es mi constante compañera. La primera parte de la leyenda, ser vencido, se ha cumplido en mi vida; la esperanza de la victoria está en el futuro, en manos de Dios».


jueves, 11 de diciembre de 2014

Seguimos con las llamadas al sentido común

Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino.

Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior.

Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores.

Hemos contaminado nuestro aire al igual que nuestra alma.

Escribimos más pero aprendemos menos.

Planeamos mucho pero logramos menos.

Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar.

Producimos computadoras que pueden procesar mayor información y difundirla, pero nos comunicamos cada vez menos y menos.


Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran talla y cortedad de carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Tres años de andadura



A todos los que me seguís, muchas gracias cuando se cumplen tres años de la llegada de este blog a la red. 
Recuerdo muy especialmente a los que ya no están, pero que en cierto modo siguen estando.

lunes, 8 de diciembre de 2014