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martes, 1 de agosto de 2017

La importancia de saber perdonar 1

Perdonar no es heroico sino práctico, cuando se perdona se vive feliz porque guardar resentimientos solo contribuye a amargarse la vida.
Aquí se dan unas pautas para lograrlo.
El perdón -contrariamente a lo que se cree- es un acto de la voluntad y nunca un sentimiento. Es decir, hay que querer perdonar y trabajar en ello.
Día 1
En este primer día que tu intención sea pedir por tu paz interior y la sanación de tu corazón, la de tus amigos y enemigos.
Reflexión. El primer paso para lograr el perdón es “querer perdonar” y “querer ser perdonado”. De hecho, es uno de los requisitos para que en el sacramento de la reconciliación nuestros pecados sean perdonados: querer, desear de todo corazón que Dios nos perdone.
Ese maravilloso gesto sacramental predispone al alma a que también nosotros seamos igual de compasivos y misericordiosos con aquel que nos ha ofendido y nos invita a reflexionar: de peores cosas me ha perdonado Dios. Entonces, ¿quién soy yo para no perdonar?
Recordemos que la paz interior no viene de la ausencia de problemas sino de la certeza de que aun en medio de la peor de las dificultades Dios tiene el control y sacará bendiciones de las peores tragedias.
Jesús, antes de curar siempre repetía “la paz esté con ustedes”. Lo que quiere decir que la sanación tanto interior como física está muy relacionada con la paz. Por mucho que reces si no tienes paz en el alma y en el corazón difícilmente sanarás pues alma y cuerpo están íntimamente relacionados. Claro que hay que seguir pidiendo y buscando la sanación del cuerpo, mas esta debe de ir a la par de la sanación del alma.
La paz en el corazón está muy relacionada con nuestra capacidad y disposición de perdonar. Dios desea limpiar y arrancar de nuestra alma cualquier sentimiento de odio, rencor y orgullo que no nos permita avanzar en el amor, pero necesito permitírselo, desatarle las manos para que obre en mí sus milagros. ¿Cómo? Simplemente diciéndole: “Sí quiero… No sé cómo, mas sí quiero…   

Ejercicio. Comienzo una lista de personas a las que deseo perdonar y que deseo me perdonen. Esta lista me servirá para una actividad el último día de la novena.

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