Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 4 de febrero de 2017

Ser feliz

SER FELIZ. !!
"Puedes tener  defectos, estar ansioso y vivir irritado algunas veces, pero no te olvides que tu vida es la mayor empresa del mundo. Sólo tú puedes evitar que ella vaya en decadencia.
Hay muchos que te aprecian, admiran y te quieren.
Me gustaría que recordaras que ser feliz, no es tener un cielo sin tempestades, camino sin accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones.
Ser feliz es encontrar fuerza en el perdón, esperanza en las batallas, seguridad en el palco del miedo, amor en los desencuentros.
Ser feliz no es sólo valorizar la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza. No es conmemorar el éxito, sino aprender lecciones en los fracasos.
No es tener alegría con los aplausos, sino tener alegría en el anonimato.
Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, incomprensiones, y períodos de crisis.
Ser feliz no es una fatalidad del destino, sino una conquista para quien sabe viajar para adentro de su propio ser.
Ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y volverse actor de la propia historia.
Es atravesar desiertos y ser capaz de encontrar un oasis en lo recóndito de nuestra alma.
Es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida.
Ser feliz es no tener miedo de los propios sentimientos.
Es saber hablar de sí mismo.
Es tener coraje para oír un "no".
Es tener seguridad para recibir una crítica, aunque sea injusta.
Es besar a los hijos, mimar a los padres, aunque ellos nos hieran.
Ser feliz es dejar vivir a la criatura libre, alegre y simple, que vive dentro de cada uno de nosotros.
Es tener madurez para decir 'me equivoqué'.
Es tener la osadía para decir 'perdóname'.
Es tener sensibilidad para expresar 'te necesito'.
Es tener capacidad de decir 'te amo'.
Que tu vida se vuelva un jardín de oportunidades para ser feliz...
Que en tus primaveras seas amante de la alegría.
Que en tus inviernos seas amigo de la sabiduría.
Y que cuando te equivoques en el camino, comiences todo de nuevo.
Pues así serás más apasionado por la vida.
Y descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta.
Usar las pérdidas para refinar la paciencia.
Usar las fallas para esculpir la serenidad.
Usar el dolor para lapidar el placer.
Usar los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.
Jamás desistas....
Jamás desistas de las personas que amas.
Jamás desistas de ser feliz, pues la vida es un espectáculo imperdible!


Papa Francisco

viernes, 3 de febrero de 2017

Frases variadas

A menudo los grandes son desconocidos o peor, mal conocidos. Thomas Carlyle

A menudo se echa en cara ante la juventud el creer que el mundo comienza con ella. Cierto. Pero la vejez cree aún más a menudo que el mundo acaba con ella. ¿Qué es peor?. Ch. Friedrich Kebbel

A mí juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz. Whitman

A nadie cuesta más que a aquel que mucho desea. Ramón y Cajal

A nadie le acontece cosa alguna que no sea por naturaleza capaz de soportar (Anónimo)

A pesar de las ilusiones racionalistas, e incluso marxistas, toda la historia del mundo es la historia de la libertad. Albert Camus


jueves, 2 de febrero de 2017

Otro buen consejo


Y yo añado: y no vayas por la vida de "mártir", o echando las culpas a los demás porque tú no quieras ni conocerte, ni aceptarte como eres, ni superarte porque esto último implica lucha y esfuerzo; El aceptarte implica valentía y el conocerte exige sinceridad.

lunes, 30 de enero de 2017

La sabiduría del silencio

Cuando estamos en una situación difícil necesitamos escuchar más que hablar
Hasta los insensatos, cuando se callan, parecen sabios.

Sócrates, el sabio filósofo griego, decía que la elocuencia es, muchas veces, una manera de exaltar falsamente lo que es pequeño y disminuir lo que, de hecho, es grande. La palabra puede ser mal usada, enmascarada y emplearse para el disimulo. Es por eso que los sabios siempre han enseñado que sólo debemos hablar “cuando nuestras palabras sean más valiosas que nuestro silencio”.

La razón es simple: nuestras palabras tienen poder para construir o para destruir. Éstas pueden generar paz, concordia, comodidad, consuelo, pero también pueden generar odio, resentimiento, angustia, tristeza y mucho más. “Hasta al necio, si calla, se le tiene por sabio, por inteligente, si cierra los labios” (Pr 17, 28).

El silencio es valioso, y cuando estamos en una situación difícil necesitamos escuchar más que hablar, pensar más que actuar, meditar más que correr. Tanto la palabra como el silencio revelan nuestro ser, nuestra alma, aquello que está dentro de nosotros.

Jesús dijo que “de lo que rebosa el corazón habla su boca” (Lc 6, 45). Basta conversar durante algunos minutos con una persona para conocer su interior revelado por sus palabras; de ahí la importancia de saber escuchar al otro con paciencia para poder conocer de verdad su alma. Sin ello, corremos el riesgo de etiquetar rápidamente a la persona con adjetivos negativos.

Sabemos que las palabras son más poderosas que los cañones; estas provocan revoluciones, conversiones y muchas otros cambios. La Biblia, muchas veces, llama nuestra atención sobre la fuerza de nuestras palabras. “El hombre halla alegría en la respuesta de su boca; una palabra a tiempo, ¡qué cosa más buena!” (Pr 15, 23).

Cuánta discordia existe en las familias y en las comunidades a causa de los chismes, las calumnias, las injurias, las murmuraciones. Es necesario aprender que cuando nos equivocamos por nuestras palabras, cuando éstas hieren injustamente al hermano, tenemos que tener el valor sagrado de ir hasta él y pedirle perdón.

Jesús dice que seremos juzgados por nuestras palabras: “Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado”. (Mt 12, 36-37).

Nuestras palabras deben ser “buenas”, es decir, siempre generar bienestar, la edificación del alma, el consuelo del corazón; la corrección necesaria con caridad. Si no fuera así, es mejor callar.

San Pablo tiene una enseñanza concreta sobre cuándo y cómo usar la belleza de ese don que Dios nos dio que es la palabra: “No salga de vuestra boca palabra dañina, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen” (Ef 4, 29).

Nos equivocamos mucho con nuestras palabras, pero ¿por qué? En primer lugar porque somos orgullosos, queremos enseguida “tener la palabra” frente a los demás; mal interpretamos el problema o el asunto y queremos dar “nuestra opinión”, que muchas veces es vacía, insensata, porque es inmadura, irreflexiva.

Otras veces, nos equivocamos porque hablamos con “la sangre caliente”; cuando el alma está agitada. En ese momento, la grandeza del alma consiste en callar, en contener la furia, en dominar el ego herido y buscar fortaleza en el silencio.

Habla con sinceridad, reacciona con sentido común, sin exaltación y sin rabia, y expresa tu opinión con cautela, después de haber entendido bien lo que está en discusión. Muchas veces, en los debates, nos cansamos de ver a mucha gente hablando y poca dispuesta a escuchar.

Los grandes hombres son quienes abren la boca cuando los demás ya no tienen nada más que decir. Pero para eso, es necesario ejercitar la voluntad; se necesita la gracia de Dios porque nuestra naturaleza por sí sola no se contiene.
Dios nos habla en el silencio, cuando la agitación del alma ha terminado; cundo la brisa suave ha sustituido a la tempestad; cuando Su palabra cala hondo en nuestra alma; porque “es eficaz y capaz de escrutar los pensamientos de nuestro corazón” (cf Heb 4,12).

Por Felipe Aquino (Cleofás). Publicado en www.religionenlibertad




domingo, 29 de enero de 2017

Vuelvo sobre la amistad

Y es que para la BBC (Bodas, bautizos y Comuniones) siempre hay gente, la cuestión está en averiguar si también están en los malos momentos.