Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

jueves, 18 de agosto de 2016

Reflexión interesante

LAS PERSONAS VENCEDORAS Y LAS PERSONAS DERROTADAS

Cuando un triunfador comete un error, dice: “Me Equivoqué“, y aprende la lección.
Cuando un perdedor comete un error, dice: "No fue culpa mía” y responsabiliza a los otros.
Un triunfador sabe que la adversidad es el mejor de los maestros.
Un perdedor se siente víctima durante las adversidades.
Un triunfador sabe que el resultado de las cosas depende de sí mismo.
Un perdedor cree que existe la mala suerte.
Un triunfador trabaja mucho y dedica tiempo a leer, a aprender.
Un perdedor está siempre "muy ocupado" y no tiene tiempo ni siquiera para los suyos.
Un triunfador enfrenta los desafíos uno a uno.
Un perdedor rodea los desafíos y no se atreve a intentar.
Un triunfador se compromete, da su palabra y la cumple.
Un perdedor hace promesas, no se pone “manos a la obra” y cuando falla sólo se sabe justificar.
Un triunfador dice: “puedo mejorar".
Un perdedor dice: “No soy tan malo como otros".
Un triunfador escucha, comprende y responde.
Un perdedor no espera que llegue su momento de hablar.
Un triunfador respeta a aquellos que saben más y Se preocupa en aprender algo de ellos.
Un perdedor se resiste a todos los que saben más y sólo se fija en sus defectos.
Un triunfador se siente responsable por algo más que por su propio trabajo.
Un perdedor no se compromete y siempre dice: “Hago mi trabajo y ya es bastante”.
Un triunfador dice: “Debe haber una forma mejor de hacerlo.”
Un perdedor dice: “Esta es la forma en que siempre lo hemos hecho. No hay otra…".
Un triunfador es PARTE DE LA SOLUCIÓN.
Un perdedor es PARTE DEL PROBLEMA.
Un triunfador consigue "ver el bosque en su totalidad".
Un perdedor se fija sólo “en el árbol que le toca plantar".
Un triunfador pasa este mensaje a los amigos...
Un perdedor es egoísta y guarda el mensaje sólo para sí...


lunes, 15 de agosto de 2016

En la fiesta de la Asunción de la Virgen

El poder de la Santa Misa

A la hora de tu muerte, tu mayor consolación será las Misas que durante tu vida oíste.

Cada Misa que oíste te acompañará al Tribunal Divino y abogarán para que alcances el perdón.

Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debas por tus pecados, en proporción con el fervor que las oigas.

Con la asistencia devota a la Santa Misa rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor. La Santa Misa bien oída suple tus mayores negligencias y omisiones.

Por la Santa Misa bien oída se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros que ni siquiera te acuerdas. Por ella pierde también el demonio el dominio sobre ti.

Además ofreces el mayor consuelo a las almas benditas del Purgatorio.

Una Misa oída mientras vives te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de tu muerte.

Te libras de muchos peligros y desgracias, en los cuales quizás caerías si no fuera por la Santa Misa.

Acuérdate también de que con ella acortas tu purgatorio.

Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el cielo. En ella recibes la bendición del sacerdote, que Dios ratifica en el cielo.

Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.

Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.

Cuando oímos Misa en honor de un Santo Particular, dando gracias a Dios por los favores pedidos a este Santo no podemos menos de ganarnos su protección y especial amor, por el primer gozo y felicidad que de nuestra buena obra se le sigue.

Todos los días que oímos Misa estaría bien que, además de las otras intenciones, tuviéramos la de honrar al Santo del día.

IMPRIMATUR: Juan J. Clennon. Arzobispo de San Louis.

(Que circule entre los católicos)