Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 3 de marzo de 2012

Los beneficios humanos de creer en Dios



Mientras se sigue discutiendo en no pocos lugares, especialmente en países de raigambre cristiana en Occidente, el papel de la religión en la vida pública, diferentes estudios científicos ponen de manifiesto los beneficios humanos de la fe.
En un reciente libro titulado «Cómo cambia Dios tu cerebro», Andrew Newberg y Mark Robert Waldman resumen años de investigación sobre la relación entre salud neurológica y fe, a partir de estudios a religiosas y monjes budistas. ¿La conclusión? Hay una influencia positiva de la fe en aquellos que verdaderamente creen.
A inicios de marzo de 2009 la universidad de Toronto ofrecía los resultados de una investigación realizada por uno de sus profesores de psicología, Michael Inzlicht, y que arrojaba datos sumamente interesante como el que creer en Dios puede bloquear la ansiedad y minimizar el estrés. El estudio fue publicado en la revista Psychological Science y en las muestras participaron no sólo creyentes sino también agnósticos.
Según un estudio del profesor Bradford Wilcox, docente de sociología en la universidad de Virginia, en los Estados Unidos, hay una evidencia de que la religión está desempeñando un papel que fomenta una orientación familiar entre los varones estadounidenses. ¿Cómo sustenta esta afirmación? A partir de la asistencia regular de los hombres a los servicios litúrgicos cristianos: los hombres que acuden regularmente tienen matrimonios más fuertes, estables y sus esposas son más felices. Pero no es todo. Un elevado porcentaje de las parejas casadas que asisten a misa, tienen un 35% menos de probabilidad de divorcio.
Respecto a los hijos, Wilcox evidenció que los padres que asisten a los servicios cristianos están más involucrados en las vidas de sus hijos: en el 65% de los casos, los padres también tienden a ser más afectuosos. Otro dato significativo es la alta tasa de hombres y mujeres que su vida cristiana activa propicia el concebir hijos sólo después del matrimonio.
En la misma línea va el estudio de Pat Fargan para la Fundación Heritage (se puede consultar en este enlace), análisis que, además, ahonda en el papel positivo que la religión tiene en la educación de los hijos, la prevención en el consumo de drogas y alcohol, sexualidad y salud mental y física y ausencia de violencia doméstica.
Según el estudio de Fargan, entre otros muchos datos, los jóvenes religiosos son hasta tres veces menos propensos a tener hijos fuera del matrimonio y a no abusar en el consumo de alcohol. Fargan también afirma que la gente que practica su fe tiene menos riesgo de caer en depresión o de suicidio.
En el mes de enero de 2009, la revista Pediatrics publicó un estudio de Janice Rosembaum donde queda de manifiesto que los jóvenes religiosos aplazan su edad de inicio sexual, algo sumamente bueno pare evitar embarazos no deseados, enfermedades sexuales e infidelidad en el matrimonio. Pero no es todo. Según el análisis del Journal of Drug Issues, de octubre de 2008, la religiosidad de los jóvenes influye en la resistencia a la influencia de amigos que suelen emborracharse o drogarse.
Hay otros estudios que confirman el bien que produce la vivencia práctica y real de la fe en la familia, en sintonía con las investigaciones de Wilcox, Fargan y Rosembaum. Es el caso del análisis del sociólogo de la universidad estatal de Mississippi, John Bartkowski, publicado en la revista Social Science Research (se puede consultar el estudio en este enlace).
Según la investigación de Bartkowski, si el padre y madre van a la iglesia y viven su fe, los hijos se desarrollan mejor: estudian con mayor disposición y tienen más habilidades sociales. Los niños cuyos padres asistían a la iglesia con frecuencia tenían las mejores puntuaciones en autocontrol, comportamiento y cooperación con sus iguales. ¿Por qué sucedía esto? Por tres razones:
1) Las redes religiosas de relación social apoyan a los padres, mejoran sus habilidades como padres, y los niños ven que los mensajes de los padres son reforzados por otros adultos.
2) Las comunidades religiosas tienden a promover valores de sacrificio y familia, que "podrían ser muy, muy importantes al definir cómo los padres se relacionan con los hijos y cómo los niños se desarrollan como respuesta".
3) Las comunidades religiosas aportan al ser padre una “significación sacra”.
El estudio comprobó que si los padres discuten en casa por razones religiosas perjudica a los hijos, que no se benefician de los resultados estadísticos positivos de otros niños.
También es posible que los padres con niños buenos puedan ser ambos asiduos a la práctica religiosa precisamente porque sus hijos se comportan bien; mientras que «el culto en una congregación es una opción menos viable si piensan que sus hijos se comportan pobremente», reflexiona Bartowski.
Ciertamente no se recurre a la fe para ser feliz. C.S. Lewis decía que para eso él siempre tenía presente que existían las botellas de alcohol. Los beneficios son una consecuencia natural de la fe, no una causa para creer. Sin embargo, los beneficios humanos de la fe no dejan de ser un valor añadido que no se puede olvidar nunca al hablar de la religión en la vida pública pues, en definitiva, son una riqueza para la vida de las naciones y de todos sus ciudadanos.

Artículo publicado por Jose Enrique Mújica.
(Lo suscribo al cien por cien).








viernes, 2 de marzo de 2012

Las causas de la crisis

La crisis de nuestro tiempo depende principalmente del hecho de que se nos quiere hacer creer que se puede llegar a ser hombres sin el dominio de sí, sin la paciencia de la renuncia y la fatiga de la superación, que no es necesario el sacrificio de mantener los compromisos aceptados, ni el esfuerzo para sufrir con paciencia la tensión de lo que se debería ser y lo que efectivamente se es”.
Esta frase de Benedicto XVI a mi manera de ver nos sitúa en la realidad de lo que sucede hoy. Estamos oyendo en emisoras de radio, cadenas de TV, y demás medios de comunicación que estamos en crisis, las causas se ponen en el sector financiero, en el inmobiliario, etc., pero nadie se atreve a decir las verdaderas causas de la crisis: ¿por qué hemos llegado a esa situación?, que el sector inmobiliario está mal ya lo sabemos; que el sector financiero también, no es ninguna revelación. Sin embargo que pocos se atreven a bucear en las verdaderas causas de la crisis.

Es Benedicto XVI el que señala la verdadera causa: se ha engañado al hombre y se le quiere seguir engañando; se le ha ofrecido un mundo, una realidad inexistente en la cual la palabra esfuerzo ha sido borrada, igual podría decir de la palabra fidelidad a los compromisos adquiridos, si ello conlleva esfuerzo. Nos han vendido “humo” en forma de “sociedad del bienestar”, y todo, lo repito adrede, haciéndonos ver que no es necesario el esfuerzo, el trabajo, la responsabilidad.

Nos quieren dar una noción del hombre que es falsa. El hombre creado por Dios tiene que ganar el pan con el sudor de su frente, lo dijo Dios al principio del mundo. Sólo los animales funcionan únicamente por instintos, el hombre funciona con su inteligencia y sabe o debería saber y cuanto antes lo aprenda mejor que, necesita el esfuerzo, la lucha para dominarse; para tener paciencia ante los aconteceres de la vida, que hay cosas que no entendemos, que nos cuestan pero que son así.

El hombre no es infalible, tiene que aprender, tiene que estudiar, el sacrificio forma parte de su esencia. Pero hay una ideología que tiende a fomentar lo fácil y hemos creído que todo lo íbamos a conseguir sin esfuerzo: “aprenda inglés sin esfuerzo”, cantidad de frases hechas, y nos lo hemos creído. Si te cansas de tu mujer o marido porque “se ha acabado el amor” como si el amor fuera el azúcar que hay en un azucarero, pues cambia de “pareja”, (los animales son los que tiene pareja), y cuando ya no tiene remedio se descubre que tampoco en el cambio de “pareja” está la felicidad, ni en aprender inglés sin esfuerzo, ni en irse de viaje para ver el mundo en postal porque no da tiempo en una semana ver tres países (que es lo que se ofrece ahora), ni en tantas cosas que nos quieren hacer ver.
Yo invito a mis lectores a reflexionar, a convencernos que sigue siendo necesario el esfuerzo, el trabajo para todo. Sin esfuerzo nunca se hubieran levantado tantas obras de arte como tenemos; sin esfuerzo no existirían los sabios que han estudiado con tesón; sin esfuerzo no existirían tantos matrimonios unidos y ejemplares que tiene muy claro el orden de valores y saben renunciar a sus opciones personales a favor de su familia, de sus hijos.

He oído un argumento que me ha convencido: amar es un verbo, por lo tanto hay que ponerlo en acción aunque a veces cueste, pensar que es un mero sentimiento sujeto a estados de ánimo es no haber comprendido que el amor reside en la inteligencia y en la voluntad.
Como dice el Papa: “para sufrir con paciencia la tensión de lo que se debería ser y lo que efectivamente se es”, para eso hay que ponen empeño, hay que batallar. Solamente de esta forma superaremos crisis y todo lo que acontezca. Esfuerzo diario, contar y pedir la ayuda de Dios.