Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 24 de octubre de 2015

Reflexiones de San Juan Pablo II

La primera dimensión de la fidelidad se llama búsqueda. Quien no busca ardiente, paciente y generosamente a su pareja ideal jamás tendrá a quien serle fiel. En esta dimensión hay que preguntarse a quién debo entregarle el resto de mis años para ser feliz buscando su felicidad.

Acogida, aceptación es la segunda dimensión. El “a quién debo consagrar mi vida” se transforma en un “te acepto”. Aceptar a tu pareja es confesar que estás pronta para todo lo bueno y difícil que venga. El momento crucial de la fidelidad es aceptar al amado como es.

La tercera dimensión de la fidelidad se llama coherencia. Vivir conforme a los compromisos por amor. Ser coherente significa aceptar incomprensiones y buscar soluciones a través del diálogo antes que permitir rupturas. He aquí el núcleo más íntimo de la fidelidad.

Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La cuarta dimensión es la constancia. “Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida”.

Es fiel quien no traiciona en las tinieblas lo que aceptó comprometiéndose. Ojalá que al final de tu matrimonio se pueda decir: “¡Siempre fieles!”
 
 



viernes, 23 de octubre de 2015

La fidelidad en San Juan Pablo II

 “Pero toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso la cuarta dimensión de la fidelidad es la constancia. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida. El “hágase” de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el “hágase” silencioso que repite al pie de la cruz. Ser fiel es no traicionar en las tinieblas lo que se aceptó en público”.

Ciudad de México, Catedral
Viernes 26 de enero de 1979
Perseverancia y fidelidad
Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente a la hora de la exaltación, difícil serio a la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad a una coherencia que dure toda la vida.
Su llamada es una declaración de amor. Vuestra respuesta es entrega, amistad, amor manifestado en la donación de la propia vida, como seguimiento definitivo.

Ser fieles a Cristo es amarlo con toda el alma y con todo el corazón de forma que ese amor sea la norma y el motor de todas nuestras acciones.

La fidelidad de Cristo alcanza en la Cruz su máxima y culminante expresión. De ahí que sea imprescindible la renuncia y la mortificación. Sin una ascética exigente y sin una disponibilidad para servirle profundamente enraizada en vuestro corazón, sin el hábito del olvido de sí, sería imposible amar de veras y ocuparse sólo de los intereses de Cristo.

Permitidme que os abra mi corazón para deciros que la principal preocupación ha de ser la fidelidad, la lealtad a la propia vocación, como discípulo que quiere seguir al Señor con una entrega total y con una disponibilidad apostólica sin condicionamientos ni fronteras. Sólo a la luz de esta entrega se pueden afrontar los demás problemas.




jueves, 22 de octubre de 2015

San Juan Pablo II


Hoy se celebra la fiesta de S. Juan Pablo II, el Papa polaco que cambió el mundo contribuyendo en gran parte a que cayera el famoso “muro de Berlin”. Un Papa que ha llegado a los altares en un breve plazo de tiempo y que ha sido el Papa que ha ocupado –por su largo Pontificado- gran parte de la vida de muchas personas, entre las cuales me cuento.

Un Papa que hizo profundas reformas y un Papa del que me atrevería a decir que todos los que le conocimos bien personalmente o bien a través de los medios de comunicación, guardamos un entrañable recuerdo y un profundo cariño.


Hace días en este blog escribí las doce cosas necesarias para hacer un mundo mejor. Ahora quiero en días consecutivos demostrar de alguna manera cómo S. Juan Pablo II las poseía y voy a recurrir bien a frases suyas o a pensamientos ajenos sobre este gran Papa que Dios concedió a su iglesia.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Las cinco cosas

Daniel Darling es un "repetidor" en lo de tener hijas: de sus cuatro retoños, tres son niñas: "La mayor tiene ocho años y cada año que pasa desde que nació me hago más conservador en todo lo que se refiere a mis chicas. No soy un entusiasta de las armas, pero podría serlo si se trata de sentarme en el porche esperando al primero que se atreva a pedir una cita a mis hijas", bromea.

Darling, pastor evangélico en Chicago y autor de diversos libros sobre cuestiones familiares en la línea de películas como A prueba de fuego o libros como El desafío del amor o Padres fuertes, hijas felices, añade, "ya en serio": "Me gusta tener hijas. Hay algo en tener una niña que suaviza al hombre y añade a su alma una cierta ternura". Y es "en ese espíritu" con el cual señala en su blog "cinco cosas que toda hija necesita escuchar de su padre".

1. Eres guapa y te quiero. "Esto es algo que deberías decirle a tu hija al menos una vez al día y probablemente más. No soy psicólogo, pero las niñas que saben que sus padres les quieren crecen con mayor confianza y evitar buscar el amor en el lugar equivocado. Oír que son hermosas es un balón de oxígeno para el alma de tu hija. Hazlo a menudo de formas distintas y creativas".

2. Tu madre es guapa y la quiero. "El mejor regalo que le puedes hacer a tu hija es mostrarle cómo debe un hombre tratar a una mujer. Que vea en ti un modelo, aunque sea imperfecto, del amor que Dios hace nacer entre un hombre y una mujer. Dile a tu mujer todos los días que es hermosa, que la quieres y que te alegras de haberte casado con ella. Dile que te comprometes con ella para toda la vida. Y dile estas cosas de vez en cuando delante de tus hijos".

3. Perteneces a Dios y has sido creada para Su gloria (aquí podríamos añadir, al texto de Darling, lo de San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima"). "A menudo las niñas sienten inseguridad sobre muchas cuestiones: su peso, su apariencia, sus amigos... En ocasiones pueden sentirse poco importantes o poco apreciadas, incluso en un hogar donde reina el amor. Por eso tú, como padre, tienes que recordarle a menudo que son criaturas especiales formadas amorosamente por el Creador a Su imagen y semejanza". Darling invita a que tengan siempre en cuenta al salmista ("Te doy gracias por tan grandes maravillas: prodigio soy, prodigio son tus obras", Sal 139, 14) para que esa idea "esté interiorizada por tus hijas cuando lleguen los momentos de duda".

4. Eres perdonada. "Tu hija desordenará su vida, pecará, te disgustará... Y si no sitúas la buena nueva del Evangelio como centro de tu familia, puede crecer pensando sin saber qué hacer con sus pecados. Instrúyela en la práctica del arrepentimiento y el perdón: el arrepentimiento de sus pecados y el perdón de los ajenos. Que sepa que Jesús siempre está dispuesto a ofrecer su gracia y debe estar dispuesta a recibirla y a aplicarla a quienes le hagan mal a ella".

5. Vales mucho. "No dejes que tu hija consuma el veneno de la cultura que mide el valor de una mujer por su independencia o su habilidad para deshacerse libremente de su pureza. Que ni por un momento se trague la mentira de que la libertad sexual es algo distinto a una esclavitud de la peor especie, el instrumento del enemigo para arrebatarle la creatividad, la belleza y la finalidad para la que fue creada. Enséñale qué buscar en un hombre (una pista: no lo que se ve en la tele). Asegúrate de que es consciente de la hermosura de la imagen pintada por el Creador. Su autoestima y el sentido de su propio valor están ligados a su llamada especial a ser hija de Dios".

martes, 20 de octubre de 2015

La tolerancia real

Definición de la tolerancia

     La tolerancia es uno de los valores humanos más respetados y  guarda relación con la aceptación de aquellas personas, situaciones o  cosas que se alejan de lo que cada persona posee o considera dentro de sus creencias. Se trata de un término que proviene de la palabra en latín “tolerare”, la que se traduce al español como “sostener”, o bien, “soportar”.

     Podríamos definir la tolerancia como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando las distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no atenten contra los derechos fundamentales de la persona...


     La tolerancia si es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces una virtud de enorme importancia.