Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

viernes, 18 de noviembre de 2016

Otro excelente artículo

Nos han perdido el respeto

Es mi impresión, y como tal lo cuento. Servidor, como toda persona de bien, acepta las sentencias judiciales y las acata, no como otros que cuando algo no les agrada salen a la calle y la arman. Pero una cosa es acatarlas y otra que todo me parezca perfecto. El último derecho que estoy dispuesto a perder es el del pataleo, aunque sea un pataleo pacífico.
En pocos días dos pronunciamientos judiciales me han disgustado profundamente, y los dos han saltado a la prensa el mismo día.
El primero es el que anula la no renovación en su puesto de una profesora de religión tras haber contraído matrimonio civil con un divorciado. El obispado de Almería había considerado que no era posible seguir dando clases de religión y moral católicas y vivir en pública contradicción con la doctrina que tiene que explicar. Pues nada. Admitida en su puesto y con derechos todos los atrasos.
No es cierto que una cosa es el trabajo y otra la vida de cada cual. El más tonto entiende que un alto directivo de Coca-Cola no pude pedir una Pepsi en público. Y el más lerdo entiende que el director general de Mercedes no puede ir a las reuniones en un Volvo. Incluso hasta somos capaces de comprender que es difícil ser profesor de Islam y exhibirte en público a medio día en Ramadán con vaso de tintorro, bocata de jamón y un pitillo en la boca. Más aún, tengo mis dudas de que un juez se atreviera a mantener en su puesto al islamista. Ya se sabe cómo son. Los católicos, sin embargo, no somos nada.
El otro caso, que no sentencia, es que el juez haya decidido archivar la causa contra el supuesto artista que decidió emplear formas consagradas para montar una exposición con ellas y construir la palabra “pederastas”. Parece ser, según su señoría, que en ello no hay ofensa, ni animus injuriandi, ni nada de nada. Pura expresión artística: “en ningún caso puede considerarse que la obra ejecutada por el querellado sea idónea para fomentar, promover o incitar al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, en este caso la Iglesia Católica o sus miembros”.
Vuelvo a la comparación. Imaginen que un españolito de a pie roba un Corán en una mezquita y con sus páginas, en una exposición, forma la palabra “terroristas”. Se lía la de Alá. Y si un juez dijere que no pasa nada, hasta los de Podemos saldrían a la calle pidiendo respeto. La verdad es que no se llegaría a juicio.
Pero es la Iglesia. Y a la Iglesia hace tiempo que se nos ha perdido el respeto porque saben que nos pueden hacer pis en a boca y responderemos que agradecidos por el champán.
La culpa la tenemos nosotros a base de confundir la misericordia con la bajada de pantalones, la bondad con la estulticia y el amor al prójimo con la claudicación. El deporte que mejor se nos da es el de la claudicación. ¿Qué no nos dejan hacer una procesión? Pues no se hace. ¿Qué asaltan una capilla? Seamos comprensivos. ¿Qué montan una exposición blasfema en Pamplona con formas consagradas? Se grita un poquito y ya.
Nos han tomado la medida. Somos gente inane, colectivo acomplejado, católicos de chichinabo. Nos pueden sacudir en los dos carrillos, en el trasero, la delantera, espinillas y colodrillo y seguiremos sonriendo.
Hombre, Jorge, que son los jueces. Sí. Se acata. Pero me hago una pregunta sin mayor maldad: ¿si la profesora de Almería hubiera sido el islamista comiendo jamón, la sentencia hubiera sido la misma? ¿Y si lo de la Eucaristía profanada fuera un Corán despedazado? Es preguntar por preguntar. Pero me temo que no.
Nos han perdido el respeto. 

(Artículo publicado en Infocatólica y firmado por Jorge)


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Nuestra mala memoria

Comentario al artículo “Coma ético”

Ayer publiqué un sensacional artículo –según mi punto de vista-; el motivo de comentarlo no es porque yo opine que hay algo más que decir, no, en absoluto.
El comentario viene dado porque habiendo pasado el hecho que el autor con gran acierto comenta, habiendo salido en todos los periódicos y cadenas de TV, sigue llamándome la atención nuestra mala memoria y nuestra incapacidad de reacción; ya parece que ha pasado al olvido.

Leemos que un a un niño de 7 años, compañeros suyos de 8 y 9 años –que se dice pronto-, le han dado una brutal paliza, se publica en los periódicos, nos llevamos las manos a la cabeza y… se nos olvida rápidamente.

Entiendo que el autor del artículo publicado lo titule “Coma ético”, nunca mejor dicho; estamos en coma ético sin capacidad de reaccionar. Probablemente los padres de los niños les echarán la culpa a los profesores, al gobierno, a quien sea, lo importante es encontrar un culpable que nos exima de tomar medidas; no queremos ser conscientes.

Y lo que nos pasa tiene al menos dos razones: una, la mala educación, la nula formación que se imparte a los niños y a los ciudadanos. La TV, con esos programas que, no tengo el disgusto de ver, pero que ocupan mañanas y tardes en casi todas las cadenas. En los que, la cultura brilla por su ausencia y la mala educación brilla por su presencia, –esos son los modelos de actuación que se nos presentan-; estos “programitas” contribuyen a que en la sociedad haya una gran ausencia de valores; los modelos de conducta que se nos proponen es “quien calumnia más y mejor al prójimo, quien se enriquece más rápido robando y no trabajando”, etc.


Si a este ambiente tan “culto y elevado” se le suma la ausencia de Dios en nuestras vidas, dan el resultado que estamos viendo. No nos quejemos ni nos escandalicemos, en nuestras manos está el frenar esta situación. Dejemos de ver esos programas que si no tienen audiencia desaparecerán de las pantallas; volvamos a educar en valores a la ciudadanía y pensemos que el hombre –le pese a quien le pese- fue creado por Dios y a Él volverá. 

martes, 15 de noviembre de 2016

Un magnífico artículo

COMA ÉTICO

Se llamaba Laura, tenía doce años y estaba en primero de la ESO. Se reunió la noche de Haloween con sus amigos para hacer botellón. Era en San Martin de la Vega, a 40 Km de Madrid. El lugar era perfecto para la fiesta…un descampado, un cerro de muy difícil acceso y sin ninguna iluminación. La movida era barata, los chavales pusieron 8 € por cabeza para la fiesta.
Como no podían comprar alcohol, le dieron el dinero a un chaval mayor de edad que se embolsó 5€ por ir al Súper a comprar botellas.
En un momento de la fiesta la cría se enfadó con sus amigos y se metió entre pecho y espalda una botella de ron para superar el cabreo. Fue tanto lo que bebió que se desmayó. Al principio sus amigos se burlaban de ella, “Mira, tío, qué floja, va a echar las papas”. Cuando la cosa se puso fea, y puesto que ella no reaccionaba, temerosos de los que pudiera ocurrir, la metieron en un carro de un Supermercado y la llevaron al Centro de Salud. Tardaron una media hora. En ese momento pidieron ayuda. Laura llegó con parada cardiorrespiratoria y fue trasladada en UVI móvil al Hospital 12 de Octubre...donde murió pocas horas después
Sus padres, a los que la policía había alertado en dos ocasiones por el exceso de alcohol que había ingerido la cría meses antes, lloraron su pérdida. Su pueblo decretó un día de luto oficial y su Instituto hizo un minuto de silencio.
5 euros, eso costó la vida de Laura.
Otras noticias de menores iban llegando y alarmado a los mayores: peleas organizadas, grabadas y difundidas en Lugo protagonizadas por chavales de 14 años, más comas etílicos en otras partes del país…
Mientras tanto un colectivo de padres y madres iniciaban una huelga pidiendo que los profesores no pusieran deberes a sus hijos durante el fin de semana, los partidos políticos seguían sin ponerse de acuerdo con la enésima Ley de Educación; la Administración seguía haciendo malabarismos con la Enseñanza: habían quitado una hora de Religión, luego habían retirado la asignatura de Ética, antes otros la habían quitado de Ciudadanía y unos y otros quitaban y ponían diciendo que la Escuela no puede educar en valores, que debe ser la familia. 
Ese día el país entero hablaba de la cobra que dos famosos habían protagonizado en televisión y de los amores y desamores de los ricos que se paseaban impúdicamente en las pantallas como si nos fuera la vida en ello esos romances adolescenciales.
En el Parlamento algunos políticos cobraban por insultar y hacer de la mala educación una gracia.
Y mientras esto ocurre nadie dice nada…nadie se atreve a decir que entre unos y otros hemos desprovisto de cualquier armazón ético a nuestros chavales. Los padres no hacen de padres y hacen de amigos, los profesores se ven obligados a hacer de padres, los policías tienen que hacer de profesores…y así se va fabricando una generación desprovista de referentes éticos porque nadie se pone de acuerdo en nada y porque la exigencia se ha convertido en sinónimo de algo pretérito.
Una amiga profesora me decía: pide una tutoría y las familias presentarán dificultades para poder acudir y concordar la cita; quítales el móvil a sus hijos y al cabo de una hora los tendrás allí para pedirlo.
En eso les podemos convertir, en pequeños déspotas caprichosos a los que hay que domeñar dándoles cosas y no exigiéndoles nada.
Mientras tanto, los mayores iremos poniendo pegas a la defensa de valores humanos por el pudor cobarde de respetar la libertad de los chavales; les daremos cosas, pero no les daremos tiempo; les daremos caprichos pero no les regalaremos exigencia; les reiremos las gracias pero no les pararemos los pies; les entretendremos pero no nos atreveremos a quererlos.
Es verdad, Laura murió de un coma etílico, víctima, como tantos adolescentes, de un coma ético que –por nuestra cobardía- está dejando a nuestros chavales tirados en la vida, tirados por 5 euros, tirados en carros de Supermercados.


JOSAN MONTULL, salesiano