Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

domingo, 9 de abril de 2023

 El yo personal. 

La inteligencia humana:

a)         La realidad como referencia ineludible

b)         La conciencia y su valor en nuestra identidad

Situándonos ante el gran espectáculo de la Naturaleza vemos que toda  la realidad, en términos generales, está compuesta de seres creados ¿Qué es un ser? El concepto ser es el más universal que existe. Sólo se puede describir: ser es todo aquello que es. Distintos seres:

seres naturales: son todos aquellos que forma la Naturaleza (aquellos en los que el ser humano no ha intervenido en su elaboración

seres artificiales: aquellos construidos o inventados por el hombre (Y entre los seres artificiales se distinguen: los seres materiales (aquellos compuestos de materia) y los seres abstractos (aquellos que son inmateriales, son producto de la mente humana)

 A su vez, entre los seres naturales se distinguen:

 los seres inertes: aquellos que carecen de vida y, por lo tanto, de movimiento propio

los seres vivos: seres dotados de vida (concepto abstracto: fuerza o actividad interna, mediante la cual, el ser que la posee ejerce una serie de actividades o funciones). Es decir, son seres dotados de auto movimiento y auto organización, que se mueven sin necesidad de un agente externo que los impulse: seres que crecen, actúan para vivir, se reproducen, etc.

Todos los seres vivos comparten unas características comunes, pero el hombre es distinto porque el hombre además de tener un cuerpo, etc. es persona.

Persona y espíritu son sinónimos; sin embargo, persona y hombre no lo son porque los ángeles son personas celestiales y no tienen cuerpo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son personas y sólo el Hijo que se encarnó tiene un cuerpo humano.

El hombre es algo más que ser vivo, el hombre tiene un cuerpo y un alma, esto le hace ser persona, en la persona humana el modo de realizar las operaciones vegetativas viene modulado por la razón y por la libertad. Es decir, son vividas de modo consciente y libre, de modo personal. Por esta razón el modo “humano” de vivir estas funciones vitales es distinto al de los demás seres vivos. Por ejemplo, la gastronomía es un arte específicamente humano que responde a la necesidad vital de nutrirse: esa necesidad está vivida de modo libre. De esta manera, la sa­tisfacción de esas necesidades básicas es de orden cultural.

Cada persona es distinta, tiene su propia libertad, su propia inteligencia, su propia voluntad, etc. En el hombre, el crecimiento se refiere no sólo al desarrollo de las facultades orgánicas, sino también de las espirituales: conocimiento y la voluntad. Estas facultades espirituales poseen una capacidad de desarrollo ilimitada puesto que siempre podemos conocer y querer más y mejor.

La vida intelectiva: es la propia del ser humano, pues supone dos facultades exclusivas suyas: la inteligencia y la voluntad y una propiedad de ambas que es la libertad. Estas facultades, como iremos viendo, son las que establecen un abismo insalvable entre nosotros y el resto de los seres vivos. Son las que hacen que tanto la actitud como el comportamiento del hombre ante la naturaleza sea enormemente superior y distinto al del animal. Por supuesto que el hombre asume las funciones de la vida vegetativa y de la vida sensitiva, pero al hombre no le basta con nacer, nutrirse, crecer, reproducirse y morir para alcanzar su realización propia. Somos más complicados que una patata o un pájaro. Nuestra vida no es automática, tenemos por delante la tarea de resolverla, y el éxito no está asegurado. 

Este breve análisis del concepto ser nos sitúa ya en nuestro punto de partida: el hombre es un ser natural vivo.

El alma, principio vital le llamó Aristóteles, no tiene mucho que ver con el alma creada por Dios. Para Platón según las distintas funciones que son capaces de realizar los seres vivos, puede haber tres tipos de alma y de vida: un alma vegetativa, un alma sensitiva y un alma intelectiva. Para Aristóteles no hay tres almas sino una sola.

Sólo hay un alma en cada hombre, por la misma razón que cada hombre es una substancia, (somos un solo YO). Si hubiese varias almas en el mismo individuo, un alma vegetativa, un alma sensitiva y un alma intelectiva, constituirían tres substancias diferentes cuya unión no podría ser más que accidental: una viviría, la otra sentiría, pero no viviría; la tercera pensaría, pero no sentiría ni viviría. La idea es absurda por sí misma, y es contraria a los hechos, pues es el mismo hombre el que vive, siente y piensa. Así defiende Aristóteles la existencia de una única alma en el hombre, por la que vivimos, sentimos y pensamos. 

La defensa de la única alma en el hombre se opone a algunas tendencias filosóficas que, debido a su postura, presentan dificultades a la hora de explicar al ser humano, principalmente a los DUALISMOS. Los dos dualismos más representativos son: el de Platón (entre el alma y el cuerpo sólo existe una unión accidental y el verdadero hombre es el alma) y el de Descartes (afirma que son dos substancias distintas) Este dualismo, de origen cartesiano, es inadmisible, y de él surgen una serie de errores, ya que destruye la unidad substancial del ser humano. (No olvidar: el ser vivo es uno).

También frente al dualismo platónico, para el que alma y cuerpo son dos sustancias distintas y accidentalmente unidas y, por tanto, el hombre es el alma; Santo Tomás de Aquino, afirma que el hombre constituye una única sustancia cuyos principios constitutivos son el alma y el cuerpo. El ser humano constituye una unidad y no debe menoscabarse dicha unidad. El término “hombre” no debe aplicarse ni al alma ni al cuerpo solo, sino al alma y cuerpo juntos, a la sustancia compuesta. Es el individuo humano el que percibe, no solamente que razona y entiende, sino también que siente y ejerce sensaciones. Pero no es posible tener sensaciones sin tener un cuerpo, de modo que el cuerpo también y no sólo el alma, ha de ser el hombre.

La realidad como referente ineludible.

Que el hombre sea uno, es un hecho que debe ser aceptado como tal por el filósofo y situado por encima de toda discusión, o lo que es lo mismo, debe tomarse como base de toda teoría metafísica, (frente a los dualismos), caso contrario se cae en contradicciones.

El alma está siempre informando al cuerpo. Es decir, como es normal, el viviente siempre está vivo, (aunque esté inconsciente) pero no siempre está realizando todas sus operaciones vitales (no siempre está comiendo, andando, razonando, eligiendo, etc.) y esto porque el alma posee una pluralidad de capacidades, funciones u operaciones, que no siempre se están ejerciendo en acto. A esas ca­pacidades las llamamos potencias, facultades o capacidades operativas.    En consecuencia, hemos de distinguir:

 

 El alma (principio vital o acto primero del ser vivo) y

Las facultades o potencias operativas (principios del obrar y de sus operaciones o actos segundos)

¿Cuáles son las potencias o capacidades operativas? Pueden ser de dos tipos:

Orgánicas (cuando dependen intrínsecamente de algún órgano corporal, como el tacto o la vista). Así el sentido de la vista depende intrínsecamente del órgano correspondiente (el ojo), pues sin este no se ve.

Espirituales (cuando no hay una dependencia intrínseca del cuerpo, como la inteligencia o la voluntad)". Estas últimas se sir­ven de órganos corpóreos como instrumentos suyos: por ejemplo, para pensar ne­cesitamos el cerebro (órgano utilizado por la inteligencia); pero pensar no se re­duce a la actividad neuronal que tiene lugar en nuestro cerebro. (Para pensar, aunque necesitamos de los sentidos para formar las ideas, no necesitamos de los mismos para pensar: de esta manera yo puedo pensar en el frío sin ne­cesidad de que mi sentido orgánico del tacto esté sintiendo frío.

IMPORTANTE: El alma, ese principio vital, no es ninguna de esas ope­raciones, pero es el principio operativo que hace posible esas operaciones.  La vida es un predicado esencial para el ser vivo puesto que sin este principio el ser no sería de ningún modo. Sin embargo, las operaciones vitales son predica­dos accidentales puesto que el ser vivo continúa siendo tal a pesar de no estar actualmente realizando estas operaciones. Por ejemplo, el hombre sigue siendo hombre aunque no esté pensando actualmente (como sucede durante el sueño); pero un hombre muerto ya no es hombre pues carece de algo esencial para él: la vida.

NOTA. (Por eso una persona discapacitada psíquicamente, sigue siendo persona: ser vivo humano. Sigue teniendo su alma, aunque no pueda ejercer o llevar al acto algunas de sus operaciones, lo mismo que una persona ciega, etc.)

La distinción entre el alma y sus potencias se advierte también en la definición aristotélica del alma cuando dice de ella que «es aquello por lo que primeramente vivimos, sentimos, nos move­mos y entendemos». aristóteles, Sobre el alma, 415b 13. De aquí se deduce que las facultades son previas a los actos; pero nosotros conocemos primero los actos y después las facultades; y a partir de ellas conocemos el principio de esas facultades: el alma.)

 Al tratar de la unión sustancial de la persona volveremos a esta cuestión, pero por el momen­to podemos decir que no aceptar dicha distinción entre el alma y sus potencias lleva a errores antropo­lógicos, como el cartesiano, que identifica al alma con una de sus potencias cuando dice que «yo soy una sustancia pensante».

Hasta tal punto se encuentra condicionada la existencia en Descartes por el acto de pensar que afirma: yo soy, yo existo, esto es cierto, pero ¿cuánto tiempo? Todo el tiempo que estoy pensando; porque podría ocurrir que, si yo cesase de pensar, cesase, al mismo tiempo, de existir. Mientras pienso, soy y existo. Así pues: yo soy una cosa que piensa.

La conciencia y su valor en nuestra identidad.

Hasta ahora podemos resumir lo que es la persona, capaz de aprender, actuar pensar, etc. gracias a su inteligencia.

Saber las cosas pasa por partir de la realidad, si partimos de hechos erróneos llegamos a conclusiones falsas.

Ahora damos un paso más, el acto de conocer y la conciencia de conocer que dará paso a la conciencia moral de mi actuación.

Conocer es captar la realidad, poseerla interiormente de una manera inmaterial. Primero actúan los sentidos y después la inteligencia forma los conceptos.

Sentidos externos: tacto, olfato, gusto, oído y vista.

Sentidos internos: memoria, imaginación, sentido común y estimativa.

Hay conocimientos que se pueden demostrar, pero otros no y no por ello son menos reales: el amor.

Distinguir el conocimiento científico del filosófico, sabio, que remos una vida más sabia, más libre, más humana. Filosofar nos hace sabios.

La filosofía tiene una dimensión práctica la configuración de la conducta individual y social.

Los filósofos griegos abundaron mucho en la filosofía, por ejemplo, Platón decía:

Pregunta metafísica…. ¿Qué es la realidad?

Pr. Cosmológica……….. ¿Cuál es el origen del cosmos?

Pr, gnoseológica……….  ¿Cómo alcanzar la verdad?

Pr. Antropológica……..  ¿Quién es el ser humano?

Pr. Ética…………………….  ¿Qué es obrar bien?

Pr. Política………………...  ¿Cómo organizar una sociedad justa?

La capacidad de alcanzar la verdad es la gran prerrogativa del ser humano pero, cómo llegamos a ella?

1.  Adecuación. En el acto de conocer intervienen objeto y sujeto. Según Aristóteles la verdad es la relación de ajuste entre la realidad y lo que decimos.

Tomas de Aquino: “Adecuación entre el entendimiento y la realidad”.

2.  Coherencia. La defiende Hegel, no sirve porque un sistema puede ser muy coherente y ser falso.

3.  Utilidad. Filósofos norteamericanos de los s. XIX y XX. Cae por su peso, no siempre lo que es útil es verdadero. Lo útil es un concepto relativo, variable. Tampoco una creencia es verdadera porque produzca efectos satisfactorios. Las verdades a veces son amargas.

4.  Consenso. Viene desde Sócrates. En el s. XX, Apel y Habermas. Llegar a la verdad a través del diálogo. La verdad no depende del consenso sino al contrario la verdad tendría que dar lugar al consenso.

Fiabilidad y criterios de verdad

Llegar a la verdad es difícil. Existen la duda, la opinión y la certeza. No todo es opinable, hay cosas que se saben claramente.

Las certezas se apoyan muchas veces en la confianza. La autoridad, la tradición.

Niveles de conocimiento: opinión-ciencia-sabiduría

Criterios de verdad: evidencia-tradición-autoridad

Grados de fiabilidad: duda-opinión-certeza.

Realismo. Idealismo. Escepticismo. Relativismo. Subjetivismo.

Ley natural. Leyes positivas. La conexión con la ley natural les da su legitimidad.

La conciencia es una exigencia que tenemos con nosotros mismos. Es una brújula para el bien y un freno para el mal. Luz de la inteligencia para distinguir el bien del mal.

El ejercicio de la conciencia es incompatible con el relativismo moral.

La conciencia es un juicio de la razón, no una decisión de la voluntad.