Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 30 de noviembre de 2013

Historias que dejan huella y hacen pensar


En el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nüremberg, vivía una familia con varios hijos. Para poner pan en la mesa para todos, el padre trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de carbón, y en cualquier otra cosa que se presentara. Dos de sus hijos tenían un sueño: querían dedicarse a la pintura.
Pero sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia.
Después de muchas noches de conversaciones calladas, los dos hermanos llegaron a un acuerdo.  Lanzarían al aire una moneda, y el perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara. Al terminar sus estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa con las ventas de sus obras. Así, los dos hermanos podrían ser artistas.
Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la Iglesia. Uno de ellos, llamado Albrecht Durero ( o Albretch Dürer en alemán)
, ganó y se fue a estudiar a Nüremberg


Entonces el otro hermano, Albert, comenzó el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció por los próximos cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia.
Los grabados de Albretch, sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.
Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durero se reunió para una cena festiva en su honor.  Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado trabajando en las minas para hacer sus estudios una realidad.  Y dijo: "Ahora, hermano mío, es tu turno. Ahora puedes ir a Nüremberg a perseguir tus sueños, que yo me haré cargo de todos tus gastos".

Todos los ojos se volvieron llenos de expectativa hacia el rincón de la mesa que ocupaba su hermano. Pero este, con el rostro empapado en lágrimas, se puso de pie y dijo suavemente:
 "No, hermano, no puedo ir a Nüremberg. Es muy tarde para mi. Estos cuatro años de trabajo en las minas han destruido mis manos. Cada hueso de mis dedos se ha roto al menos una vez, y la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis. No podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino,  y no podrá manejar la pluma ni el pincel. No, hermano, para mi ya es tarde. Pero soy feliz de que mis manos deformes hayan servido para que las tuyas ahora hayan cumplido su sueño".
 Más de 450 años han pasado desde ese día. Hoy los grabados, óleos, acuarelas, tallas y demás obras de  Albretch Durero pueden ser vistos en museos de todo el mundo. Pero seguramente usted, como la mayoría de las personas, solo recuerde uno. Seguramente hasta tenga uno en su oficina o en su casa. Es el que un día, para rendir homenaje al sacrificio de su hermano, Albretch Durero dibujó:  las manos maltratadas de su hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo. Llamó a esta poderosa obra simplemente "Manos", pero el mundo entero abrió de inmediato su corazón a su obra de arte  y se le cambio el nombre a la obra por el de "Manos que oran".

La próxima vez que veas una copia de esta obra, mírala bien.  Y ojalá que sirva para que, cuando te sientas demasiado orgulloso de lo que haces, y muy pagado de ti mismo, recuerdes que en la vida ¡ nadie nunca triunfa solo!

viernes, 29 de noviembre de 2013

Esto lo hace la religión católica


Donatella está allí desde hace seis años, en una cama de hospital, sin moverse. La pequeña, que llegó a reanimación cuando tenía siete meses de vida, ha transformado en una casa el servicio de reanimación de la Casa de Curas Paliativas de San Giovanni Rotondo.
El jefe del servicio, Giuseppe Melchionda, nombrado tutor de la niña por el Juzgado de Menores de Bari, cuenta a tempi.it que «cuando la niña llegó con una grave insuficiencia respiratoria, enseguida supimos que necesitaría cuidados constantes. Sus padres la trajeron aquí y ya no han vuelto». El Papa Benedicto XVI prometió rezar por ella, cuando visitó el hospital en 2009.
Como una hija
La niña tiene el síndrome de Bruck, que produce malformaciones graves en los segmentos óseos, por esto el juez solicitó a la Casa de Cuidados Paliativos un tutor. El hospital se dirigió a Melchionda el cual aceptó inmediatamente. ¿Por qué? «¿Usted que habría hecho?» responde el médico de manera natural y continúa: «Todos tenemos mucho cariño a Donatella».

Melchionda explica que «desde el punto de vista clínico, me comporto con ella como hago con todos los otros pacientes, intento dar el máximo. Pero cuando conoces a Donatella es difícil no tratarla como a una hija. Además, aquí los pacientes vienen y van. Ella en cambio está siempre con nosotros, es un punto firme».

Alrededor de la niña se mueven los médicos, los enfermos y también el director general, que la visita siempre que puede. Pero quien le tiene un especial cariño es la Hna. Noemí, jefa de sala del servicio. «Pero – continúa el Dr. Melchionda – vienen también muchas personas de fuera del hospital». Donatella «no se mueve, pero hace mover el mundo. Está en una cama especial y come con una sonda peg (Gastrostomía Endoscópica Percutánea), pero es amada. Y nos cambia a todos».

miércoles, 27 de noviembre de 2013

¿Quien es nadie para decidir...?


El pasado 11 de octubre, el Papa nombró a Andrew Cozzens obispo auxiliar de St Paul y Minneapolis, las ciudades gemelas de Minnesota (Estados Unidos). Fue ordenado sacerdote en 1997 a los 28 años, tiene ahora 45 y es profesor de Teología Sacramental y encargado de liturgia en el seminario diocesano y una persona conocida y apreciada en su entorno, donde nadie se atrevería a considerarle "un monstruo".

Pero hubo alguien que sí lo hizo, y cuando aún no había nacido.
Lo ha contado su madre a The Catholic Spirit precisamente a raíz de su nombramiento, y desvela que el futuro obispo pudo haber muerto abortado si Judy, que tiene hoy 69 años, hubiese seguido los consejos de su ginecóloga.

"Un monstro"
Cuando estaba embarazada de cinco meses de quien sería su segundo hijo, empezó a sentir dolor en la tripa, que al principio atribuyó a un virus que en aquel momento hacía estragos en el colegio donde daba clase. Pero pronto comprendió que realmente lo que estaba era experimentando dolores de parto. Un parto peligrosamente prematuro. Acudió rápidamente al hospital con Jack, su marido, y allí lograron detener el proceso
Pero al día siguiente, el médico llegó a la habitación con una propuesta terrible: "Usted trae un feto deforme. No puede continuar con el embarazo". "¿Qué quiere decir?", contestó Judy, una mujer de firmes convicciones católicas: "¡Es mi hijo!".

"No, creo que no me entiende", insistió el doctor: "Lo que usted lleva dentro es un monstruo y no debe continuar este embarazo". El aborto en Estados Unidos aún no se consideraba un derecho, pero sí se empezaba a practicar por razones consideradas "terapéuticas".

"Es mi hijo, y lo que Dios nos envíe, lo aceptaremos", respondió sencillamente su madre. El médico se negó a continuar atendiendo el embarazo, pero encontraron un sustituto que lo llevó a término el 3 de agosto de 1968.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Hoy reflexionamos sobre la mediocridad... para huir de ella


Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance. François de La Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

En esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima. Joseph Heller (1923-1999) Escritor norteamericano.

Una de las mayores pruebas de mediocridad es no acertar a reconocer la superioridad de otros. Jean Baptiste Say (1767-1832) Economista francés.

Los hombres mediocres, que no saben que hacer con su vida, suelen desear el tener otra vida más infinitamente larga. Anatole France (1844-1924) Escritor francés.

Sólo conviene la mediocridad. Esto lo ha establecido la pluralidad, y muerde a cualquiera que se escapa de ella por alguna parte. Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés.

Sólo una persona mediocre está siempre en su mejor momento. William Somerset Maugham (1874-1965) Escritor británico.

La mediocridad es lo excelente para los mediocres. Joseph Joubert (1754-1824) Ensayista y moralista francés.

En el país de los ciegos el tuerto es el rey. Erasmo de Rotterdam (1469-1536) Humanista neerlandés.

La mediocridad no se imita. Honoré de Balzac (1799-1850) Escritor francés.