Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

domingo, 7 de junio de 2015

La ancianidad

Las hojas del otoño no caen porque quieren sino porque ha llegado su hora.

Bienaventurados aquellos que comprenden mis pasos vacilantes y mis manos trémulas.
Bienaventurados los que no tienen en cuenta mis olvidos, que saben que capto las palabras con dificultad, por eso procuran hablarme más alto y pausadamente.
Bienaventurados los que perciben que mis ojos ya están nublados y mis reacciones son lentas.
Bienaventurados los que desvían su mirada, simulando no haber visto el café que, sin querer, derramo sobre la mesa.
Bienaventurados los que sonríen, me prestan atención y conversan conmigo.
Bienaventurados los que nunca me dicen: “Tú ya me contaste eso varias veces”
Bienaventurados los que me ayudan, con cariño, a atravesar la calle.
Bienaventurados los que me hacen sentir que soy amado y no estoy abandonado, tratándome con respeto.
Bienaventurados los que comprenden cuánto me cuesta encontrar fuerzas para aguantar mi edad y mi cruz.
Bienaventurados los que me amenizan los últimos años sobre la Tierra.
Bienaventurados todos aquellos que me dedican afecto y cariño, haciéndome así, pensar en Dios.
Cuando entre en la Eternidad, me acordaré de ellos junto al Señor!


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