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jueves, 29 de agosto de 2013

La coherencia


Es el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros principios. Añadiría que la coherencia es el soporte humano de la fidelidad porque nos lleva a tener una conducta recta basada en principios firmes que los adquirimos a través de la formación que toda persona debe recibir.

La coherencia nos obliga a que tengamos una unidad entre nuestro comportamiento y nuestras creencias. Da autoridad.

Decía JPII: “En un mundo secularizado, ¿quién ayudará a los que dudan y están tentados de indiferencia, sino los cristianos transparentes, felices de creer y valientes para manifestar su fe?”.

Tenemos que ser personas fiables, convencidas de lo que creemos y procuramos vivir y eso siempre, en nuestro trabajo, con nuestra familia, amistades, etc., solas o acompañadas.

“El lenguaje comprensible para todos es el testimonio”, dijo Benedicto XVI. Se podría cambiar la palabra testimonio por coherencia y la frase no perdería su sentido.

Esforzarnos por ser coherentes porque lo necesita la sociedad en la que vivimos; la coherencia hace que se fortalezca el carácter y como abunda la blandenguería, la falta de fortaleza, el venirse abajo por cualquier cosa, el sentimentalismo que no tiene nada que ver con el querer de verdad, urge que tratemos de ser coherentes.

La frase de Gabriel Marcel: “Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive”, por desgracia sus efectos están a la vista y eso hace que haya un ambiente en el que la verdad está oculta muchas veces y esta realidad dificulta la convivencia en esta sociedad en la que vivimos, nadie se fía de nadie, nadie confía en nadie. Y al final la soledad.

Buscando en internet ideas sobre este tema encontré que en cardiología hay un término que se llama coherencia y que según decía elimina el stress. Quizás nos pueda servir, muchas veces lo que nos quita la paz son las consecuencias de nuestra falta de coherencia.

Y acabo con una pregunta, ¿nos animamos a intentar ser coherentes?

 

 

 

 

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