Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

miércoles, 27 de mayo de 2015

Reflexiones 2

La segunda palabra es gracias. Muchas veces podemos pensar que nos estamos convirtiendo en una civilización de malas maneras y malas palabras, como si fuera un signo de emancipación. Las escuchamos decir muchas veces también públicamente. La gentileza y la capacidad de dar las gracias son vistas como un signo de debilidad, a veces suscitan incluso desconfianza.

Esta tendencia se contrasta en el mismo seno de la familia. Debemos ser intransigentes sobre la educación en la gratitud, en el reconocimiento: la dignidad de las personas y la justicia social pasan ambas por aquí. Si la vida familiar descuida este estilo, también la vida social lo perderá. La gratitud, además, para un creyente, está en el corazón mismo de la fe: un cristiano que no sabe dar las gracias es uno que se ha olvidado del lenguaje de Dios. ¡Escuchad bien eh! Un cristiano que no sabe agradecer es uno que ha olvidado del lenguaje de Dios. ¡Es feo esto, eh!

Recordamos la pregunta de Jesús cuando sanó diez leprosos y solo uno de ellos volvió para darle las gracias. Una vez escuché de una persona anciana, muy sabia, muy buena, sencilla, pero con esa sabiduría de la piedad, de la vida… “La gratitud es una planta que crece solamente en la tierra de las almas nobles”. Esa nobleza del alma, esa gracia de Dios en el alma que empuja a decir: Gracias a la gratitud. Es la flor de un alma noble. Ésta es una algo bonito.


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