Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

miércoles, 11 de diciembre de 2013

¡Que buena reflexión!


No quiero estar congelada. Ser eternamente bella, eternamente joven. No. Quiero una vida vivida, no temo a la muerte. La muerte no es el final. Es el principio. La gente sueña casi compulsivamente con mantenerse joven, pues cree que es más hermosa, dinámica y mejor. Yo creo que lo bello que hay en nosotros no se apaga como una vela en una tarta de cumpleaños, sino que permanece en el tiempo, como los grafitis de los pupitres escolares y las absurdas o no tan absurdas promesas de amor en los árboles y los bancos del paseo marítimo. Quiero vivir mi vida con introducción, nudo y desenlace. Como una novela. Aunque sea corta. Quiero tener arrugas, pues mis abuelas están preciosas con ellas. Quiero ver que las marcas de la vida se tatúan en mi rostro y que mi principal arruga de expresión, destacable en pómulos y boca, demuestre que he sabido llevar mi vida con una sonrisa. Aunque también he de decir que la vida no es mejor por ser larga o corta, sino por ser llena. Envejecer no es agotarse; es avanzar. Avanzar y, de pronto, detenerse. En definitiva, cumplir un papel. Y descansar de su azarosa vida. Llegar al final del capítulo. (Lucía Ballester)

Y en este final del capítulo encontrarte para siempre con Dios. No le hagamos mala prensa a la muerte que tiene que llegar cuando Dios y sólo Dios disponga.

 

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