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sábado, 13 de abril de 2013

Historieta


No te preocupes por no poder dar a tus hijos lo mejor de todo, dales lo mejor de ti.” (Anónimo)

Cierto día, una mujer fue a renovar su  permiso de conducir. Cuando le preguntaron cuál era su profesión, ella dudó. No sabía muy bien como clasificarse.
El funcionario insistió:
“Lo que le pregunto es si tiene un trabajo”.
"Claro que tengo un trabajo",
exclamó:
"Soy madre."
"Nosotros no consideramos eso un trabajo. Voy a anotar ama de casa",
dijo el funcionario fríamente.
Una amiga suya, Marta, supo lo ocurrido y pensó al respecto durante algún tiempo.
Un día, Marta se encontró en una situación similar. La persona que la atendió era una funcionaria de carrera, segura, eficiente. El formulario parecía enorme, interminable.
La primera pregunta fue: “¿Cuál es su trabajo?"
Marta pensó un poco y sin saber bien cómo, respondió:
Soy doctora de desarrollo infantil y relaciones humanas."
La funcionaria hizo una pausa y Marta tuvo que repetir pausadamente, enfatizando las palabras más significativas.
Después de tener todo anotado, la joven quiso indagar.
"Puedo preguntar, “¿Qué es lo que usted hace exactamente?” Sin una pizca de agitación en la voz, con mucha calma, Marta explicó: "Desarrollo un programa a largo plazo, dentro y fuera de casa." Pensando en su familia, continuó: "soy responsable de un equipo con el que tengo cuatro proyectos en marcha. Trabajo en régimen de dedicación exclusiva. Paso 14 horas al día en ello, y a veces llego a las 24 horas.”


A medida que ella iba describiendo sus responsabilidades, Marta notó el creciente tono de respeto en la voz de la funcionaria. Cuando regresó a su casa, Marta fue recibida por su equipo: una niña de 13 años, otra de 7 y otra de 3 y otro de 1.
Sentada en la cama, Marta pensó: “Si yo soy  doctora de desarrollo infantil y relaciones humanas, ¿Qué serán las abuelas? Y luego descubrió un título para ellas: Doctoras en grado superior de desarrollo infantil y relaciones humanas.
A las bisabuelas, doctoras ejecutivas en grado superior.
A las tías,
doctoras-ayudantes.
Y a todas las mujeres, madres, esposas, amigas y compañeras: doctoras del arte de hacer la vida mejor.


Comentario: En una sociedad donde se tiende a valorar a las personas por sus títulos, habría que recordar las palabras del Beato Juan Pablo II: las personas no son importantes por lo que tienen, títulos, dinero, etc., son importantes por lo que son, hijos de Dios; por desgracia se valora poco esta realidad.

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