Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

domingo, 7 de abril de 2013

El valor de la Humildad


Caminaba con mi padre, cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:“Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?”
Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: “Estoy escuchando el ruido de una carreta...”
“Eso es” -dijo mi padre- “es una carreta vacía”.
Pregunté a mi padre: “¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la vemos?”
Entonces mi padre respondió:
“Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuánto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace”.


Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando noto a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:
“Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace”.
La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas.
Y recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero.
Nadie está más vacío, que aquel que está  
lleno del   ‘Yo mismo’.

Seamos lluvia serena y mansa que llega profundamente a las raíces, en silencio, nutriendo.

Comentario: Sin embargo la persona que hace ruido, se la ve venir; rápidamente se le ven sus intenciones…, pero que nos libre Dios de las personas calladitas, las que nunca han roto un plato supuestamente, de las “humildicas”. Hay un dicho español que dice: “De las aguas mansas nos libre Dios que, de las turbulentas me libro yo”. Pues eso. A buen entendedor con pocas palabras basta.

La verdadera humildad se aprende rezando y pidiéndola a Dios, pero hay que tener en cuenta que en esta vida nunca logramos alcanzar esa virtud.  

 

 

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