Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

lunes, 14 de mayo de 2012

El único reto

Algunas veces hablo con personas conocidas de Dios y de la religión y, suelo constatar como de ordinario se tiende a reducir la religión a unos cuantos mandatos y otras tantas prohibiciones; ciertamente una visión muy poco atrayente. Sin embargo al leer con frecuencia el Nuevo Testamento y por tanto la vida y doctrina de Jesucristo, lo que me llama la atención es la ausencia de esos mandatos y esas prohibiciones tan explícitos. Pero es que además si leo a S. Juan de la Cruz descubro su famosa frase: “Al atardecer de nuestra vida seremos examinados sobre el Amor”. No expone ninguna serie de mandatos sobre los cuales nos van a examinar.

Benedicto XVI escribe su primera encíclica y la titula “Dios es Amor”, y he buscado también inútilmente esa ristra de mandatos y prohibiciones que según algunos es la esencia de nuestra religión.
Seguí buscando, ahora en el Papa anterior, el Beato Juan Pablo II y encontré una frase que la he copiado textualmente: “Ser cristiano no es, primariamente, asumir una infinitud de compromisos y obligaciones, sino dejarse amar por Dios”. Entonces, ¿por qué ese afán de muchos por resaltar una religión que pesa como una losa llena de mandatos?. Esta pregunta tendrían que contestarla ellos, yo quiero demostrar como nuestra religión lo que nos pide es querer y dejarnos querer por Dios. aunque ello implique el hacer cosas que le gustan a Dios, exactamente igual que pasa en lo humano.
La religión del Amor, no del odio, ni del aburrimiento, ni de la monotonía. Del Amor (se entiende que BXVI escribiera su primera encíclica sobre el Amor). Este es el gran y único reto del cristiano; todos los demás serán siempre consecuencia de éste.
Tenemos que aprender a mirar las cosas que se refieren a Dios, tenemos que rechazar actitudes críticas preconcebidas a veces con autoría propia y otras veces ajenas.

Hay medios de comunicación que tienen programas o noticias que ofenden la inteligencia y a fuerza de repetir las mismas simplezas acaban calando en las personas que tienen menos defensas intelectuales o formativas o por edad.
El gran reto por tanto es tener muy claro que es el amor, en qué consiste, si tiene o no exigencias; si el amor humano es distinto del amor a Dios, cuáles serían esas similitudes si las hubiera o esas diferencias. ¿De qué forma tiene que influir el Amor en nuestra vida?

Según Enrique Rojas el amor debe ser el primer argumento de la vida. Cuando uno pregunta sobre una película, un libro, pregunta por el argumento, de qué va, porque es lo más importante, si nos convence el argumento iremos a ver la película o leeremos el libro.
Todo ser humano necesita amor y esto es así porque hemos sido creados por Dios que es Amor, no hay otra razón. Tenemos la experiencia personal y ajena que la persona que se siente querida responde mejor, es más feliz. En la educación el principio básico es que no se puede exigir sin amar porque no habrá respuesta.

Jesucristo en el evangelio que narra la última cena, el momento crucial antes de la pasión, cuando es la despedida, Judas ya se ha ido, están los que querían al Señor y hay un ambiente muy especial (igual que cuando en una reunión estamos a gusto porque los asistentes nos entendemos, no hay notas discordantes), el Señor que en otra ocasión ha dicho que hay que amar al prójimo como a ti mismo, cambia el chip e introduce una novedad: “amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. El mandamiento nuevo, el más importante.
No aprovecha para dar a los apóstoles todo un elenco de obligaciones para vivir, les habla del amor pero se pone Él de ejemplo. No hay más remedio que mirar a la vida de Jesucristo para ver cómo nos quiere, cómo quiso a sus apóstoles, cómo quería a todas las personas que se acercaban a Él.

1ª conclusión. Hay que leer el Evangelio. Habrá que buscar algún libro que nos ayude quizás a interpretarlo, a actualizarlo en nuestro día a día.
“El amor es la necesidad de salir de uno mismo y encontrar a otra persona para caminar juntos a lo largo de la existencia”. (Enrique Rojas). Exige el olvido de sí, el salirse de uno mismo, pero en esta sociedad egoísta cuesta que cuaje el mensaje. El gran maestro es Jesucristo, olvidado de Él mismo, actuando por el Bien de todos da su vida. El amor verdadero conlleva sufrir muchas veces y también gozar, que lo segundo nos gusta más, es obvio. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y Dios es la Suma y Plena Felicidad. Dios no es triste, es una propaganda interesada decir que nuestra religión es algo triste y a veces los cristianos no estamos espabilados para deshacer semejante patraña.

Sigo con la definición del amor: encontrar a otra persona para caminar juntos. Y en ese camino encontraremos de todo pero no podemos perder de vista que “caminamos”, no estamos quietos, vamos a algún lado. Y en el camino habrá momentos fáciles, difíciles, delicados, etc., y lo que nos ayuda siempre es pensar en la meta. La meta la describe  Agustín de Hipona: “Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti”. El verdadero Amor de nuestra vida es Dios. Lo que pasa es que el Amor a Dios es compatible con el amor humano y a la mayoría de las personas eso es lo que les pide.
Y lo que Dios nos pide a los cristianos, a todo hombre que quiera seguirle de cerca es que se ejercite en el Amor, lo que significa poner y hacer por amor lo que la vida nos pide cada día: los deberes de estado, de la profesión, de la familia, de la amistad, de la vecindad, de los conocimientos; en una palabra todo lo que una persona por el hecho de serlo tiene que hacer cada día, cuando metemos a Dios en nuestra vida, todo eso cobra un sentido especial. Exactamente igual ocurre cuando una persona se enamora de otra, ve las cosas distintas aún siendo las mismas. Con la ventaja de que las personas fallamos por distintos motivos, pero Dios no falla nunca y sin embargo a veces tememos a Dios.

Por lo tanto, el reto del cristiano no es otro que amar a Dios y por Dios a todo el mundo y no perder de vista que el amor es una conquista diaria, que entraña el deseo de estar juntos; que a lo largo de la vida, surgirán momentos más costosos, pero que las crisis bien llevadas conducen a un mejoramiento de la relación. Y que el verdadero amor está más en dar que en recibir.
De esta forma es como -pienso yo-, nos tenemos que plantear nuestra vida cristiana para que realmente sea vida cristiana y no un “quiero y no puedo”, un “cumplir” que no da la felicidad que todas   buscamos y   necesitamos, de esta forma en nuestra vida habrá coherencia, viviremos la religión del Amor, con obligaciones, sí, pero con un sentido distinto. Lo que decía JPII, “Ser cristiano no es, primariamente, asumir una infinitud de compromisos y obligaciones, sino dejarse amar por Dios”.

No falla Dios, fallamos nosotros y si nos tomamos a Dios en serio tenemos que  reciclarnos, saber que las personas solas no podemos y que por eso Dios instituyó los Sacramentos, para que nos den la gracia que es la fuerza, la ayuda que Dios nos da para que estemos siempre cerca de Él. Y como consecuencia de esta cercanía procuraremos ser coherentes y no miraremos la religión como algo que mucho no va con nosotros, sino que nos daremos cuenta que es lo que da sentido a nuestra vida y si no estamos cerca de Dios, esa felicidad que queremos todos, no la encontraremos nunca. “Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti”. 


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