Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

viernes, 3 de febrero de 2012

La felicidad


Cuentan de un granjero que quiso crear una raza porcina especial, partiendo de un cerdo salvaje de unas características extraordinarias; el granjero fue a su territorio y les echó maíz, los cerdos llegaron, lo vieron y se lo comieron y él siguió echándoles a diario; después construyó una parte de un cercado y siguió echándoles maíz y le construyó la 2ª parte del cercado y así sucesivamente hasta que los encerró y los domesticó.

A las personas nos pueden también intentar atraer con falsos reclamos de felicidad porque todas las personas, todas, queremos ser felices, la cuestión está en preguntarnos que es y donde está la felicidad. Para los cerdos salvajes el atractivo estaba en el maíz, pero ese alimento les hizo perder la libertad. Algo así nos puede ocurrir a las personas, a veces buscamos la felicidad donde nunca la vamos a encontrar. y cuando estamos entretenidos, se nos puede manejar como a los cerdos.

 Siempre, para bien o para mal, detrás de un comportamiento humano hay un pensamiento, a veces toda una filosofía. Quizás esa es la explicación del por qué los gobiernos totalitarios eliminan las Humanidades de sus planes de estudio, tratan de conseguir que las personas piensen lo menos posible y hacen como nuestro granjero con los cerdos, sustituyen el maíz por la droga, el sexo, la falta de compromiso, lo fácil, la frivolidad, el “pan y circo”, y poco a poco construyen la cerca.

Hace días leí en un periódico una noticia, decía mas o menos: “se están haciendo estudios para demostrar que el hombre es como cualquier animal”. Y me acordé de unas palabras de Juan Pablo II, decía dentro del contexto: “¿Pero de qué hombre hablamos?, ¿de un hombre puro animal o de un hombre redimido por Cristo?. Y es que aquí está la madre del cordero. Lo primero que tenemos que situar es “que es el hombre”.  

Mañana la continuación….

1 comentario:

  1. Muy interesante la reflexión.
    Impulsar la autoestima personal y el arte del encuentro para evitar el individualismo.
    Carmen Martínez Albarracín

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