Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

lunes, 13 de marzo de 2017

Relativismo

Cuando el relativismo moral se absolutiza en nombre de la tolerancia, los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo. Benedicto XVI.

Se puede entender el relativismo por oposición al objetivismo. Para éste, la verdad tiene independencia de los sujetos que se encargan de pensarla. Esto quiere decir que, de acuerdo al objetivismo, hay hechos que tienen una existencia objetiva. Para el relativismo, en cambio, la verdad siempre está relacionada al sujeto que la piensa. No existen verdades o conocimientos objetivos ni que sean universales. A partir de esta idea, el relativismo aparece en diferentes ámbitos de la ciencia y del pensamiento.


Es importante conocer que dentro del relativismo existen diversos tipos o clasificaciones, que se basan en los pilares del mismo pero que lo encaminan o dirigen hacia un punto de vista más concreto. Así, nos topamos con estos:
-Relativismo individual. Este se sustenta en el principio fundamental de que la verdad es relativa y que depende de cada individuo. Precisamente por eso, establece que existen tantas verdades como individuos.
-Relativismo de grupo. Como es de imaginar, esta otra vertiente se encarga de determinar que la verdad es relativa porque depende de cada grupo. A su vez cuenta con cuatro tipos diferentes: relativismo de grupo por civilización, por clase social, por sexo y por edad. Estos vienen a establecer que la citada verdad es relativa en base a que varía en función de cada civilización, clase social, sexo o grupo de edad, respectivamente.

Se conoce como relativismo cultural al estudio de una cultura a partir de los criterios particulares de la misma. De esta manera, se evita condenar moralmente a aquella cultura que resulta extraña respecto a la propia.

Conclusión: Para convivir necesitamos verdades objetivas, que están fuera de nosotros, de otro modo empezamos con los argumentos tan manidos de: “para mí esto está bien…”, “mi verdad, tu verdad…”

Con estos argumentos no nos podemos quejar si un juez con los mismos datos condena o no, si depende de su verdad, que a su vez depende de su estado de ánimo, etc.

¡Cuidado nos estamos moviendo por arenas movedizas que nos acabarán tragando!. Que razón lleva Benedicto XVI


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