Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 24 de octubre de 2015

Reflexiones de San Juan Pablo II

La primera dimensión de la fidelidad se llama búsqueda. Quien no busca ardiente, paciente y generosamente a su pareja ideal jamás tendrá a quien serle fiel. En esta dimensión hay que preguntarse a quién debo entregarle el resto de mis años para ser feliz buscando su felicidad.

Acogida, aceptación es la segunda dimensión. El “a quién debo consagrar mi vida” se transforma en un “te acepto”. Aceptar a tu pareja es confesar que estás pronta para todo lo bueno y difícil que venga. El momento crucial de la fidelidad es aceptar al amado como es.

La tercera dimensión de la fidelidad se llama coherencia. Vivir conforme a los compromisos por amor. Ser coherente significa aceptar incomprensiones y buscar soluciones a través del diálogo antes que permitir rupturas. He aquí el núcleo más íntimo de la fidelidad.

Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La cuarta dimensión es la constancia. “Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida”.

Es fiel quien no traiciona en las tinieblas lo que aceptó comprometiéndose. Ojalá que al final de tu matrimonio se pueda decir: “¡Siempre fieles!”
 
 



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