Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

jueves, 3 de septiembre de 2015

El síndrome de la rana hervida

Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que gusta a la rana. Pero no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia. Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana le empieza a parecer desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más.

Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, se habría puesto a salvo de un enérgico salto.

Es un experimento rico en enseñanzas, dice el autor. Nos demuestra que un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía”. 

Si nos fijamos en lo que está sucediendo en nuestra sociedad en las últimas décadas, estamos experimentando una lenta deriva a la que nos vamos acostumbrando.

Un montón de cosas que nos habrían horrorizado hace 10, 15 o 20 años, fueron poco a poco banalizándose suavemente y viéndose normal; hoy nos dejan indiferentes a la mayoría de la gente.

En nombre del progreso y de la ciencia, las peores violaciones de la libertad individual, la dignidad, la integridad de la naturaleza, la belleza y la alegría de vivir,  se efectúan lenta e inexorablemente con la complicidad constante de las víctimas, ignorantes o despojadas.

Los negros cuadros anunciados para el futuro, en lugar de suscitar reacciones y medidas preventivas, sólo preparan psicológicamente el pueblo para aceptar condiciones decadentes de vida DRAMATICAS.

El BOMBARDEO PERMANENTE "políticamente correcto" de informaciones por parte de los medios de comunicación, saturan los cerebros, que ya no pueden dar sentido a las cosas...

Así que si usted no es como la rana medio cocida, pegue el salto y salga de la cazuela antes de que sea demasiado tarde.

Es lo que denunciaba ya  San Agustín (430 dp. JC) :

A fuerza de verlo todo, se termina por soportarlo todo ...
A fuerza de soportarlo todo, se termina por tolerarlo todo...
A fuerza de tolerarlo todo, terminas aceptándolo todo ...
A fuerza de aceptarlo todo, finalmente lo aprobamos todo




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