Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

lunes, 3 de agosto de 2015

Una historia... Capítulo 5

Unas vacaciones para reflexionar
Era una situación dolorosa, de la que era difícil salir, por lo que entonces Chiara me propuso unos días de vacaciones. Yo pensé: «Estupendo, me iré a la playa y tomaré el sol», pero Chiara ya había pensado en todo: «Hay un lugar al que puedes ir. Es un pueblo en Bosnia que se llama Medjugorje. Cógete unas vacaciones y vete allí». Yo le dije a Chiara: «A Medjugorje yo no voy, Chiara. Mejor me pagas las vacaciones en Croacia, que está muy cerca y tiene un mar estupendo. Ya cuando esté allí, un día me acerco a Medjugorje. Pero yo no me voy a meter entre las colinas, las piedras y el calor. Eso no son vacaciones». Chiara me respondió: «Te recuerdo que hiciste un voto de pobreza y otro de obediencia. Elige por cual de los dos quieres ir a Medjugorje». Así que elegí el de la obediencia, y voluntariamente vine a Medjugorje.

Medjugorje
Llegué a Medjugorje ¡Me daban una pena los peregrinos! Porque yo pensaba que yo estaba allí porque me habían obligado, pero no entendía por qué ellos no iban al mar, pudiendo hacerlo.

En fin, los primeros diez días fueron un desastre. Yo no quise saber nada de peregrinos, ni del fenómeno de Medjugorje, ni de nada.

Una vidente y la aparición
El día decimoprimero, estaba tras la explanada, cerca de la carpa verde. Estaba tumbada en mi toalla, tomando el sol. En serio, pasaba de todo. Y ahí tirada me vio Marija, una de las videntes. No nos conocíamos de nada, pero a ella le llamó la atención, no sé si verme tumbada tomando el sol, o mi toalla verde chillona.

Se acercó a mí y me dijo: «Hola, ¿qué haces?». «Estoy esperando a que comience la Misa». Entonces Marija, sin más, con toda la naturalidad, me dijo: «Vente mañana conmigo a una aparición».

¡Imagínate! Era ridículo. Tanto que me dio la risa y le contesté: «Mira, va a ser mejor que la Virgen María venga a mí, porque yo de aquí no me muevo». Marija me miró un poco sorprendida, en silencio. Al cabo de unos segundos, cuando se me quitó la sonrisa de la cara, me dijo: «Tú vente mañana».

Unos días aburridos
En Medjugorje, si no vives el fenómeno, tampoco es que haya mucho que hacer. Mis primeros diez días allí fueron tan aburridos, que por muy absurdo que pareciese, asistir a una aparición suponía algo distinto en medio de aquel aburrimiento, así que el día siguiente aparecí a la hora que me había dicho Marija en el Oasis de la Paz, donde iba a vivir su aparición. Al llegar allí, aquello estaba lleno de gente.

Yo llegué a las seis y cuarto de la tarde y allí había gente que llevaba más de tres horas, con todo el calor. Yo pensé: «Qué tontería llegar tan temprano, si de toda formas a la Virgen solo la ve la vidente, pero bueno».

Al cabo de unos minutos llegó Marija. Me vio en el jardín, me cogió de la mano y me llevó dentro de la capilla con ella, delante del todo, a su lado. Me llevó hasta allí a rastras y de un empujón me puso de rodillas. Todo el mundo rezaba y yo pensaba: «Qué buenos todos estos peregrinos, mira cómo rezan», pero mi corazón estaba muy cerrado y no quería participar con ellos.

Recuerdo el momento en que comenzó la aparición. Todo el mundo se quedó en silencio y Marija se quedó mirando extasiada hacia arriba.

En medio de la aparición
En ese momento pensé: «Cualquiera desearía estar aquí a su lado, ¿cómo es posible que a mí no afecte?». La miré a Marija y vi que, sin emitir ningún sonido, movía sus labios, ¿y saben cual fue mi pensamiento en ese momento?: «Pero ella, con la Virgen, ¿habla en croata o en italiano?». Os prometo que lo pensé, de verdad, incluso quince días después de aquello se lo pregunté a ella. Me dijo que hablaban en croata.

¿Un trasplante del corazón?
Bromas a parte, en cierto momento de la aparición ocurrió algo. Y se lo cuenta la persona más racional que existe. Empecé a sentir un calor en el cuerpo. Era un calor que llegaba hasta la punta de mis dedos, hasta mis pies. Era un calor maravilloso. Sentí como si algo me abrazara, me rodeara y me cubriese entera, y entonces ocurrió lo más increíble, y es que sentí como si me hiciesen un transplante de corazón. Digo trasplante porque sentí como si algo se metía en mi pecho y me arrancara una piedra de dentro. Era un corazón herido, enfermo, y sentí como si me colocasen un corazón nuevo ahí dentro, en su lugar. Subrayo la palabra transplante, porque no fue un corazón curado, sino un corazón nuevo, que me llenaba de paz el alma, la mente y el cuerpo.

«Algo bellísimo»
Al acabar la aparición yo no entendía nada de lo que estaba sintiendo, pero era bellísimo. Empecé a darme cuenta de que tenía que marcharme y comencé a repetirme a mí misma que en realidad no pasaba nada, para ver si me calmaba, pero qué va, cada vez que lo decía mejor lo sentía.

Entonces Marija se levantó e hizo lo que hace siempre. Explicó a todos lo sucedido: «He presentado a la Virgen María todas vuestras intenciones de oración. La Virgen María ha orado por ustedes y les ha bendecido». A todo esto yo seguía de rodillas a su lado. Entonces ella, delante de todos me miró y dijo: «La Virgen María ha hecho suyo el dolor de tu corazón. A partir de hoy solo ella será tu madre».

«La Virgen te vió»
Salí de la capilla. Marija no sabía nada de mi historia. Cuando ella salió yo estaba en el jardín, desconcertada. Me cogió de nuevo por el brazo y, sin estar yo todavía muy convencida de lo que suponía que había pasado, le pregunté: «Marija, tu estabas ahí, ¿me viste durante la aparición?», y ella me respondió: «No, yo no te vi. Pero la Virgen sí».

«María me coge de la mano»
Desde aquel día hasta hoy he sentido a María en mi vida. La he sentido de una manera muy concreta. He descubierto que cada vez que tengo el rosario en las manos, es María quien me coge de la mano.

Modelo de santidad
Aquella tarde aprendí otra cosa. Era cierto que hasta ese día había trabajado para Dios, pero María quería que yo trabajase con Dios. Y otra cosa bellísima fue que si yo quería ser santa, debía tomar a la Virgen María como modelo de santidad. Os aseguro que eso, para un carácter como el mío, no es nada fácil. No es fácil vivir la obediencia. No es fácil vivir la humildad. No es fácil vivir el silencio de María. El silencio de María bajo la cruz. Pensad que María estaba bajo la cruz.


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