Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

lunes, 10 de agosto de 2015

Humanidad

Las hojas del otoño no caen porque quieren Sino porque ha llegado  su  hora

Oración del anciano

Bienaventurados aquellos que comprenden mis pasos vacilantes y mis manos trémulas.
Bienaventurados los que no tienen en cuenta mis olvidos, que saben que capto las palabras con dificultad, por eso procuran hablarme más alto y pausadamente.
Bienaventurados los que perciben que mis ojos ya están nublados y mis reacciones son lentas.
Bienaventurados los que desvían su mirada, simulando no haber visto el café que, sin querer, derramo sobre la mesa.
Bienaventurados los que sonríen, me prestan atención y conversan conmigo.
Bienaventurados los que nunca me dicen: “Tú ya me contaste eso varias veces”
Bienaventurados los que me ayudan, con cariño, a atravesar la calle.
Bienaventurados los que me hacen sentir que soy amado y no estoy abandonado, tratándome con respeto.
Bienaventurados los que comprenden cuánto me cuesta encontrar fuerzas para aguantar mi edad y mi cruz.
Bienaventurados los que me amenizan los últimos años sobre la Tierra.
Bienaventurados todos aquellos que me dedican afecto y cariño, haciéndome así, pensar en Dios.

Cuando entre en la Eternidad, me acordaré de ellos junto al Señor!

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