Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

martes, 30 de diciembre de 2014

Reflexión

Casi acaba el año y con frecuencia se suele comentar sobre lo rápido que ha pasado, y es cierto, la vida pasa a velocidad, cuando nos queremos dar cuenta tanto lo bueno como lo malo han acabado; aunque a decir verdad da la sensación que lo malo pasa más lentamente, pero no deja de ser una percepción subjetiva.

Acaba el año y lo importante es ver como lo hemos aprovechado, los lamentos y las quejas son de ordinario muy poco práctico si no desembocan en rectificaciones y propósitos de mejora.

A mi juicio debemos huir de la tentación más frecuente: echarle la culpa de nuestras desgracias a los demás. Hay un fandango de Huelva que dice así: “pensamientos míos no me traiciones y no culpes a nadie de mis errores”. Pues eso, echarle la culpa a los demás o a las circunstancias más o menos adversas es un claro indicio de inmadurez, ¡balones fuera!, como si porque busquemos chivos expiatorios las cosas se fueran a arreglar…

Estamos en los ultimísimos días del año, vamos a aprovecharlos realizando una especie de examen personal y dejémonos de lamentos, quejas y otras zarandajas y pasemos a la acción, reconocer nuestros errores, aprender de ellos y con la ayuda de Dios tratar de superarlos poco a poco.


Pienso que es la mejor forma de encarar el Año Nuevo para que realmente sea un Feliz Año Nuevo.

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