Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

martes, 23 de diciembre de 2014

Reflexión

Entre los contenidos más estables del blog figura un gadget que dice: "temo el silencio de los buenos", sobre ese silencio quiero reflexionar con estas líneas.

Es frecuente oír comentarios parecidos a este: "total para que voy a hablar sí no voy a arreglar nada...". Diría que hay una cierta mentalidad utilitarista que se va abriendo camino a pasos agigantados; ha calado también mucho ese afán de tener todo “ya”, enseguida y con demasiada frecuencia queremos también arreglar todo rápidamente, no podemos esperar.

Sin embargo me parece interesante aprender a esperar, lo decía una persona a la que admiro mucho, en concreto decía: “he aprendido a esperar y no es poca ciencia…”. Pero en esta sociedad donde nos movemos la velocidad se ha impuesto y nos está pasando factura.


Pero vuelvo al tema del artículo, opino que hay que hablar aunque pocos escuchen, hay que decir las cosas que inteligentemente pensamos que hay que decir, independientemente del arreglo que puedan tener, entre otras cosas porque si los posibles arreglos están vinculados a personas hay que tener en cuenta que los cambios llevan tiempo.
La velocidad, la precipitación suelen estar muy relacionadas  con el aturdimiento; recuerdo una anécdota que leí: un chico montado en su bicicleta y a toda velocidad, casi atropella a un anciano que solamente acertó a preguntarle: “pero chico dónde vas? Y el muchacho le contestó: “no lo sé, pero tengo mucha prisa”. 

El hombre que tiene inteligencia y voluntad porque Dios se la ha dado tiene que saber a dónde va y cuando tiene que hablar o callar, pero callar por comodidad, para no complicarse la vida, etc. no deja de ser cobardía, dejar que triunfe el mal.

Seguiré otro día con este tema. 

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