Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

viernes, 24 de octubre de 2014

Siempre la VIDA

Es curioso que se utilice esta expresión: "pensamiento único" para criticar la postura del adversario político, sea del signo que sea, asumiendo que tiene el monopolio de los medios para establecer y comunicar ese pensamiento.

Pero más allá de las divergencias políticas, hay cuestiones en las que todos los partidos establecidos, e incluso los que quieren llegar a establecerse y de momento se auto-atribuyen poco menos que la impecabilidad, parecen estar de acuerdo. Son esas cuestiones sociales que se consideran axiomas indiscutibles y a las que la omnitolerante democracia no puede menos que no tolerar. Entre ellas está el aborto, en el que parecen unirse en extraño maridaje polos que en principio parecen opuestos pero que a la hora de la verdad, no lo son tanto.

La aceptación social del aborto, dijo Julián Marías, es "la gran perversión de nuestro tiempo"; a mi modo de ver, uno de las enfermedades más graves de la civilización occidental. No conozco abolicionistas del aborto que quieran criminalizar a las mujeres, no se trata de una guerra entre hombres y mujeres, ni entre creyentes o ateos. Se trata de una guerra entre seres humanos gestantes y otros que tienen la capacidad de que dejen de serlo: entre quienes ponemos la vida por delante de la libertad, y los que ponen la libertad por delante de la vida cuando se trata de vidas humanas, aunque paradójicamente pongan la vida por delante de la libertad cuando se trata de vidas animales.

Como todo axioma indiscutible, no cabe la disidencia cuando hablamos del aborto. Quien no quiera aceptarlo mejor que se calle y que, en todo caso, aparque su opinión contraria a la esfera de la intimidad casera. ¡Hablar en público va contra la ley!, y eso lo dicen, precisamente, quienes defienden como supremo bien ¡la libertad de expresión! Me gustaría ver a esos devotos del librepensamiento defender con toda energía a quien declara posiciones que no comparten.

Si resulta enfermizo que la sociedad actual acepte una barbaridad como el aborto, parece que todavía es más preocupante querer silenciar a quien no está de acuerdo. Si vivimos en una sociedad libre no podemos menos que aplaudir que alguien tenga la gallardía de decir lo que piensa aunque contravenga la corriente dominante. Más aún, cuando está defendiendo la vida de quienes no tienen voz para defenderse.


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