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martes, 11 de marzo de 2014

Conocer a... Álvaro del Portillo


Monseñor Álvaro del Portillo nació en Madrid (España) el 11 de marzo de 1914, tercero de ocho hermanos, en una familia de honda raigambre cristiana. Pertenecía al Opus Dei desde 1935. Era Doctor Ingeniero de Caminos y Doctor en Filosofía y en Derecho Canónico. Fue ordenado sacerdote el 25 de junio de 1944. Formó parte del Consejo General del Opus Dei de 1940 a 1975.
Fue consultor de diversos organismos de la Santa Sede. Trabajó en el Concilio Vaticano II, primero como presidente de la Comisión preparatoria para el laicado y luego como secretario de la Comisión sobre la disciplina del clero y como consultor de otras comisiones. Sus libros Fieles y laicos en la Iglesia (1969) y Escritos sobre el sacerdocio (1970) son, en buena parte, fruto de esa experiencia.
En 1975 fue elegido para suceder a San Josemaría Escrivá. Al ser erigido el Opus Dei como prelatura personal, el Papa le nombró prelado. En 1990 fue designado obispo por Juan Pablo II, quien le confirió la ordenación episcopal el 6 de enero de 1991. En 1985 fundó en Roma el Centro Académico Romano de la Santa Cruz, germen de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
Durante sus diecinueve años al frente del Opus Dei, la labor de la prelatura se extendió a veinte nuevos países. Murió en Roma el 23 de marzo de 1994 después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. El Papa Juan Pablo II acudió ese mismo día a rezar ante sus restos mortales. El 28 de junio de 2012, con la aprobación del Papa Benedicto XVI, la Congregación para las causas de los santos promulgó el Decreto sobre las virtudes heroicas, que lleva consigo el título de "Venerable".
El Papa Francisco firmó el 5 de julio de 2013 el decreto que reconoce un milagro atribuido a su intercesión.

Su beatificación está programada para el día sábado 27 de septiembre de 2014 en Madrid.

"En nuestra vida espiritual todo se reduce a tener presencia de Dios, las demás normas de siempre son medios para conseguirlo.  Lo más elemental de la vida interior es tener presencia de Dios.  Lo que ninguno debe hacer es despreocuparse de la presencia de Dios. Si no tiene presencia de Dios, no andará bien: no será  mortificado, no será espiritual, no será celoso, no tendrá ganas de trabajar."

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