Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros

sábado, 8 de octubre de 2016

Para poner en práctica

¡Cuántas veces las tinieblas de la soledad, que oprimen a un alma, pueden ser aliviadas por el rayo luminoso de una sonrisa o de una palabra amable!. San Juan Pablo II.

Invitaría a mis lectores a hacer una sencilla observación, que consiste en mirar las caras de las personas con las que te cruzas por la calle; -entrecejos arrugados, mal humor, a veces malas contestaciones sin motivo e incluso y lo que es peor, actitudes violentas por menos de nada-, suele ser el resultado de la observación.

Se echa de menos la afabilidad, la amabilidad, consecuencia por otra parte de la paz interior.

Me propongo recordar brevemente en que consisten estas dos virtudes.

La afabilidad, la amabilidad puede cambiar a una persona y transformar el ambiente de un lugar de trabajo o de una familia.

Ser amable significa ser accesible, acogedor, agradable, amigable, atento, cordial, servicial. Una persona amable no pone barreras sino que tiende puentes.


Los hombres hemos nacido para ayudarnos mutuamente y es cosa contraria a la naturaleza que unos y otros nos ofendamos. (Marco Aurelio. 121-189 d de C)

No hay comentarios:

Publicar un comentario