Día 5
En este quinto día que tu intención
sea pedir a Dios que borre de tu alma
cualquier vestigio de resentimiento que no te permita perdonar de corazón.
Reflexión. El resentimiento es ese veneno que
yo me tomo pretendiendo que mate al que me hizo daño. “Re” (repetición).
Resentimiento es la acción de volver a sentir. El resentimiento es una caricia del ego que te dice: “Tienes razón. Tú no merecías ser tratado de esa
manera”. ¡Cuidado con escucharle! Sentimos mucho dolor de lo tanto que hemos
sido lastimados pero pocas veces nos detenemos a sentir y a dolernos de lo que
también nosotros hemos lastimado a otros.
Al resentimiento yo lo comparo con
cataratas en los ojos. Estas no nos permiten ven con claridad la luz por lo
tanto no podemos saborear con nitidez los colores de la vida. Justo eso es el
resentimiento, una catarata en el alma que no nos permite ni recibir, ni sentir
la plenitud del amor de Dios ni sus Gracias; es decir, que no nos permite
recibir la luz del Espíritu Santo en plenitud.
Una vez escuché la meditación de un
sacerdote que me hizo mucho sentido: cuando Jesús nos propuso que perdonemos a
nuestros enemigos no nos propuso algo heroico sino algo práctico. En pocas
palabras nos quiso decir que ya no le diéramos más poder a nuestro enemigo.
Perdonar es soltar; es dejar a esa persona que nos hirió en las únicas manos
que saben cómo tratarlo, las manos de Dios. Perdonarle no es desearle ni bien
ni mal; perdonar es arrojarla, aventarla, tirarla, pero no al vacío ni al
abismo sino a las manos de Dios con la certeza de que Él sabrá qué hacer con
ella.
Aquí aplica el proverbio chino: “tu
enemigo te hirió una vez, su recuerdo mil veces”. Por ejemplo, la persona que
te engañó el 5 de mayo del 2010 y estamos en el 2016. Si tú sigues con ese
recuerdo, dándole vueltas y pensando que esa persona te engañó, te hizo, te,
te, te… el agresor te ofendió ese día, pero tú y a través de su recuerdo, con
traer ese pensamiento a tu mente y permitirle que llegue a tu corazón de una
manera dolorosa, haces que te siga engañando hasta el día de hoy. ¿Me expliqué?
Es por eso por lo que el perdonar no es heroico sino práctico. Y fíjate que en ningún momento te
pedí que le desearas cosas buenas porque humanamente cuando nos hacen daño
sería muy hipócrita decir que le deseamos lo bueno. Lo práctico es comenzar a
perdonar, lo heroico es que ya, a través del tiempo y con la ayuda de Dios, le
deseamos cosas buenas, bendiciones.
El resentimiento me ata al pasado y
mientras siga con esa actitud, únicamente “pobreteándome”, en la medida en que
siga en el papel de víctima, “autocompadeciéndome” será en la medida en que me
estaré perdiendo la verdadera compasión de Dios hacia mí.
Estoy tan metido/a en mi “yo-yo-yo”,
tratando de buscar explicación y justificación a la ofensa que recibí, que no
alcanzo a vislumbrar toda la misericordia y el perdón que Dios ha derramado en
mí tantas veces como yo le he ofendido. Aun más importante, no alcanzo a
percibir la explicación que Dios me quiere dar, es decir del plan maravilloso
de su amor para mí.
Entonces el primer paso para un
perdón sanador es liberar, renunciar, soltar… Elegir dejar ir cualquier pensamiento de venganza, rencor
y autocompasión.
Me hago consciente y elijo no enredarme con esa actitud, con esas palabras, con
la ofensa, no engancharme.
Pongo mi ego, mi dolor, mi victimismo
y todos esos sentimientos que no me permiten soltar la ofensa al pie de la
Cruz, en manos de quien es el perdón vivo. Cuando yo elijo renunciar a mi “ego
herido” no quiere decir que el problema desaparecerá o se arreglará de manera
automática; lo que quiere decir es que le estoy dando libertad a las manos de
Dios para que sea parte de la solución.
Ejercicio: Utilicemos ese gran regalo que Dios
nos dio para ser nuestro custodio y mensajero, nuestro ángel de la guarda. Invoca al Espíritu Santo y a tu ángel custodio para que
traigan a tu mente a esa persona que quizás sin tú saberlo, es a la que más
necesitas perdonar. Pídele a tu angelito que haga fuerza con el de ella para
que pueda recibir el mensaje que tu corazón le quiere mandar: “En el nombre de
Jesús, por el Poder y la Gracia de Dios, te perdono y te libero”. Amén
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