Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros
sábado, 2 de mayo de 2015
viernes, 1 de mayo de 2015
jueves, 30 de abril de 2015
Reflexiones ajenas
SER
INTELIGENTE NO ES
SER ESTUDIOSO. CONSISTE EN SABER
CÓMO REALIZARSE EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS.
LOS MATRIMONIOS MÁS FELICES Y DURADEROS SON LOS QUE COMPARTEN
EL MISMO CREDO RELIGIOSO Y CONLLEVAN UN DESARROLLO ESPIRITUAL SIMILAR.
EL VERDADERO AMOR ES PRODUCTO DE LA VOLUNTAD, NO DEL
ROMANTICISMO.
EL GRAN RETO DE LA PATERNIDAD, NO CONSISTE EN TRATAR MEJOR A
LOS HIJOS, SINO EN CÓMO DARLES EL MEJOR EJEMPLO.
Recordar: LA VIDA NO PERDONA LOS YERROS DE NADIE.
HAY QUE DEDICAR, UN MÍNIMO DE DIEZ MINUTOS DIARIOS, A LA
REFLEXIÓN PERSONAL.
miércoles, 29 de abril de 2015
Violencia: Saber que nos pasa y por qué (2)
Nuestra sociedad se está
volviendo muy violenta en un plano deslizante y aparentemente suave que nos
acerca a la normalidad violenta de las sociedades precristianas. El aborto
legal y normalizado es la expresión más evidente de este nuevo y creciente
acostumbramiento a la violencia; pero las expresiones de este fenómeno crecen a
nuestro alrededor de forma continua. No sé si ese chico de 13 años armado con
ballesta se incardina en este preocupante y triste fenómeno actual o si es un
caso aislado de patología médica incontrolable e indetectable; pero convendría
estudiar sin prejuicios estos casos conforme a los parámetros analíticos
indicados para saber qué nos pasa y por qué nos pasa. Uno de los síntomas de
una sociedad que se desarma moralmente es la autocastración intelectual que
impide analizar con verdad lo que sucede a nuestro alrededor.
C.S. Lewis escribió en “La abolición del hombre” que, si suprimimos
el órgano, no podemos sorprendernos de que desaparezca la función. Si nos
reímos de quienes afirman que el bien existe, si no sabemos que el hombre es
algo más que un trozo de carbono evolucionado conforme a las reglas ciegas de
la bioquímica, si entronizamos la propia satisfacción como único criterio
ético, si admitimos que el respeto a la vida admite excepciones, si
desprestigiamos como peligrosos fundamentalistas a quienes defienden una moral
objetiva de bienes y valores siempre dignos de respeto, si afirmamos que la
justicia de las leyes solo depende de si las aprueba una mayoría
preestablecida, ...no podemos llevarnos las manos a la cabeza con estupor si
crece la violencia en nuestro entorno.
No estamos viviendo de momento –en Europa– el surgimiento de
formas totalitarias de violencia institucional como instrumento de la política
como sucedió en los años 30 del siglo pasado, pero sí estamos siendo testigos
del aumento de la violencia de la gente normal, de la violencia en la vida
cotidiana. Conviene reflexionar sin prejuicios sobre ello para intentar
entender qué nos pasa y por qué nos pasa.
martes, 28 de abril de 2015
Violencia: Saber que nos pasa y por qué (1)
Traigo un artículo de Benigno Blanco que me parece muy interesante. Lo publicaré en dos días sucesivos para no cansar al lector; pienso que merece la pena leerlo y reflexionar sobre el.
"Los medios de comunicación
nos traen la noticia del adolescente de 13 años que, armado de machete,
ballesta y cóctel molotov, entra una mañana en su escuela y asesina a un
profesor y lo intenta con más personas. La opinión pública se agita unas horas
y... pronto pasaremos al siguiente escándalo o crimen... que nos ocupará
también unas horas... hasta el siguiente. Un viejo amigo me decía siempre: “no
te olvides de que la opinión pública no tiene memoria”. Pero conviene
reflexionar y no olvidar si queremos estar en condiciones de afrontar en serio
nuestros problemas: hay que saber lo que nos pasa y por qué nos pasa, y no solo
constatar lo que sucede.
Obviamente yo no dispongo de información especial sobre ese
muchacho de 13 años que, ballesta en mano, asesinó a un profesor; y no puedo,
por tanto, dar claves singulares de este caso. No conozco datos de su familia,
ni de su conducta antecedente; no sé qué libros leyó o si no leyó ninguno; no
sé si rezaba o no sabía qué es rezar; no sé si alguien le explicó que el bien y
el mal existen y podemos conocerlo con certeza razonable o si era un analfabeto
moral; no sé si recibió amor en su hogar o no; no sé nada de él... más que un
día en frío y de forma premeditada decidió algo terrible: matar a un semejante.
Y esto no puede menos que sorprenderme pues vivimos en una cultura que lleva
dos mil años construyendo –o intentando construir– un humus cultural que
excluya la violencia y especialmente el asesinato.
Claramente este chico no pertenecía la mañana del pasado día 20 a
esta tradición cultural humanista que educa para no matar. No sé las razones;
no puedo saber si es que nadie le ayudó nunca a imbuirse de esta estupenda
tradición de respeto al ser humano y fue educado en un relativismo moral e
intelectual conforme al cual no hay nada que sea bueno o malo en sí sino que
todo depende de las circunstancias y las motivaciones; no conozco si fue
educado en esa tradición pero su propia voluntad o un trastorno mental grave le
hizo romper momentáneamente o de forma permanente con esa tradición; desconozco
si ha estado sometido a influencias nocivas de la cultura de la muerte (parece
que sí, que era aficionado a las imágenes gore); no sé si en su entorno se
hablaba bien o mal del aborto y la eutanasia, si se le educó en el amor o en la
banalización del sexo, si en su educación estuvo presente un ideal de buena
persona o consistió sin más en un proyecto seudopedagógico de autoconstrucción
personal sin criterios objetivos; desconozco lo que sus padres y su escuela le
enseñaron sobre en qué consiste ser un ser humano; no sé si alguien le habló de
Dios alguna vez de forma seria y atractiva o no, y si alguien le explicó alguna
vez que él mismo era un hijo de Dios y su víctima también.
No sé nada de lo que habría que saber para formular un juicio con
fundamento y por eso no puedo opinar sobre este caso concreto. (Y, por ello, me
asombra que tantos –con la misma ignorancia que yo– opinen y emitan juicios).
Pero lo que sí puedo hacer es constatar cómo en nuestro entorno aumenta la
violencia de la “gente normal”: muchísimos abortos, crecientes en número
prácticas eutanásicas, agresiones entre jóvenes –incluso hasta la muerte– por
peleíllas en principio tontas, violencia machista entre las parejas jóvenes,
crueldad verbal en la crítica política que hace tabla rasa de la dignidad de
las personas y el respeto a la dignidad del contrincante, indiferencia ante el
hambre y el abandono del vecino del barrio que busca su comida en el contenedor
de la basura, explotación inmisericorde de jóvenes en el mercado de trabajo con
jornadas extenuantes y salarios escandalosamente bajos en comparación con la
rentabilidad de los negocios, violencia contra la propia vida mediante el
consumo irresponsable de alcohol y drogas convertido en la forma normal de
divertirse el fin de semana, violencia contra la dignidad sexual de cada uno
mediante el sexo banal y circunstancial de usar y tirar, pedofilia en la red o
en la vida real, violencia contra –especialmente– la mujer mediante la
pornografía omnipresente, violencia moral en tanta telebasura en que las vidas
se exhiben y machacan sin piedad ni respeto alguno a las personas, etc.
lunes, 27 de abril de 2015
domingo, 26 de abril de 2015
Otra historieta didáctica y sabia
Lynell Waterman cuenta la historia
del herrero que, después de una juventud llena de excesos, decidió entregar su
alma a Dios. Durante muchos años trabajaba con esmero, practicaba la
caridad, pero, a pesar de todo su empeño nada parecía andar bien en su vida,
muy por el contrario, sus problemas y sus deudas se acumulaban día a día.
Una hermosa tarde un amigo que lo visitaba, y que sintió compasión por su
situación, le comentó:
—Realmente
es muy extraordinario que justamente después de haber decidido volverte un
hombre temeroso de Dios, tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar
tu fe, pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado.
El herrero no respondió en seguida
pues ya había pensando en eso muchas veces, sin entender lo que acontecía con
su vida, sin embargo, como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a
hablar, y terminó por encontrar la explicación que buscaba. He aquí lo
que dijo el herrero:
—En
este taller yo recibo el acero así, sin trabajar, y debo transformarlo en
espadas.
—¿Sabes cómo se hace esto?
—Primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo. Enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo muy pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada. Luego la sumerjo en un balde de agua fría y el taller entero se llena con el ruido del vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta: una sola vez no es suficiente.
—¿Sabes cómo se hace esto?
—Primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo. Enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo muy pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada. Luego la sumerjo en un balde de agua fría y el taller entero se llena con el ruido del vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta: una sola vez no es suficiente.
El herrero hizo una larga pausa, y
siguió:
—A veces el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta de que jamás he de transformarlo en una buena hoja de espada. Y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de hierro viejo que ves a la entrada de mi herrería.
—A veces el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta de que jamás he de transformarlo en una buena hoja de espada. Y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de hierro viejo que ves a la entrada de mi herrería.
Hizo otra pausa más y el herrero
terminó:
—Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero la cosa que pienso es: "Dios mío, no desistas hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí. Inténtalo de la manera que te parezca mejor, toma el tiempo que quieras —pero nunca me pongas en la montaña de hierro viejo de las almas."
—Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero la cosa que pienso es: "Dios mío, no desistas hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí. Inténtalo de la manera que te parezca mejor, toma el tiempo que quieras —pero nunca me pongas en la montaña de hierro viejo de las almas."
Suscribirse a:
Entradas (Atom)