Día 8
En este octavo día, que tu intención
sea pedir a Dios que llene de más amor tu
corazón para siempre devolver bien por mal.
Reflexión. “¿Devolver bien por mal?
¿Poner la otra mejilla? ¡Qué le pasa a Dios! ¡Ah no! El que me la hace la paga.
Ni que uno no tuviera dignidad…”. ¿Cuántas veces hemos pensado así? Ese ego aconsejándonos y acariciando nuestras miserias
humanas.
“Devolver bien por mal…” Nada más
cierto que estas palabras llenas de verdad porque el mal no se apaga con el mal sino con el bien. Recordemos que Dios nos habla por
medio de parábolas (verdades que parecen mentira) y el mundo nos quiere
convencer por medio de sofismas (mentiras que parecen verdades). De nosotros
depende qué elegimos, obedecer a Dios con la certeza de que al final tendremos
plenitud “eterna” o seguir las reglas del mundo que nos ofrece bienestar
temporal. La satisfacción de la venganza, por mucho que dure, es pasajera. La
del perdón es infinita porque emana del alma de quien Dios vive en él.
En el Evangelio de Juan (6, 1-13),
“Multiplicación de los panes”, hay varios puntos que me llaman la atención, en
especial estos 2:
6:10 <Jesús le respondió: “Háganlos sentar”>. Jesús les dio pan a los que estaban
sentados, listos para recibirlo. Ese “háganlos sentar” quiere decir que hay que
estar atentos, listos y preparados para recibir todas las gracias y dones que
Dios nos quiere regalar. En el caso de esta novena es el don de saber perdonar.
6:12-13 <Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus
discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los
recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco
panes de cebada>. ¿Generalmente, qué hacemos nosotros con las sobras? Las
tiramos a la basura. Sin embargo, aquí Jesús las manda recoger para que nada se
desperdicie… y con esas sobras se llenaron 12 canastos.
En nuestra vida, ese canasto es el
mismo corazón de Jesús y las sobras, esas que nadie quiere de mí, son mis
miserias, las cuales que yo, como uno de sus doce, pongo dentro de su corazón
para que Él las convierta en bendiciones. Una vez más Jesús nos enseña a
devolver bien por mal; a no desperdiciar absolutamente nada y todo entregárselo
a Él.
Quiere decir que de mis miserias y de
lo que nadie quiere, Dios obrará cosas maravillosas hasta saciar a mí y a los
demás. Nuestras miserias, que no son otra
cosa más que defectos, son maravillosas áreas de oportunidad que nos mantendrán
humildes y necesitados de Dios.
Ejercicio. Invocando al Espíritu Santo y tu
ángel custodio, con papel y pluma, haz una lista reconociendo todas esas
miserias (o defectos) que deseas poner en el Corazón de Jesús. En especial, ese
deseo de venganza (por muy pequeño que sea), para que Dios los transforme en
dones, virtudes y bendiciones.
Día 9
En este noveno día, que tu intención
sea pedir a Dios un corazón hecho a su medida y al de su Madre María. Pide a la Santísima Madre que te preste su corazón cada
vez que te cueste trabajo perdonar.
Reflexión: “…Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos, Reina de la paz,…” y yo le añadiría Madre del
perdón. Por supuesto que no podía faltar la Madre de Dios y Madre nuestra al
cerrar nuestra novena porque Jesús siempre va de la mano de su Ella. Además, si
alguien puede hablar de perdón es María, modelo de virtudes…
La Santísima Virgen es una excelente
aliada en asuntos del alma, por eso adóptala como tu intercesora para que te
ayude a presentar tus oraciones al Padre. Es la Reina de la paz y sabemos que
uno de los frutos inminentes al vivir el perdón es ese, armonía y paz en los corazones.
Virgen Madre mía, gracias por tu “FIAT” y por tu amor. Intercede por mí ante tu amadísimo Hijo para
sacar de mi alma todo aquello que me separe del amor de Dios, en especial esas
semillas de odio, rencor y resentimiento que puedan estar aún en mi corazón. Enséñame a amar y a tratar bien a los demás, sobre todo a
mis enemigos, y no porque lo merezcan o no, sino porque fueron creados a imagen
y semejanza de Dios y
a los cuales yo, gracias a la luz del Espíritu Santo que habita en mí, alcanzo
a ver en ellos tal dignidad.
Te consagro mi vida, mis pasiones,
mis fortalezas y debilidades. Enséñame a ser uno/a contigo y si no es mucho
pedir, enséñame a ser como Tú. Amén
Ejercicio: Prepárate para ir a misa lo más
pronto que puedas y lleva contigo la lista que hiciste el primer día. Cuando
sea un momento prudente, de preferencia entre el Padrenuestro y el momento de
la paz, con todo tu corazón entrega a Dios todos los nombres que pusiste en la
lista del primer día; si te es posible tráelos a tu mente y con el amor más
profundo que seas capaz mándales la paz en el Nombre de Dios.
Este ejercicio del perdón y de rogar
a Dios la paz para ellos es muy sanador y es un gane-gane. Por un lado, si esas
personas están listas y dispuestas a recibir la paz que tú les estás deseando,
pues ya sabes los milagros y las maravillas que sucederán. Por el otro, si
ellos no están listos a recibirla, esa paz regresa a ti. (Mateo 10:1-16)