En el año 1916 el escritor valenciano Vicente
Blasco Ibáñez publicó una novela muy famosa, el título “Los cuatro jinetes del
Apocalipsis”; los nombres de estos cuatro jinetes eran: victoria, hambre,
guerra y muerte. Se inspiró en el Apocalipsis que es el último libro que
compone la Biblia y la escribió a raíz de la primera guerra mundial que tuvo
lugar en el 1914, se cumplirá por tanto en este año el primer centenario.
Un siglo después me tomo la libertad de asumir el
título para este artículo con una ligera variante: “Los cuatro nuevos jinetes
del Apocalipsis”; que a mi juicio campan a sus anchas por esta sociedad nuestra
un siglo después del malogrado 1914. Me refiero al Relativismo, el
individualismo, la inmadurez y la sensiblería.
La famosa frase del “todo es relativo” ha
encontrado adeptos, muchos de ellos pienso que la repiten sin pararse a pensar
la carga que tiene detrás; se mira la apariencia de libertad que encierra: todo
vale, todo tiene el mismo valor, la verdad como tal no existe, todo es relativo.
Hace unos días vi de pasada en TV un programa, debía tratarse de algún concurso
y la prueba consistía en atravesar una especie de pequeña piscina que estaba
llena de algo parecido a arenas
movedizas, de hecho tiraron una pelota que se hundió pronto; a continuación el
concursante tenía que atravesar el estanque sin hundirse. Pienso que algo
parecido es el Relativismo, la libertad es sólo aparente y tenemos el peligro
de hundirnos en él porque las personas necesitamos pisar terreno firme,
necesitamos puntos claros de referencia. El “todo vale” se vuelve contra
nosotros. No aspiro a hacer un tratado sobre el Relativismo, en las páginas web
que recomiendo en este blog se pueden encontrar artículos muy interesantes, a
ellos les remito.
Sobre el individualismo, ¿qué les voy a decir?,
estamos soportando día a día las consecuencias de ese ir cada uno a lo suyo y
no querer que nadie ni nada nos complique la vida; “pasamos” de los demás, los
viejos y los niños porque nos exigen atención y cuidados y no estamos por la
labor de sacrificarnos por ellos, pero ¿qué es sacrificio?...; “yo a lo mío y
los demás…”, vemos en los demás peldaños que si los tenemos que pisar para
subir, pues los pisamos.
Y con estas mimbres tenemos el cesto de la
inmadurez; aspiramos a ganar mucho dinero y cuanto antes y por supuesto sin
afrontar responsabilidades y pasar malos ratos y por supuesto sin compromisos
de por vida, como todo es relativo lo que me sirve hoy, mañana me puede
estorbar y llegamos a perder o mejor a no conocer el significado de las
palabras fidelidad, lealtad.
Y así llegamos al cuarto jinete, la sensiblería en
grado sumo adobada con palabras de telenovela: “cariño, mi amor, tesoro, etc.”
Me contaba un día una amiga maestra que cuando estaba en la puerta de su
colegio para recibir a sus alumnos, muchos de ellos venían acompañados por sus
madres que los despedían con estos calificativos tan cariñosos, pero que a
veces cuando el niño se iba ya con sus amigos y no hacían caso a su madre, ésta
montaba en cólera y del “cariño…” pasaba a la bofetada sin más preámbulos;
reconozco que la anécdota siempre me hacía gracia, pero esto por desgracia es
lo que está pasando, ¿se sabe de verdad lo que es el amor?, ¿lo que es el
cariño?, ¿lo que es la amistad?, ¿se sabe que todos estos sentimientos exigen
mucho sacrificio (volvió a salir la palabreja) para que sean reales?.
Los cuatro nuevos jinetes de finales del s. XX y
principios del XXI, podrá añadir algunos más, pero todos son parientes,
descendientes del Relativismo. Lo que pretendo con estas líneas es recordar la
finalidad de este blog, hacer pensar porque este camino no llega a ninguna
parte, tendremos que retroceder en algún momento, no esperemos demasiado tiempo
porque cuanto más tardemos en rectificar, más largo será el camino de vuelta
con el cansancio que eso conlleva.