Opiniones personales. Opiniones ajenas. Mafalda. Otros
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lunes, 25 de diciembre de 2017
domingo, 24 de diciembre de 2017
El saber no ocupa lugar
¿Qué celebramos en Navidad?
CARTA DE
JESÚS EN NAVIDAD
Como sabrás,
nos acercamos nuevamente a la fecha de mi cumpleaños.
Todos los
años se hace una gran fiesta en mi honor y creo que en este año sucederá lo
mismo. En estos días la gente hace muchas compras, hay anuncios en la radio, en
la televisión. En todas partes no se habla de otra cosa, sino de lo poco que
falta para que llegue ese día.
La verdad,
es agradable saber que al menos un día del año algunas personas piensan un poco
en mí. Como tú sabes, hace muchos años empezaron a festejar mi cumpleaños. Al
principio no parecían comprender y agradecer lo mucho que hice por ellos, pero
hoy en día muy pocos son conscientes de para qué lo celebran. La gente se reúne
y se divierte mucho, pero no sabe de qué se trata.
Recuerdo el
año pasado, al llegar el día de mi cumpleaños hicieron una gran fiesta en mi
honor. Había cosas muy deliciosas en la mesa, todo estaba decorado y recuerdo
también que había muchos regalos; pero, ¿sabes una cosa?, ni siquiera me
invitaron. Yo era el invitado de honor y ni siquiera se acordaron de invitarme.
Ni siquiera se molestaron en bendecir la mesa. La fiesta era para mí y cuando
llegó el gran día me dejaron afuera, me cerraron la puerta..., y yo quería
compartir ese momento con ellos.
La verdad,
no me sorprendí. Porque en los últimos años todos me cierran la puerta. Y, como
no me invitaron, se me ocurrió entrar sin hacer ruido. Entré y me quedé en el
rincón. Estaban todos bebiendo, había algunos ebrios contando chistes,
carcajeándose. Lo estaban pasando en grande. Para colmo, llegó un viejo
gordo vestido de rojo, de barba blanca y
gritando ¡Ho-Ho-Ho-Ho! Parecía que había bebido de más. Se dejó caer
pesadamente en un sillón y todos los niños corrieron hacia él diciendo: "¡Santa
Claus, Santa Claus!" "Papá Noël, Papá Noël!" ¡Como si la fiesta
fuese en su honor!
Llegaron las
doce de la noche y todos comenzaron a abrazarse; yo extendí mis brazos
esperando que alguien me abrazara y ... ¿sabes? Nadie me abrazó...
De repente
todos empezaron a repartirse los regalos, uno a uno los fueron abriendo, hasta
que se abrieron todos. Me acerqué para ver si por casualidad había alguno para
mí.
¿Qué
sentirías si el día de tu cumpleaños se hicieran regalos unos a otros y a tí no
te regalaran nada? Comprendí entonces que yo sobraba en esa fiesta, salí sin
hacer ruido, cerré la puerta y me retiré.
Cada año que
pasa es peor, la gente sólo se acuerda de la cena, de los regalos y de las
fiestas, y de mí nadie se acuerda. Quisiera que esta Navidad me permitieras
entrar en tu vida, siquiera que reconocieras que hace casi dos mil años que
vine a este mundo para dar mi vida por tí en la cruz y de esta forma poder
salvarte. Hoy sólo quiero que tú creas esto con todo tu corazón.
Voy a contarte
algo, he pensado que como muchos no me invitaron a su fiesta, voy a hacer la
mía propia, una fiesta grandiosa como la que jamás nadie se imaginó, una fiesta
espectacular.
Todavía
estoy haciendo los últimos arreglos, por lo que este año estoy enviando varias
invitaciones y es este día, hay una invitación para tí. Sólo quiero que me
digas si quieres asistir, te reservaré un lugar, y escribiré tu nombre con
letras de oro en mi gran libro de invitados. En esta fiesta sólo habrá
invitados con previa reserva, y se tendrán que quedar afuera aquellos que no
contesten mi invitación.
Prepárate
porque cuando todo esté listo, daré la gran fiesta. Hasta pronto. Te espero...
en Navidad, en la Eucaristía, en el pesebre, en la oración y en el bien que
hagas en favor de los demás.
JESÚS DE
NAZARETH
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