Acabo de leer en un periódico que estamos en un mes negro, cinco mujeres han muerto a manos de sus maridos y compañeros. Yo diría que se ha comprobado que ni los cambios de nombre, ni la dureza de las leyes, son capaces de acabar con estos asesinatos.
Quizás ha llegado la hora de pensar que está fallando para que todas las medidas “estrella” que nos vendieron en su momento se hayan estrellado contra el muro de la dura realidad.
Daba la idea Tácito que cuanto más leyes da un gobierno peor gobierna; pienso que estos hechos demuestran lo atinado que estaba Tácito, yo añadiría, sobre todo cuando se legisla con demagogia y se ignora las causas últimas de lo que acontece. Volvemos a lo de siempre, hay que pensar y hay que ser muy recto para llamar a las cosas por su nombre y dejarnos de eufemismos.
La causa de estos asesinatos es el desprecio a la vida humana, a veces sorprende que los motivos son a veces nimiedades; estoy pensando en la noticia de un señor en Bailén dispuesto a matar a su hermana y su cuñado porque se oponían a que pusiera palomos en la terraza de su casa, la tragedia acabó con la muerte de su sobrina.
Desprecio a la vida humana que la tenemos en proporciones alarmantes en el crimen del aborto. Valoramos mas una noche de juerga y sus posibles consecuencias que el hecho de acabar con la vida de la persona concebida y no nacida. Con semejante filosofía no nos puede extrañar que el desprecio por la vida humana vaya en aumento. A veces, para disimular, se saca la “pancartilla del No a la guerra” y seguimos ampliando la base del desprecio a la vida humana porque a lo fácil se suman muchos que no saben ni tienen idea de cosas elementales.
Los medios de comunicación con sus medias verdades y tergiversaciones tienen mucha culpa de que la ignorancia se extienda a velocidades increíbles llegando siempre a los intelectualmente más débiles.
¿Cuál es entonces la verdadera solución?. La primera que pienso es la educación, urge que haya una verdadera Ley de enseñanza, que enseñe a las personas a pensar, volver a las Humanidades. Formar cabezas rectas con argumentos.
La segunda sería hacerles ser conscientes a los medios de comunicación que pueden ayudar con su rectitud en la información a que las personas se den cuenta que así no vamos a ningún sitio, más que a lamentarnos de cada nuevo asesinato, que no violencia y menos de género.
Me gustará acabar haciendo una llamada a la claridad, hablemos todos claro, sin miedos, sin disimulos. La lengua española es muy rica y tiene un nombre para cada cosa, apliquémoslos y contribuyamos entre todos a hacer una apuesta seria por la defensa de toda vida humana, nacida o no.