Aprender
a tener una visión positiva de la vida.
De
uno mismo y de nuestro entorno.
El optimismo es una forma sana de captar la realidad. Y requiere una
educación para saber detenerse más en lo positivo que en lo
negativo.
Es sorprendente ver a personas que son inmunes al desánimo
y que se crecen ante las dificultades y otras que se derrumban ante
el menor contratiempo y revés de escasa envergadura.
¿Se nace
optimista? ¿Puede un pesimista dejar de serlo?. La clave está en el
esfuerzo psicológico personal.
Hay ejemplos de lo que digo,
Solchenitzchen, Havel, Boris Cyrulnik, judío que vio morir a sus
padres en un campo de concentración y después fue uno de los
fundadores de la llamada resiliencia:
aprender
a soportar situaciones adversas te hace fuerte y te educa para sacar
lo mejor de ti. Nos habla de la capacidad para sacar fuerzas de una
experiencia traumática. Todo un arte.