Amabilidad.
1.
¿Qué es la amabilidad? La amabilidad es el hábito o cualidad de
tratar agradable y delicadamente a los demás.
2.
¿Amabilidad y sociabilidad coinciden? Se parecen; pero la
sociabilidad alude a convivir bien en una sociedad, mientras que la
amabilidad es más general y se refiere a tratar bien a todos, se
conviva o no con ellos.
3.
¿Amabilidad equivale a refinamiento? No siempre. El refinamiento a
veces es peor que la grosería. La verdadera amabilidad nace del
interior, no es sólo una careta externa. A veces por fuera hay
cortesía y se evitan las salidas de tono, palabrotas y gritos. Pero
al mismo tiempo se capta la falsedad y el desprecio solapados. No se
escucha una palabra más elevada que otra, pero las frases suaves
pueden ser más hirientes, con auténticas agresiones psíquicas.
Esta falsedad hace que la apariencia amable sea repelente.
4.
¿Algún secreto para la amabilidad? El secreto para ejercitar la
amabilidad es querer a la gente de verdad. La amabilidad es asunto de
cariño, de querer a los demás. Sólo así el trato transcurrirá
con delicadeza amable. Sin falsedades, porque se les aprecia de
verdad.
5.
¿Y alguna dificultad especial? La amabilidad tiene una dificultad
añadida: en parte depende de los demás. Si uno vive en un ambiente
de caridad, será fácil tratar bien a la gente pues hay una
inclinación mayor a quererles. En cambio, si se vive en un ambiente
hostil, la tendencia natural será responder a las agresiones con
energía, o al menos apartándose, aunque sólo sea por instinto de
supervivencia. En estos casos, el camino de la cortesía y delicadeza
es más duro pero se debe mantener. Habrá que sembrar amabilidad
para recoger ese mismo fruto aunque la cosecha se vea lejana. Adonde
no hay amor, ponga amor, y sacará amor.
6.
¿Algo que ayude a ser amables? Queremos tratar educadamente a los
demás porque deseamos su bien, y porque el Señor les ama. Nos
gustaría recibir por su parte un trato semejante, pero no somos
acogedores para que nos devuelvan su afecto. Queremos ser amables,
aunque los demás no cultiven esta virtud.
7.
¿Amabilidad y fortaleza se oponen? No se oponen, aunque a veces no
es fácil armonizar fortaleza y amabilidad. Por ejemplo, al negar a
los hijos o al novio un capricho. Lo ideal sería mantener firme la
negativa, pero expresarla con palabras que hieran lo menos posible.
Nada fácil a veces. Aquí se aplica el conocido recurso de firmeza
ante el error y comprensión con las personas, viviendo la verdad con
caridad.
8.
¿Cómo ejercitar la amabilidad? Es cuestión de practicar la caridad
al tratar a las personas, buscando hacerles la vida agradable en los
momentos en que se coincide con ellos. Por ejemplo, procurar sonreír,
adivinar sus gustos, anticiparse a servirles, dejar que elijan lo
mejor, etc.