El
Cielo que me tienes prometido,
Ni
me mueve el infierno tan temido
Para
dejar por eso de ofenderte.
Tú
me mueves, Señor, muéveme el verte
Clavado
en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido
Muéveme
tus afrentas y tu muerte
Muéveme
en fin, tu amor y en tal manera
Que
aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
Y
aunque no hubiera infierno te temiera.
No
me tienes que dar porque te quiera,
Pues
aunque lo que espero no esperara,
Lo
mismo que te quiero te quisiera. (Anónimo s.XVI)