La grandeza del hombre es
grande cuando se conoce miserable. Un árbol no sabe que es miserable. Saberse
miserable es, pues, ser miserable, pero es grande saberse miserable.
Es muy peligroso hacer ver
al hombre lo mucho que se parece a las bestias, sin, a la vez, mostrarle su
grandeza. También es peligroso hacerle ver su grandeza sin mostrarle su
miseria. Y más peligroso aún es dejar que ignore una cosa y la otra. En cambio,
es muy ventajoso mostrárselas. No es conveniente que el hombre crea que es
igual a las bestias o a los ángeles; ni que ignore las dos cosas, sino que sepa
lo uno y lo otro.
Siento que pude no haber
sido, pues el yo consiste en mi pensamiento; por lo tanto, yo, que pienso, no
habría sido si mi madre hubiera muerto antes de haber nacido yo; luego no soy
un ser necesario. No soy tampoco ni eterno ni infinito, pero comprendo bien que
en la naturaleza haya un ser eterno, necesario e infinito.
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