Dorothy Day (1897-1980)
crece en Chicago. Trabaja como periodista revolucionaria en publicaciones de la
izquierda americana, defendiendo activamente los derechos de la mujer, el amor
libre y el aborto. Ella misma aborta a su primer hijo por temor a ser
abandonada por su amante.
Por su defensa de los pobres y de la justicia es
considerada por muchos como una de las grandes reformadoras de la historia
americana, que supo oponerse a las lisonjas ideológicas de su tiempo para
elegir la búsqueda de la verdad y abrirse al descubrimiento de la fe… Dios la
condujo a una adhesión consciente a la Iglesia, a una vida dedicada a los
desheredados.
Su proceso de
beatificación, ya iniciado, podría recordar a muchas mujeres de hoy lo grande
que es la misericordia de Dios. Ella estuvo al margen de la fe y supo descubrir
el camino correcto para vivir en plena coherencia con la exigencia de la fe
católica.
Su
pensamiento:
“Mientras
que el corazón y el alma del hombre no cambie, no existe esperanza de
felicidad”
“En
el fondo de mi corazón siempre ha existido el deseo de creer; a veces tan débil
que era apenas perceptible, y otras veces muy potente. Pero no me fiaba de mí
misma, de mis propias reacciones emocionales ni de mi inestabilidad”.
“Ahora
el Credo que admito es como un grito de guerra grabado en mi corazón: el Credo
de la santa Iglesia católica romana”
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