Leo en el periódico “El Mundo” dos noticias que me llaman la
atención; una de ellas es el título de un artículo de opinión y dice así: “Más
formación para combatir la violencia machista”; la segunda: “Cada
dos días un menor va a juicio por malos tratos”.
Es para hacernos pensar
cuales son las causas de lo que está pasando, la solución está a mi juicio en
el título del artículo de opinión, hace falta formación; la actual enseñanza ya
se ve que no da los frutos deseados y es que una cosa es enseñar y otra muy
distinta, formar. Con la primera se va a impartir conocimientos, con la
formación y como su nombre indica, se da forma a algo, en este caso a alguien. El
problema está en que hemos hecho extender la idea de que formar es algo así
como lavar el cerebro a alguien, al sujeto formado para meterle las ideas que
el formador considere oportunas y en ese caso es muy fácil “arrimar el ascua a
su sardina”.
Pero la formación no es
eso, hay que formar de acuerdo a unos principios básicos universales y que
trascienden al tiempo, no están de moda en determinadas épocas sino siempre
porque tienen que ser principios que rijan nuestra convivencia y la hagan posible.
Los filósofos griegos de
la Antigüedad, Sócrates, Platón, Aristóteles y otros posteriores nos han dejado
un gran legado al que deberíamos volver; sin embargo, no deja de ser curioso
que en algunas bibliotecas estos libros clásicos hayan sido quitados de en medio
y escondidos en los sótanos.
En la enseñanza ha pasado
lo mismo, nuestros estudiantes saben mucho de informática pero poco de
educación, respeto y verdadera tolerancia porque el estudio de los clásicos ya
no se lleva, está ya muy antiguo y así nos va.
Se presume de actuar con
libertad pero la verdadera realidad es que al carecer de formación somos
manipulados impunemente por el que tenga más dotes de embaucador que nos
llevará a donde quiera porque carecemos de defensas. Y esto lo saben los que están
llevando a cabo esa labor lenta pero con visos de conseguir sus objetivos a menos
que reaccionemos.
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