La memoria es necesaria en todas las operaciones de la
razón.
Dicen que los eclipses
anuncian desgracias; y es que los males son tan corrientes y llegan con tanta
frecuencia, que se los adivina casi siempre. En cambio, si se dijera que los
eclipses presagian felicidad, los hechos lo desmentirían casi siempre: la
felicidad solo se atribuye a raros encuentros en el cielo.
De ordinario, se convence
uno mejor por las razones que halla por sí mismo que por las que vienen del
espíritu de los otros.
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