Hay
palabras que me da la sensación que se usan con mucha frecuencia pero que a
veces se distorsiona su significado, me refiero a la palabra tolerancia; ¿Quién
no ha oído que hay que ser tolerante?, y pienso que todos estamos de acuerdo,
el problema surge cuando el consejo encierra a mi juicio una gran carga de
intolerancia por parte de quien lo da que a falta de argumentos para defender
sus tesis, ataca al supuesto adversario y como guinda añade el consejo: “hay
que ser tolerante” para señalar que quien no está de acuerdo del él es un
intolerante.
Por
eso hoy quiero aportar un grano de arena sobre el significado de la palabra
tolerancia que significa “no impedir algo ilícito, pero tampoco aprobarlo”. Sin
embargo en el lenguaje de la calle a veces se aplica para admitir cualquier cosa porque todo es igual
de válido; y eso es admitir que la verdad no existe. Sería una persona tolerante
aquella a la que todo le pareciera bien.
En la
historia ha habido, hay y habrá posturas intolerantes con la excusa de la defensa
de la verdad en todos los bandos, en todas las creencias. Por eso Juan Pablo II
pidió perdón, (otros no lo han hecho), pero los cristianos creemos en Dios
misericordioso que es Amor y esa es la razón por la que tenemos que procurar
siempre que nuestros hechos y palabras vayan de acuerdo con nuestras creencias.
Sin
embargo no se consigue la tolerancia porque se niegue la verdad, eso es el
germen del Relativismo. Por supuesto que hay variedad de opiniones, y
todas dignas de respeto, pero no hay variedad de “verdades”, la verdad para que
lo sea tiene que coincidir con lo real.
Todas
las personas y por el hecho de ser personas con inteligencia, estamos obligados
moralmente a buscar la Verdad y a adherirnos a ella, pero recordando siempre
que la verdad no se impone sino en virtud de sí misma.
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