El yo personal.
La inteligencia humana:
a)
La realidad como referencia ineludible
b) La conciencia y su valor en nuestra identidad
Situándonos ante el gran espectáculo de la Naturaleza vemos que toda la realidad, en términos generales, está compuesta de seres creados ¿Qué es un ser? El concepto ser es el más universal que existe. Sólo se puede describir: ser es todo aquello que es. Distintos seres:
seres naturales: son todos
aquellos que forma la Naturaleza (aquellos en los que el ser humano no ha
intervenido en su elaboración
seres artificiales: aquellos construidos o inventados por el hombre (Y entre los seres artificiales
se distinguen: los seres materiales (aquellos compuestos de materia) y
los seres abstractos (aquellos que son inmateriales, son producto de la
mente humana)
los seres vivos: seres dotados de vida
(concepto abstracto: fuerza o actividad
interna, mediante la cual, el ser que la posee ejerce una serie de actividades
o funciones). Es decir, son seres dotados de auto movimiento y auto
organización, que se mueven sin necesidad de un agente externo que los impulse:
seres que crecen, actúan para vivir, se reproducen, etc.
Todos los seres vivos comparten unas características
comunes, pero el hombre es distinto porque el hombre además de tener un cuerpo,
etc. es persona.
Persona y espíritu son sinónimos; sin embargo, persona
y hombre no lo son porque los ángeles son personas celestiales y no tienen
cuerpo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son personas y sólo el Hijo que
se encarnó tiene un cuerpo humano.
El hombre es algo más que ser
vivo, el hombre tiene un cuerpo y un alma, esto le hace ser persona, en la persona humana el modo de realizar las operaciones vegetativas viene modulado por la razón y
por la libertad. Es decir, son vividas de modo consciente y libre,
de modo personal. Por esta razón el modo “humano” de vivir estas funciones
vitales es distinto al de los demás seres vivos. Por ejemplo, la gastronomía es
un arte específicamente humano que responde a la necesidad vital de nutrirse:
esa necesidad está vivida de modo libre. De esta manera, la satisfacción de esas necesidades básicas es de
orden cultural.
Cada persona es
distinta, tiene su propia libertad, su propia inteligencia, su propia voluntad,
etc. En el
hombre, el crecimiento se
refiere no sólo al
desarrollo de las facultades orgánicas, sino también de las espirituales: conocimiento y la voluntad. Estas facultades
espirituales poseen una capacidad
de desarrollo ilimitada puesto que siempre podemos conocer y querer más y mejor.
La vida intelectiva: es la propia del ser humano, pues supone dos facultades exclusivas suyas: la inteligencia y la voluntad y una propiedad de ambas que es la libertad. Estas facultades, como iremos viendo, son las que establecen un abismo insalvable entre nosotros y el resto de los seres vivos. Son las que hacen que tanto la actitud como el comportamiento del hombre ante la naturaleza sea enormemente superior y distinto al del animal. Por supuesto que el hombre asume las funciones de la vida vegetativa y de la vida sensitiva, pero al hombre no le basta con nacer, nutrirse, crecer, reproducirse y morir para alcanzar su realización propia. Somos más complicados que una patata o un pájaro. Nuestra vida no es automática, tenemos por delante la tarea de resolverla, y el éxito no está asegurado.
Este breve análisis del concepto ser nos sitúa ya en
nuestro punto de partida: el hombre es un ser natural vivo.
El alma, principio vital le llamó Aristóteles, no tiene mucho que ver con el alma creada por Dios. Para Platón según las distintas funciones que son capaces de realizar los seres vivos, puede haber tres tipos de alma y de vida: un alma vegetativa, un alma sensitiva y un alma intelectiva. Para Aristóteles no hay tres almas sino una sola.
Sólo hay un alma en cada hombre, por la misma razón que cada hombre es una substancia, (somos un solo YO). Si hubiese varias almas en el mismo individuo, un alma vegetativa, un alma sensitiva y un alma intelectiva, constituirían tres substancias diferentes cuya unión no podría ser más que accidental: una viviría, la otra sentiría, pero no viviría; la tercera pensaría, pero no sentiría ni viviría. La idea es absurda por sí misma, y es contraria a los hechos, pues es el mismo hombre el que vive, siente y piensa. Así defiende Aristóteles la existencia de una única alma en el hombre, por la que vivimos, sentimos y pensamos.
La defensa de la única alma en el hombre se opone a algunas tendencias filosóficas que, debido a su postura, presentan dificultades a la hora de explicar al ser humano, principalmente a los DUALISMOS. Los dos dualismos más representativos son: el de Platón (entre el alma y el cuerpo sólo existe una unión accidental y el verdadero hombre es el alma) y el de Descartes (afirma que son dos substancias distintas) Este dualismo, de origen cartesiano, es inadmisible, y de él surgen una serie de errores, ya que destruye la unidad substancial del ser humano. (No olvidar: el ser vivo es uno).
También frente al
dualismo platónico, para el que alma y cuerpo son dos sustancias distintas y
accidentalmente unidas y, por tanto, el hombre es el alma; Santo
Tomás de Aquino, afirma que el hombre constituye una única sustancia cuyos
principios constitutivos son el alma y el cuerpo. El ser humano constituye una
unidad y no debe menoscabarse dicha unidad. El
término “hombre” no debe aplicarse ni al alma ni al cuerpo solo, sino al alma y
cuerpo juntos, a la sustancia compuesta. Es el individuo humano el que percibe,
no solamente que razona y entiende, sino también que siente y ejerce
sensaciones. Pero no es posible tener sensaciones sin tener un cuerpo, de modo
que el cuerpo también y no sólo el alma, ha de ser el hombre.
La realidad como referente ineludible.
Que el hombre sea uno, es un hecho que
debe ser aceptado como tal por el filósofo y situado por encima de toda
discusión, o lo que es lo mismo, debe tomarse como base de toda teoría
metafísica, (frente a los dualismos), caso contrario se cae en contradicciones.
El alma está siempre informando al cuerpo. Es
decir, como es normal, el viviente
siempre está vivo, (aunque esté inconsciente) pero no siempre está realizando
todas sus operaciones vitales (no siempre está
comiendo, andando, razonando, eligiendo, etc.) y esto porque el alma posee una pluralidad de capacidades,
funciones u operaciones, que no siempre se están ejerciendo en acto. A
esas capacidades las llamamos potencias, facultades o capacidades
operativas. En consecuencia, hemos
de distinguir:
El alma
(principio vital o acto primero del ser vivo)
y
Las facultades o potencias operativas (principios del obrar y de sus operaciones o actos segundos)
¿Cuáles son las potencias o capacidades operativas? Pueden ser de dos
tipos:
Orgánicas (cuando dependen intrínsecamente de algún
órgano corporal, como el tacto o la vista). Así el sentido de la vista depende
intrínsecamente del órgano correspondiente (el ojo), pues sin este no se ve.
Espirituales (cuando no hay una dependencia intrínseca del cuerpo, como la inteligencia o
la voluntad)". Estas últimas se sirven de órganos corpóreos como instrumentos
suyos: por ejemplo, para pensar necesitamos el cerebro (órgano utilizado por la
inteligencia); pero pensar no se reduce
a la actividad neuronal que tiene lugar en nuestro cerebro. (Para pensar, aunque necesitamos de los sentidos
para formar las ideas, no necesitamos
de los mismos para pensar: de esta manera yo puedo pensar en el frío sin necesidad
de que mi sentido orgánico del tacto esté sintiendo frío.
IMPORTANTE: El alma, ese principio vital, no es ninguna de esas
operaciones,
pero es el principio operativo que hace posible esas operaciones. La vida es un predicado esencial para el ser vivo
puesto que sin este principio el ser no sería de ningún modo. Sin embargo, las
operaciones vitales son predicados accidentales puesto que el ser vivo continúa siendo tal a
pesar de no estar actualmente
realizando estas operaciones. Por ejemplo, el hombre sigue siendo hombre aunque
no esté pensando actualmente (como sucede durante el sueño); pero un hombre muerto ya no es hombre pues
carece de algo esencial para él: la vida.
NOTA. (Por eso una persona discapacitada psíquicamente, sigue siendo
persona: ser vivo humano. Sigue teniendo su alma, aunque no pueda ejercer o
llevar al acto algunas de sus operaciones, lo mismo que una persona ciega,
etc.)
La distinción entre el alma y sus potencias se advierte también en la
definición aristotélica del alma cuando dice de ella que «es aquello por lo que primeramente vivimos,
sentimos, nos movemos y entendemos». aristóteles, Sobre el alma, 415b 13. De aquí se
deduce que las facultades son previas a los actos; pero nosotros conocemos
primero los actos y después las facultades; y a partir de ellas
conocemos el principio de esas facultades: el alma.)
Hasta tal punto se encuentra condicionada la existencia en Descartes por
el acto de pensar que afirma: yo soy, yo
existo, esto es cierto, pero ¿cuánto tiempo? Todo el tiempo que estoy pensando;
porque podría ocurrir que, si yo cesase de pensar, cesase, al mismo tiempo, de
existir. Mientras pienso, soy y existo. Así pues: yo soy una cosa que piensa.
La conciencia y su valor en nuestra identidad.
Hasta ahora podemos resumir lo que es la
persona, capaz de aprender, actuar pensar, etc. gracias a su inteligencia.
Saber las cosas pasa por partir de la
realidad, si partimos de hechos erróneos llegamos a conclusiones falsas.
Ahora damos un paso más, el acto de conocer y
la conciencia de conocer que dará paso a la conciencia moral de mi actuación.
Conocer es captar la realidad, poseerla
interiormente de una manera inmaterial. Primero actúan los sentidos y después
la inteligencia forma los conceptos.
Sentidos externos: tacto, olfato, gusto, oído
y vista.
Sentidos internos: memoria, imaginación,
sentido común y estimativa.
Hay conocimientos que se pueden demostrar,
pero otros no y no por ello son menos reales: el amor.
Distinguir el conocimiento científico del
filosófico, sabio, que remos una vida más sabia, más libre, más humana.
Filosofar nos hace sabios.
La filosofía tiene una dimensión práctica la
configuración de la conducta individual y social.
Los filósofos griegos abundaron mucho en la
filosofía, por ejemplo, Platón decía:
Pregunta metafísica…. ¿Qué es la realidad?
Pr. Cosmológica……….. ¿Cuál es el origen del
cosmos?
Pr, gnoseológica………. ¿Cómo alcanzar la verdad?
Pr. Antropológica…….. ¿Quién es el ser humano?
Pr. Ética……………………. ¿Qué es obrar bien?
Pr. Política………………... ¿Cómo organizar una sociedad justa?
La capacidad de alcanzar la verdad es la gran
prerrogativa del ser humano pero, cómo llegamos a ella?
1. Adecuación. En el acto de conocer intervienen
objeto y sujeto. Según Aristóteles la verdad es la relación de ajuste entre la
realidad y lo que decimos.
Tomas
de Aquino: “Adecuación entre el entendimiento y la realidad”.
2. Coherencia. La defiende Hegel, no sirve porque
un sistema puede ser muy coherente y ser falso.
3. Utilidad. Filósofos norteamericanos de los s.
XIX y XX. Cae por su peso, no siempre lo que es útil es verdadero. Lo útil es
un concepto relativo, variable. Tampoco una creencia es verdadera porque
produzca efectos satisfactorios. Las verdades a veces son amargas.
4. Consenso. Viene desde Sócrates. En el s. XX,
Apel y Habermas. Llegar a la verdad a través del diálogo. La verdad no depende
del consenso sino al contrario la verdad tendría que dar lugar al consenso.
Fiabilidad y criterios de verdad
Llegar
a la verdad es difícil. Existen la duda, la opinión y la certeza. No todo es
opinable, hay cosas que se saben claramente.
Las
certezas se apoyan muchas veces en la confianza. La autoridad, la tradición.
Niveles
de conocimiento: opinión-ciencia-sabiduría
Criterios
de verdad: evidencia-tradición-autoridad
Grados
de fiabilidad: duda-opinión-certeza.
Realismo. Idealismo. Escepticismo. Relativismo. Subjetivismo.
Ley natural. Leyes positivas. La conexión con la ley natural les da su legitimidad.
La
conciencia es una exigencia que tenemos con nosotros mismos. Es una brújula
para el bien y un freno para el mal. Luz de la inteligencia para distinguir el
bien del mal.
El
ejercicio de la conciencia es incompatible con el relativismo moral.
La
conciencia es un juicio de la razón, no una decisión de la voluntad.
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